Capítulo I : Comienza La Aventura

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Nathan Drake, con 15 años, contemplaba por quinta vez esa mañana como Victor Sullivan coqueteaba con las lugareñas. Cansado de la situación, Nathan decidió irrumpir en la conversación sin más miramientos. Se acercó al mayor por detrás más decidido que nunca, se tomó unos segundos para levantar la cabeza y poder mirarle la nuca, sonrió, "Esta vez no me la va a perdonar" se dijo a si mismo antes de pasar a la acción.

- ¿Papá? Mamá lleva esperándote en el coche media hora. -Decía el chico mientras estiraba del brazo de Victor. La mujer rápidamente se apartó de los dos varones con una expresión bastante avergonzada, aquello provocó una pequeña sonrisa en Nathan. Cuando la mujer estaba ya lejos Sullivan por fin respondió.
- ¿Que se supone que haces, chico? Ya casi la tenía.
- Sí, igual que las otras cinco. Era cuestión de minutos que te diera el plantón, Sully.
- ¿Y por qué no has dejado que lo hiciera ella misma? ¿Eh?
- Por si no lo recuerdas tenemos cosas que hacer y no hay tiempo de tus ligues de una noche, Sully.
- Relájate chico, el estrés no es bueno. Además, tenemos tiempo de sobra.
- Me da igual, ¿Podemos irnos?
- ¿Que te ocurre? -Dejó el remoloneo a un lado y formó un gesto de preocupación en su rostro que para nada era habitual en él.
- Nada. -Respondió el menor sin añadir nada más. Mantuvo la mirada fija hacía delante con la esperanza de que el mayor no siguiera insistiendo. - ¿Podemos continuar con el trabajo?
Sullivan se quedó unos instantes petrificado en la misma posición pensando que debía hacer y después de un gran debate interno decidió no insistir más al joven. Acto seguido, ambos partieron hacia la zona norte de la ciudad, ya que allí les esperaban unos contactos de Sullivan que, según decía él mientras con una mano agarraba el artefacto que acababan de encontrar y con la otra se acariciaba el bigote "Nos darán una gran cifra por este trozo de mierda". Durante el camino Victor iba delante y Nathan un poco más atrasado, cuanto más avanzaban más se retrasaba. Sullivan se giró para ver qué era lo que le tenía tan atrasado. Levantó ambas cejas al instante al ver que a duras penas podía mantener su cuerpo erguido.
- ¿Nate? ¿Estás bien? -Preguntó con, de nuevo, aquella notable preocupación que únicamente dejaba ver a aquel chaval mientras se acercaba lentamente.
- Sí, sí, sigamos... Por favor...
Nathan consiguió dar un par de pasos más antes de caer desmayado. Por suerte Victor ya estaba lo suficientemente cerca para poder sujetarlo antes de que cayera al suelo, el hombre suspiró ante la tozudez del chico. Acto seguido lo subió a caballito y lo llevo de vuelta a el hotel donde se hospedaban.



Nathan Drake abrió los ojos y se levantó de su cama, se dio cuenta de que ya no era aquel niño de 15 años, y que jamás volvería a vivir aquellos tiempos. No tardó demasiado en recordar todo lo que había pasado. Sullivan ha..., Sullivan está... El joven se derrumbó en el suelo cuando escuchó aquellas palabras en su propia mente y comenzó a gritar.
- ¡Sully! ¡Sully! -Quedó en posición fetal agarrando la almohada de la cama para ocultar sus lágrimas y a su vez ahogar mínimamente sus gritos. Esos gritos despertaron a Elena Fisher, su esposa, la cual dormía a escasos centímetros de la escena. La mujer se levantó y con toda la tranquilidad y normalidad del mundo abrazó a Nathan, apoyando la cabeza en su pecho. No parecía la primera vez que esto pasaba.
- Nate...déjalo, ya no puedes hacer nada.
- Sully está...
- Nate...
- ...muerto.
Aquellos gritos también despertaron a Cassie la hija de Nathan y Elena. Asomó la cabeza por el marco de la puerta para contemplar la escena. No le gustaba ver así de desmoronado a su padre, así que tomó una decisión que al parecer llevaba semanas rondando por su cabeza. La joven volvió a su cuarto y agarró unas hojas de papel que tenía escondidas en un cajón, las metió todas en una mochila que puso sobre su espalda, salió a escondidas por la ventana y bajó. Agarró su bicicleta y se dirigió a su destino.


Sam Drake permanecía en un sueño profundo en su pequeño piso de soltero con una vida amorosa activa. Pero su tranquilidad se iba a ver verdaderamente perturbada a continuación. Un fuerte ruido se hizo presente en el salón, el apartamento no era excesivamente grande así que Sam pudo escucharlo y reaccionar despertándose de golpe. Él vivía solo por tanto no podía ser nadie más que un ladrón, alguien había entrado en su casa. Era irónico que alguien fuera a robar a otro ladrón, pero son cosas de la vida. Sam se levantó de la cama todavía quitándose las legañas de los ojos intentando ver donde estaba. Abrió el cajón de su mesilla de noche y agarró una pistola para ocasiones como la actual. Con decisión salió de la habitación hacía el salón, que era el epicentro de los golpes, intentando hacer el menor ruido posible. Una vez llegó al destino apuntó el arma a la figura que había allí parada.

- ¡Alto! Más te vale que vuelvas por donde has venido porque me acabas de joder el sueño, cabronazo, y en este país es completamente legal dispararte ahora mismo.

- ¡No! ¡Tío Sam! ¡Soy yo! - Solo fue capaz de pronunciar aquello mientras levantaba ambas manos sobre su cabeza y se arrodillaba en plena oscuridad. Sam estaba excesivamente confuso así que se tomó un momento para apretar el botón que al instante iluminó todo el salón.

- ¿Cassie? ¿Qué narices?
- Necesito tu ayuda.
- ¿Tus padres saben que estás aquí?
- Puede que te parezca una locura.
- Cas...
- Por favor, tío Sam, esto es de vida o muerte...
- Está bien. -Suspiró cansado, pero al ver la tozudez de Nathan en ella, decidió dejar que se explicara. - ¿Que ha pasado?
- Se trata de Sullivan...
- Tu padre lo está pasando mal, ¿Verdad?
- Escúchame. Antes de que continúe tienes que jurarme que no se lo dirás a mis padres.
- Está bien. Me tienes intrigado.
Cassie tomó asiento y colocó las hojas que había agarrado en casa en la mesa de su tío de parte paterna. Sam se sentó en frente suyo y ojeo la hoja que le entregó Cassie.
- No puede ser. Es imposible.
- Si que puede ser.
- Ese cabronazo está vivo... -Llevó su derecha al mentón pensando en lo que acababa de leer, Victor Sullivan, el más mujeriego de toda la faz de la tierra, la máxima fuente de ingresos de todas las empresas de puros está vivo.
- ¿Entonces? -Murmuró la joven con un aire de que va a salirse con la suya.
- ¿Entonces qué? -Frunció el ceño.
- Me ayudarás a rescatarle, ¿Cierto?
- ¿Que? ¡No!
- ¿Por qué?
- Tienes sólo 16 años Cas. -Dijo triste-. Una vez que entras es muy difícil salir con vida. ¿Enserio quieres condenarte tan joven?
- Pero... -Todavía más triste, con lágrimas recorriendo sus mejillas-. es que se trata de Sully. Nuestro Sully. El hizo mucho por nosotros y ahora que él nos necesita le dejamos tirado... No lo voy a permitir, tío Sam.
Sam se sorprendió ante las declaraciones de su sobrina. Ella le miró intimidadora, sabía que podría conseguir lo que quisiera de su tío.
- Se que me arrepentiré de esto...
- ¿Entonces aceptas?
- Mañana le diré a tus padres que te llevare conmigo a San Francisco unos días para visitar la zona. Espero que la carta sea cierta.

- Claro que lo es. -Sonrió segura de si misma y dispuesta a hacer lo que fuese para salvar a Victor Sullivan.

Continuará...

Uncharted 5 : El Secreto De DrakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora