BLUE // Thorki

VIII

A veces cuando Vali está molesta, se pone contenta si es sostenida por Thor, cerca de su rostro. Le gusta acurrucarse junto a su clavícula, donde puede sentir el rugir de su voz junto a su piel. En ocasiones como esa, Thor le canta en gaélico, en tonos bajos que no disturben el sueño de Loki. Esa lengua está muerta por completo ahora, viviendo sólo en ellos a quienes se los enseñaron en la escuela y en los viejos dioses nórdicos que se rehúsan a dejar morir las cosas que aman. A Thor le gustan mucho estas noches, porque él no tiene que apartarse de Loki, que está durmiendo profundamente a su lado, respirando suavemente.

Ellos dos se habían perdido mutuamente tantas veces antes de llegar a buenos términos. Le es duro a Thor darle la espalda a su hermano ahora que hay aún más que perder.

Pero la necesidad llama y hay noches en que la bebé no va a tranquilizarse con el sonido del canto triste de Thor, así que él la saca a caminar bajo la luz de la luna en la media noche.

En la mayoría de estas noches, Loki apenas giraría un poco hacia el espacio vacío en la cama, estiraría el brazo y las piernas y caería dormido de nuevo. Pero, de vez en vez, la ausencia de Thor le dolería y lo haría levantarse y salir en búsqueda del rubio y la bebé.

Esta noche Loki encontró a Thor caminando a través de los jardines de su madre, Vali abrazada a su pecho, murmurándole suavemente. Le decía cuan triste y apenado estaba de que dos de las personas más importantes en su vida nunca fueran a conocerse. Que tan feliz estaba de que parte de su madre y de su hermano fueran a vivir siempre en su pequeña niña. Que él siempre esperó que la hermosura de Loki encontrara una forma de permanecer en los reinos. Que tenía la esperanza de que algún día Vali encontrara el amor y fuera bendecida con bebés – muchos de ellos – y que él sería feliz de cuidarlos mientras ella estaba ocupada (o incluso cuando no estuviera ocupada). Le decía que él la amaba tanto que lo alarmaba, y ella debía prometerle no ser una pequeña rebelde como sus padres fueron en su juventud, pues él no podría sobrevivir perderla a ella.

Thor trajo una suave lluvia y muy lentamente dejó caer una tormenta. Con cada relámpago de luz o el sonido del trueno, él cubría a su hija en besos y luego la arrullaba, haciéndola feliz. Así, siempre que ella escuchara una tormenta recordaría esa felicidad.

Loki entró al jardín, sollozando fuertemente, y Thor encontró muy gracioso que Loki llorara más ahora que era feliz que antes cuando su corazón estaba roto.

Y recordó que su corazón estuvo roto, también.

Recordó la desesperada determinación de su hermano la noche en que ellos concibieron a su hija. El dios de la fertilidad finalmente tuvo el permiso de cumplir su oficio. Temía que esa fuera la única oportunidad que Loki le diera y no quería desperdiciarla.

Pero Loki estaba verdaderamente ansioso. Quería unirse a su hermano. Hacer un lazo. Emparejar su amor y dejarlo correr libre por los reinos, crecer a partir de sus heridas y su historia. Ellos mismos, pero mejores. Nuevos. Feroces.