PRÓLOGO

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Maldigo el momento en el que fuimos obligados a venir aquí, estos últimos días han sido los peores. Un lugar donde no hay señal y está prohibido usar aparatos electrónicos.

Pero eso no es comparado con lo que realmente está pasando.

Una isla alejada de la sociedad es el lugar en donde se encuentra el campamento, no hay salida de este lugar, en los últimos días han pasado algunas cosas extrañas que tienen aterrorizados a todos.

¿Quién no lo estaría? Creo que poco a poco mi vida se agota, me duele mi costado y estoy sangrando mucho. ¡Por eso prefería estar jugando videojuegos en mi casa! El dolor es insoportable, pero creo que valió la pena para que ellos escaparan.

Aunque aún no sé si lo logren, si no lo hacen mi sacrificio será en vano, la lancha no vendrá pronto y no se puede viajar en canoas en mar abierto.

Si que duele, sólo deseara que se salven, que puedan huir. Que no mueran como los otros, ese es mi mayor deseo. ¿Quién soy? Christian Harrison, ese es mi nombre y creo que moriré, no estoy seguro que lo haré.

Si pudiera contar mi historia antes de hacerlo, si pudiera darles a conocer lo que pasó con mi último aliento de vida, si lograrán saber como viví estas últimas aterradoras semanas.

***

Todo comenzó el día que nuestros padres decidieron que pasábamos mucho tiempo con nuestros celulares y videojuegos, decían que éramos muy sedentarios. ¿A qué joven no le gusta estar con su celular o jugando videojuegos? Veo que me entienden.

A mi hermano menor Alexander, tampoco le parecía buena idea, pero discutir con mis padres era una derrota segura, jamás pierden, escuchen jamás. Cuando dicen algo siempre hacen que se cumpla.

Bueno como les decía, nos dijeron "Ustedes sólo pasan con sus videojuegos, así que irán a un campamento para que disfruten de la naturaleza" o algo así, esa fue la peor noticia en años.

Tengo diecisiete años e ir a un campamento a esta edad era prácticamente estúpido, nuestros padres no piensan en eso, sólo quieren que nos vayamos, bueno es lo que creemos.

Hoy tendremos que irnos a ese estúpido lugar, por lo menos podremos ver chicas, bueno si llegaran a ir chicas a ese lugar, sinceramente no quiero ir y Alexander menos.

El pensar que no podemos jugar videojuegos ni tener señal, para seguir jugando, creo que me estoy volviendo adicto a los videojuegos.

Tengo sueño y pereza de levantarme, genial no quiero ir a ese estúpido lugar.

—¡Christian levántate y Alexander también!

Ese era el grito de mamá para que nos levantemos y nos preparemos porque pronto vendrá el autobús.

Después de un tiempo nos alistamos y bajamos a desayunar. Cuando bajamos mamá nos esperaba un poco molesta porque tardamos mucho.

—¡Desayunen rápido que pronto viene el autobús! —dijo enojada.

—Bien mamá —contestó Alexander mientras se rasca los ojos, se nota que tiene sueño aún.

—Mamá no queremos ir al campamento —eso le dije, a lo que ella me lanzó una mirada cortante.

—Eso no está a discusión, así que apresúrense.

—Bien —contestamos a unísono.

Por fin estábamos listos y esperando el autobús, su color era amarillo, no se veía muy bien que digamos. Se estacionó frente a nosotros, habían varios chicos a dentro.

Si hablamos de mí y mi hermano, no destacamos mucho, el color de nuestro cabello es negro y ojos oscuros. Nada que destacar.

Subimos junto con nuestras maletas y lo primero que vi fue a un par de hermosas chicas, además de un montón de raritos, íbamos en el asiento al lado del que queda detrás del asiento de las chicas.

La primera y para mí más hermosa, tenía el cabello lacio rubio más o menos largo, su piel era blanca y sus ojos verdes, como dos esmeraldas. La chica a su lado, tenía ojos marrón y cabello castaño. Su cabello era ondulado y se veía muy bella.

Al parecer Alexander también lo notó, era obvio era las más lindas de ahí, tras de mí había un tipo gordo de lentes comiendo unas papitas, su cabello era rojizo y rizado, tenía unas pecas. Lo que más quería era que no estuviéramos en la misma cabaña.

—Pido la rubia —dije en tono bajo.

—Tú siempre, no somos niños y tampoco son objetos —me refutó Alexander.

—Vamos Alexander, no te pongas con niñeras —comencé a darle pequeños codazos en el costado.

—Tú eres el niño, además yo... —Alexander se quedó callado de súbito, a lo que me sorprendí.

—¿Tú qué? —le pregunté un poco intrigado.

—Yo quería a la rubia —dijo un poco sonrojado y apartando la cara. Este tipo, es un caso.

A diferencia de mí, Alexander es un poco tímido con las chicas, podría decirse se es introvertido y yo extrovertido.

El viaje en autobús duró unas largas y aburridas horas, había traído mi consola portable para jugar durante el viaje, se supone que dentro del campamento no se puede jugar, según dijo mi mamá, pero "Ojos que no ven, corazón que no siente".

Alexander parecía un tonto babeando, se pasó el viaje viendo a la chica rubia, puede que estas tres semanas no sean tan malas, aunque aún no conozco el campamento, el el folleto se veía regular, no destacaba mucho pero decía que tenían canoas y canchas, es lo único que me llamó la abstención de dicho folleto.

Llegamos a un muelle, ahí nos esperaban una lanchas para llevarnos a la isla, pronto conoceremos como es en verdad dicho lugar, espero que por lo menos sea como el folleto. Guardé mi consola en mi mochila.

Se nos dieron chalecos salvavidas al subirnos a las lanchas, cuando subimos varios empezó a marcharse. Las chicas lindas venían en nuestra lancha, Alexander iba al lado de la rubia pero no le hablaba, mientras yo me encontraba al otro lado de la lancha.

Cualquiera se intimidaba ante su belleza, esos preciosos ojos verdes como esmeralda y su piel blanca, pueden imaginarsela, es hermosa. Tomó unos cuarenta y cinco minutos llegar a la isla.

Al bajar de la lancha un hombre nos vino a recibir, tenía unos short color café, una camisa verde con el logo del campamento, unos zapatos burros, ¿me entienden? De esos altos, bueno como sea, tenía unas estúpidas medias blancas que se habían bajado, se estaba quedando quedándose calvo, tenía una gorra en su mano y un megáfono en la otra.

Lo que más llamaba la atención eran sus piernas, parecía que había matado un mapache y se lo había pegado en las piernas. Era el encargado del campamento, cualquiera que lo viera pensará que es un estúpido.

Le di un pequeño codazo a Alexander y este entendió de qué se trataba, y sonrió.

El hombre se colocó el megáfono cerca de la boca y comenzó a hablar.

—Sean bienvenidos al Campamento Lombrad, mi nombre es Richard Brooks y soy el encargado, si tienen dudas hágalas saber.

Muchos chicos contestaron con el típico "Bien" yo sólo seguía pensando que era gracioso, sí puede que sea un burlista de primera. El hombre se colocó la gorra y continuó hablando. ¿Por qué no se la puso desde el principio? Su calva me estaba encandilando.

—Pasen por oficina, en su pared está pegada la hoja con la distribución de las cabañas —dijo dando por terminada aquella reunión.

Así fue como llegamos al Campamento Lombrad, a la entrada había un letrero con su nombre en él, pero el lugar no se veía a la perfección como en el folleto, las fotos que vimos eran como de hace veinte años. Pero bien ya estamos aquí.

Un Campamento SangrientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora