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Veo la hora en mi muñeca, luego bostezo tapándome la boca.

Son las seis con treinta y ochominutos, de la mañana según lo que marca mi reloj.

Y aun así no ha llegado nadie.

La abuela había sido muy clara cuando dijo que quería todos sus nietos, Anthony y Carlos en las afuera de la panadería de la familia, a las 30 minutos pasada las seis de la mañana.

Y aun así aquí estaba yo, siendo la única parada en las calles de la solitaria mañanera Capri.

Los Italianos no son muy reconocidos por su puntualidad y debí haber sabido que cuando la Nonna dijo que llegáramos a la seis y media a la tienda, era para que los chicos aparecieran por alrededor de las siete un cuarto, para así por fin abrir a las ocho.

Vuelvo a bostezar y cierro los ojos por un momento.

Aún no terminaba por adaptarme al horario Italiano y seguía costándome harto trabajo levantarme por las mañanas, así que cuando oí a la abuela, casi me pongo a llorar.

Antes

—¿Es una broma verdad?— ese fue Marcello quién habló después de muchos minutos de silencio en la sala.

Yo aún no lo podía creer.

Creo que hasta los más pequeños entendieron, ya que hasta la barriga de Bianca dejó de moverse.

Mamma, ¿estás completamente segura de lo que estás hablando?— Giovanna fue la segunda en aceptarlo.

Completamente sicura (completamente segura)— y es así como se desató el griterío.

—¿Nonno está bien, verdad?— lloriquea Antonnia.

—Claro cariño, tranquila— le responde Francesco mientras abraza a su esposa que está impactada.

—¿Cómo se supone que comandaré yo sólo la panadería? ¡Si el viejo sólo me enseñó a hacer un mísero tipo de pan!— lloriqueaba Anthony de la misma forma que Antonnia.

—Él siempre quiso enseñarte tío An— Bella salió a defender al nonno— sólo que tú nunca lo quisiste escuchar.

—¡Eso es mentira nipote! (sobrina)— Anthony alega alzando los brazos al cielo. Mira a Tito después, que está haciendo de la suya mirando a sus pies —¡Tú estás de testigo!

Tito lo mira frunciendo el ceño y está apunto de contestarle de mala manera, hasta que Bella lo vuelve a interrumpir.

—Creo que tendrás que comenzar a buscarte videos de cómo hacer pan en youtube, no creo que te cueste tanto. Al fin y al cabo todos somos Tarianni, todos nacimos entre el trigo y los pasteles.

Miro a los tres que están sometidos en su propia discusión.

Pero fijo mi mirada particularmente en Tito y Anthony.

Antes me causaba gracia ver cómo Tito y Anthony tenían casi la misma edad.

Tito tiene veintidós y Anthony veinticinco. No se llevaban por casi nada, aunque sus edades mentales son muy notorias, ya que por mucho que Tito es tres años menor que Anthony, se nota a leguas que más maduro.

Dejo de observar su discusión para poder fijar mi mirada en nonna.

Está sentada —desde que terminó de decirnos la bomba que lo está— en su silla mecedora, con Pizza, la gata de la casa, sobre su regazo.

Creería que está muerta, pero como mueve la mano de vez en cuando para acariciar el lomo del gato, descarto esa posibilidad.

Está ahí sentada y nos observa a todos en silencio, con el ceño levemente fruncido.

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⏰ Última actualización: Jul 13, 2017 ⏰

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