El segundo día...

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 Caminando hacia la nada, pero por el mismo lugar que el día anterior, esperando volver a sentir y a escuchar el poema más hermoso que el día me podría regalar. El cielo ya no tiene nubes grises, se ve el sol radiante combinando con el color azul de fondo y las nubes blancas que alguna vez fueron celestes en mis dibujos de niño. Mis pasos son más lentos, para intentar escuchar detenidamente esa melodía que invade mi mente y desordena mis pensamientos.

Miro hacia arriba esperando que Dios me regale ese sonido majestuoso. Espero poder volver a sonreír, me preparo para ser feliz, e intento quitar todo lo negativo de mi corazón, para darle la bienvenida a la felicidad.

 Comienzo a sentir, una brisa tocando mis mejillas y un aire puro entrando por mi nariz permitiéndome vivir. Todo parece muy tranquilo, la gente camina por al lado mío y ni si quiera lo notan, tal vez su mundo es igual de gris que el mío, quién sabe, a lo mejor es peor. Bajo mi vista al suelo para ver mis pies que se mueven al compás de la vida. Las cosas parecen normales, pero no para mí, me siento ansioso para volver a sentir aquella melodía que acarician mis oídos, ese bello sonido que me lleva al mundo perfecto, ¡Deseo sentirla! 

Camino pasos más adelante; tal vez fue aquí... tal vez está por llegar... tal vez ya se fue y vendrá mañana. Entonces decido volver a mi vida, a eso que llamo "vida". Cierro los ojos muy decepcionado, e ignoro la tristeza que me da no oírla y no sentirla.

Mis pies solo siguen moviéndose trasladándome hacia donde el destino me quiere. "Volveré mañana" pienso.

El día es de nuevo otra decepción más en mi vida.


Música clásica, el sonido de la vida[Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora