Capítulo 5

134 19 14
                                    


Antes de que pudiera notarlo, el verano ya había terminado. Habían sido las vacaciones más divertidas de mi corta vida, todo gracias a Kuroo. Afortunadamente sus padres los inscribieron en la misma primaria a la que yo asistía, que está cerca de nuestro vecindario. Me alegraba poder tenerlo en la escuela, aunque claro al ser un año mayor que yo iría a un curso superior. Eso acrecentaba mi ansiedad y nerviosismo al respecto.

No es que me llevara mal con mis compañeros de clase, es que simplemente no tenía relación. Jamás había cruzado más que un educado y muy tímido "buenos días" con alguno de ellos. Sabía que al ser tan callado seguramente ellos pensaban que era raro, y eso me angustiaba, pero prefería guardarme en mi burbuja y no hacer nada al respecto.

Kuroo en cambio era diferente a mí. Sabía que el haría amigos instantáneamente y eso me asustaba bastante. Tenía miedo que me dejara atrás.

Y luego de muchas semanas de convivencia entre ambos, Kuroo empezó a conocerme cada vez más, y a perfeccionar un talento que con los años iría creciendo a niveles sorprendentes: saber lo que pienso solo con mirarme.

–¿Por qué estás tan nervioso Kenma? –me dijo lo más tranquilamente que pudo mientras caminábamos rumbo a nuestro primer día de clases.

–No me gusta la escuela. Estar con tanta gente... no me gusta...

–Vamos, tranquilo. Eres simpático y divertido, podrías tener muchos amigos si quisieras y ya no te molestaría estar con ellos.

–No necesito más amigos... ya te tengo a ti –dije en un murmullo avergonzado, aunque no estuviera orgulloso de admitirlo, empezaba a desarrollar una dependencia egoísta hacia Kuroo, pero a él no parecía molestarle.

–Por supuesto que me tienes a mí, y siempre me tendrás –sonrió como tanto me gusta-. Pero siempre es bueno tener más gente a tu alrededor.

Con dulzura tomó mi mano en un intento de tranquilizarme, lo cual logró, y así caminamos hasta llegar a la escuela. Una vez ahí nos separamos, cada uno a su respectivo salón. Al momento en que soltó mi mano la ansiedad volvió a mí pero me relajé cuando lo vi voltearse, sonreírme y decirme "nos vemos en el almuerzo". ¿Cómo era posible que palabras tan banales tuviesen tanto efecto en mí?

Temblequeando llegué a mi salón y me senté en un banco vacio casi al fondo junto a la ventana. El lugar ya estaba bastante lleno de niños, algunos que reconocía del año anterior, otros de otros cursos, y algunos que parecían nuevos. Como cada año se redistribuyen los alumnos de cada curso, nunca se tiene el mismo grupo de niños todos los años. Yo esperaba que este nuevo grupo me permitiera pasar desapercibido lo más cómodamente posible como el anterior. Básicamente lo que esperaba era que me ignoraran, y aunque eso me dolía un poco al mismo tiempo, era más tranquilizador.

La maestra llegó, hizo las correspondientes presentaciones y luego las clases comenzaron sin nada destacable. El primer periodo terminó, tendríamos un breve receso de unos minutos para ir al baño, conversar entre compañeros y demás; luego iniciaría el segundo periodo al que le seguía una hora libre de almuerzo y al finalizar esa hora el tercer periodo, para luego irnos a casa.

Aproveché los minutos que teníamos libres para sacar mi GAMEBOY y jugar un poco, esforzándome al máximo por ignorar mi alrededor tan ruidoso.

En eso estaba cuando una voz me sacó de mi concentración. Alcé la vista y vi parada junto a mí a una niña de mi clase.

–¿A qué juegas? –preguntó con una sonrisa.

–...Es...el juego se llama Sonic –contesté con voz apenas audible, me intimidaba hablar con los demás.

Bitácora de Kozume KenmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora