1-La Oportunidad

24 4 1
                                    

El tiempo transcurre sin permiso, sin gloria, sin detenerse, ni esperar por nadie, la vida de Sky cambio ese día, el día que el ángel rubio se cruzó con ella en ese callejón, una simple acción como alimentar un alma hambrienta, puede cambiar la vida de alguien, una simple desicion, ese día conoció la bondad humana.

Sky Hope, llegó a la casa de Emma de la mano de su ángel, muy desnutrida y desorientada, la bañaron vistieron y calzaron sin pedirle nada, todo a su alrededor parecía mentira, pasaron semanas, hasta que la joven decidió confiar en Emma y un par de años para que dejará de esconder comida debajo de su cama, gracias a Alexander ella había tenido la fortuna de estudiar, puso todo su empeño para poner al día sus estudios, y en unos cuantos años ser una adulta funcional y no volver a vivir en la calle.

Estaba viviendo un sueño, fue aceptada en la escuela de cocina, cumpliría su sueño de ser chef, la cocina era su pasión quería ser parte del mundo gastronómico, para ella la comida era un arte, para agradar no sólo la vista Si no también los sentidos. Seis años habían transcurrido de aquel día, seis años sin saber nada de el que era su benefactor y el ángel que la sacó de la calle, a veces quería saber de el de su vida, si seguía tan hermoso como lo recordaba.

Estaba en su habitación preparando las cosas para ir a la Academia, todavía a pesar de que hace mucho dejó la indigencia, era una muchacha tímida, casi no tenía amigos, se dedicaba a estudiar y de vez en cuando visitaba la calle, llevando comida a las personas que lo necesitan.

Salió como siempre le dio un beso a Emma en la mejilla y corrio a buscar su bicicleta para ir a la Academia, amaba ir en bicicleta, sentir el sol bañar su rostro, la llenaba, estaba agradecida con su entorno y como la vida la estaba tratando en este momento.

A sus veinte años, era una muchacha hermosa, más sin embargo ella no lo consideraba de esa manera, era sencilla amable y muy genuina, hablaba poco prefería los silencios, y las cosas más simples.

Llegó a la Academia, encontrando A su amiga Julieta en la entrada, era un torbellino pelirrojo, explosiva, vivaz y muy irónica, todo lo contrario a Sky, pero aún así era la única amiga que ella tenía en ese lugar.

-Sky, me invitaron a una fiesta genial, tenemos que ir. Le suplico juntando sus manos y haciendo morritos, para convencerla, Sky agitaba su cabeza frenetica, negando, esos ambientes nunca le han gustado y muchos menos después de lo que había pasado un par de años atrás.

-No, lo siento Jul, no pienso ir tu sabes que esos ambientes no son para mí. Mordió su labio en señal de nerviosismo sabía que cuando a Julieta se le metía algo en la cabeza, nada la sacaba de ahí e iba a terminar convenciendola de esa locura.- Ni lo sueñes, no me hagas Cáritas de perro asustado, no vas a convencerme- Sanjo el tema dirigiéndose hacia la Academia, hoy tenían mucho por hacer y había que aprovechar el día.

Alexander, seis años habían hecho mella en el, ya no era el mismo hombre bondadoso que Sky había conocido, estaba molesto con la vida y carcomido por la ira. Varios sucesos de su pasado habían emnegrecido su corazón, formando una barrera de piedra en él.

Actuaba sin pensar, con conductas autodestructivas, tomaba mucho alcohol y por su cama pasaban una mujer tras otra sin ningún pudor, a pesar de estar comprometido desde hace un año, no tenía ningún tipo de respeto a su prometida, para el sólo era negocios. Lo hizo sólo por complacer a su padre, aún no estando seguro de si llegará al altar con esa mujer, Samantha Wells, una arpia que estaba acostumbrada a obtener todo lo que quiere, un acuerdo de negocios que lo incluian a el, gracias a su padre, el gran Edward Black, se vio obligado a aceptar esta locura, aún habiendo prometido nunca volver A casarse después de Eva.

Estaba en la soledad de su despacho, un vaso de wiskey seco ocupada su mano, observando a la ciudad la lluvia comenzaba a caer, nubarrones grises cubrían el cielo, no podía evitar rememorar esos ojos niquelados de es chiquilla, eran hermosos e impredecibles como una tormenta, ¿qué hará en este momento? ¿cómo será?, como estas muchas preguntas le llegaban con su recuerdo, todos lo meses le hacía llegar un cheque a su tía Emma la encargada de cuidar a la chiquilla, lo último que supo fue que estaba estudiando, nunca la visitó, sólo se preocupó de su bienestar a la distancia. Era lo mejor, esos ojos lo habían cautivado hace muchos años y ella era sólo una niña, no podía ni siquiera pensar en ella de esa manera, de seguro será una mujer muy hermosa, no pudo evitar dejar que una sonrisa ocupará su rostro.

El ajetreo del día lo tenían hastiado necesitaba compañía de alguna mujer, mañana se acababa su paz, Samantha llegaba de Bora Bora y haría su vida un desastre en pocas horas.

Necesitaba salir esta noche iría a un bar en búsqueda de compañía, no le gustaba repetir, eran pocas las mujeres que frecuentaba por segunda vez, el resto de la tarde fue soso, en el pecho tenía una sensación extraña, era absurdo, hacia años que no tenía este tipo de episodios.

Sky tenía una acalorada discusión con Julieta, acerca de la fiesta, después de una hora y chantajes de parte de su amiga se encontraba frente al espejo con un vestido Rosa pálido con unos tacones a juego.

-No se porque rayos acepte, no tengo nada que buscar allí, Emma recuérdame porque tengo que ir. Se dirigía a la madre que la vida le otorgó.

-Eres una mujer muy hermosa, sal Diviértete, con tanta seriedad te vas a arrugar, has caso de esta anciana- Emma era una mujer de unos sesenta y tanto con su cabello entre Rubio y Cano, sus ojos eran de un azul muy pálido y unas pequeñas líneas surcaban su rostro, era una mujer bondadosa que la acogió en su casa como una hija, le debia mucho a esa mujer, aún sin ser su familia la lleno de amor.

Resignada bajo las escaleras y salió de la casa hasta el auto de su amiga, un mini Cooper rojo brillante igual que el cabello de su amiga, se subió al vehículo de mala gana, cuanto antes llegará más rápido podía irse de ese lugar.

-No quiero ninguna sorpresa Jul, te lo advierto, no pienso soportar babosadas de ningún patán. Su amiga no hacia más que reventar a carcajadas, Sky no asustaba ni a uno mosca.

-Tranquila Skylar, no hay ninguna sorpresa para ti. La miró con esa media sonrisa, Sky sabía que ella tramaba algo.

Alexander tomó su saco, salió de su oficina presuroso. Queria llegar cuanto antes a Citrus, el bar a donde siempre iba de caza por asi decirlo, tomo el ascensor hasta el estacionamiento de su edificio, tomó el mando de distancia de sus bolsillos, retiro los seguros de su Aston Martín negro, subiendo a su vehículo, sin saber en busca de la oportunidad de rearmar su vida.

En la fiesta Sky se sentía como pez fuera del agua de manera clara desentonaba con ese lugar, la música estruendoso, personas descolocadas, alcohol cada dos por tres, los chicos casi teniendo sexo en cual quien rincón de la casa, era una completa locura.

Julieta estaba con John un chico con el que ella se encontraba a veces, perdida observando no se dio cuenta cuando Máx, el chico porque media Academia estaba loca por el, se había acercado a su espalda para susurrar en su oído.

-Entonces, Sky porqué tu y yo no nos vamos a lugar más privado- le dijo de manera sugerente haciendo que la náuseas la embriaguen.

-Lo siento, yo a ti no te acompañó ni a un monumento público, espeto con Ascó ante las insinuaciones de máx.

-Mira huerfanita, tu aquí no eres nadie, deberias estar agradecida de que si quiera te estoy observando, o crees que alguno de nosotros ¿se puede rebajar con alguien como tu?

Las lágrimas se delizaron por sus mejillas, salió corriendo por las escaleras hasta salir del edificio, había sido un golpe duro, a pesar de los años, esas palabras calaban en ella cómo el primer día. La brisa fría de la calle la arropa, su cuerpo se estremeció, se abrazó a sí misma mientras pensaba que hacer, salió de la fiesta sin su bolso y sin dinero, se encontraba caminando por esas calles tan conocidas para ella... el lugar donde creció, sin darse cuenta llegó al callejón de donde Alexander la sacó, observó las paredes mohosas, y la basura regada.

Algo la empujó y tapó su boca para que no gritara, una mano gigantesca y velluda la arrojó al pavimento, cayendo estrepitosamente, las rodillas se le magullaron, se arrastró por el suelo intentando levantarse, el hombre la halo por los tobillos volteandola, quedando de frente a él, el aliento a alcohol penetró por su nariz, la lágrimas brotaban sin control, el hombre desgarraba su vestido, se hizo presa de la desesperación y mordió su mano, el hombre gritó, golpeando fuertemente su mejilla, el sabor metálico de la sangre imnundo su boca, otro golpe y otro la hicieron aturdir, sentia todo lejano.

-Estate quieta, que te va a gustar, ah fierecilla, quietesita. El sonido de las bragas romperse fue todo para Sky, se dejo en el limbo, deseando que todo sucediera rápido.

HOPELESSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora