Música clásica, el sonido de la vida[Editando]

El cuarto día...

Hoy me encuentro en cama, mi nariz tapada, mi respiración ahogada. La garganta inflamada y mi voz ronca y arrastrada. Todo en mi mundo por el momento se encuentra enfermo. Miro por la ventana y el día está nublado. Las nubes grises y la claridad encandila mis ojos. Cierro las cortinas e intento pensar en todo. Todo para mí es nada.

Necesito sonreír de nuevo, necesito sentir que estoy vivo de nuevo. Miro hacia arriba, solo se ve el techo que me oculta del cielo. Pero aunque el cielo no me ve, yo lo veo a él.

Miro hacia delante y no hay nada que mirar, solo cuatro paredes que me ocultan del exterior, solo cuatro muros que me alejan de la sociedad.

Me levanto de la cama, y camino hacia la ventana aunque la claridad cansa mis ojos decido abrir las cortinas, abro las ventanas y respiro el aire de afuera. Un brisa acaricia mis mejillas y lo siento, siento que me llama, sé que en este momento está sonando, está esperando a ser oído.

Ignoro mi enfermedad y salgo de la casa, voy caminando hacia una dirección destinada por mí. Camino rápido para llegar antes de que se detenga, porque no falta mucho y cuando llego solo oigo un segundo de aquella melodía, y solo un segundo bastó para que mi alma se llenara de paz, de esperanza, de alegría, de amor. Amor es lo que siento al oír tan hermosa música.

Así fue, así lo sentía y así me enamoré por #primeravez en mi vida. Pero aún no sabía de dónde venía ni de quién se trataba o de qué se trataba.

Mañana regresaré, y te encontraré te lo prometo. Le prometo a mi corazón que volveré a sentir alegría y gozo de nuevo.