2

683 115 141
                                    



Después de muchísimas horas de viajes (y dos horas extras de escala en Roma, ya que el avión al que iba a subir se atrasó desde su lugar de origen), por fin toco tierra italiana.

Miro a mi alrededor y olvidó por un segundo que no vengo a pasear, sonrío al darme cuenta de que nada ha cambiado desde que me fui. El puerto sigue estando lleno de gente abrazándose y sonriendo, algunos lloran porque se van de la isla más preciosa del planeta y otros porque seres queridos los dejan.

Me dirijo a una estación de servicio a comprar un chip desechable para mi celular. Cuando le quito el modo avión, ignoro todas las llamadas perdidas y mensajes que tengo en el buzón de entrada. Busco el nombre de Bella en mi agenda, y presiono llamar.

Ciao?*— dice Bella al otro lado del teléfono apenas contesta.

Recorro el muelle de la isla de Capri con la maleta rodando bajo mis pies.

Según Wikipedia Capri es una pequeña isla ubicada en el lado oeste de italia, justo en el mar Tirreno, con una población de aproximadamente 12000 habitantes, bonita, acogedora y tranquila.

Ciao Bella— digo mientras salgo de la estación de servicio para poder tener mejor señal.

Estoy cansada y cualquier persona que me viese lo notaría. Ya después de haberme tomado un segundo para disfrutar de mi bella Italia, vuelvo de golpe a la realidad y carraspeo mi garganta seca.

Miro al rededor buscando algo conocido o quizás alguien.

No sé por qué siquiera lo intento, hace ya un par de años que vivo en la gran ciudad de Nueva York, al otro lado del gigantesco océano Atlántico. Si es que recuerdo alguna cara, sería solo la de mi familia y amigos.

—¿Dónde estás?— pregunto sintiéndome más cansada que nunca. Pienso que en cualquier momento explotaré. Hay muchas cosas pasando por mi cabeza, aparte el hecho de no haber dormido ni comido casi nada en horas, hace que las venas en mi frente se marquen un poco y palpiten produciéndome una horrible jaqueca.

—En la entrada del estacionamiento. Tito me acompañó, estamos en su auto— suena tan cansada como yo. Hay un deje de tristeza y desconsuelo detrás de su voz que logro distinguir al momento, ya que Bella es de aquellas chicas que te iluminan el día solo con una sonrisa, así que cuando se siente mal o está triste, hasta el más ciego lo notaría.

—Apresúrate, te estamos esperando—dice en un susurro antes de colgar.

Mientras camino por el estacionamiento, pienso en como mi vida se volcó patas para arriba de un momento a otro. Sin previo aviso. Así como así.

¿Es normal sentirme así de cansada?

Me pregunto a mí misma mientras pienso en todo el problema que ocurrió hace unos unas semanas con el estúpido de Chase. También pienso en el abuelo y en como la vida te puede jugar malas pasadas de un momento a otro.

Su noche y vida fueron interrumpidas por un estúpido chico en una estúpida motocicleta...

Esperen un segundo...

¿Estoy vibrando?

Cuando me doy cuenta que sí estoy vibrando, comienzo a buscar mi celular por todas partes. Cuando lo encuentro miro la pantalla antes de contestar.

—¿Daiz?— digo apenas contesto con el mismo tono que vengo usando desde que subí a ese avión.

—¡Oh Dios mío, Brooke!— se le escucha alterada — ¿Cómo llegaste?, ¿estás viva?, ¿cómo estás?, ¿cómo está tu abuelo?— solloza — Soy la peor amiga del mundo, Dios, lo siento tanto.

Solo Nuestro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora