Los líquidos y preparados de hierbas calientes que la madre de Louis le obligaba a beber, alegando que mejoraría su estado de salud, lo tenían con las temperaturas altísimas, ahogándose en su propio cuerpo y arrojando oleadas de calor que se manifestaba en transpiración nerviosa. Según Jay, esa era una buena señal, pero a Louis no le hacía ninguna gracia estar constantemente con el flequillo mojado arrimado a su frente pegajosa y la nuca empapada de sudor, abanicándose con una revista de remedios caseros que halló abandonada en su mesa de noche. El único consuelo que Louis tenía en esos días de recuperación y rehabilitación era la brisa helada que entraba por la ventana y refrescaba tanto su cuerpo como sus pensamientos, junto con los extractos y jugos frutales fríos que Harry algunas veces le traía, buscando confortarle por ese medio.
A Louis le fascinaba la manera en la que Harry pretendía ayudarle con cada pequeña cosa que podía, y cómo siempre podía retroceder dos pasos cuando estaba llegando al límite de lo altruista, de modo que no conseguía sofocarlo. Se preocupaba, pero no de sobremanera ni sin sentido; le ayudaba, sin llegar a agobiarlo; le escuchaba, sólo cuando Louis quería hablar, y Harry tenía una habilidad especial para darse cuenta de ello. Quizás era por estas razones que Louis se hallaba tan enamorado. Había saltado de persona en persona toda su vida, algunas preocupándose demasiado cuando no debían y otras no brindando la suficiente importancia a cosas que deberían; Harry era totalmente lo contrario, y práctico, cariñoso, razonable y ecuánime, había llegado hasta el centro del corazón de Louis, cantando melodías dulces y besando suavemente a Louis cuando este lo necesitaba.
Y Harry era eso: era un trago fresco de zumo de manzana entre tanta discordia y tanto calor sofocante, un abrazo junto a la chimenea para protegerle del frío, una manta durante la noche sin que él tuviera que pedírselo. Lo único que Louis podía hallar desatinado en él podrían haber sido sus comentarios, pero incluso estos le levantaban el ánimo o mantenían a raya su egocentrismo, siempre en el momento indicado.
Quizás todo este sorprendente equilibrio y prudencia era sólo Harry siendo Harry, y Louis estaba viendo cualidades donde no las había por estar tan estúpidamente enamorado de él; y quizás esto hubiera sido malo, de no ser por la total correspondencia de Harry hacia todos los sentimientos de Louis. Cada cosa que uno pensaba del otro era inmediatamente igualada en intensidad, cantidad, cualidad; por lo que si Louis estaba totalmente ciego de amor o no, realmente no importaba.
Y ahora Louis sorbía zumo de naranja de una pajilla, sintiendo su garganta tremendamente aliviada y una ligera brisa agitar los cabellos de su cabeza graciosamente, mitigando los últimos ripios del ahogamiento que había sentido con ese puchero de pollo con el que su madre saltó como a las dos de la tarde, alardeando sobre sus dotes culinarios para con Louis, mientras el propio Louis intentaba no lloriquear. Harry había llegado a las cuatro de la tarde con una sonrisa y una tarta de fresas, más la botella escondida en la mochila y un par de buenos libros para leerle a Louis; siempre apareciendo como ese pedazo de cielo que sobresale testarudo entre acumulaciones de nubes grisáceas, brillante y esperanzador.
"Resulta extraño pensar que, cuando uno teme algo que va a ocurrir y quisiera que el tiempo empezara a pasar más despacio, el tiempo suele pasar más aprisa." leía Harry, sentado en la silla de ruedas que tenía Louis en su cuarto, con los pies cruzados a modo de indio y el libro apoyado entre sus piernas, siempre sonriente, siempre sereno. "Los días-"
"Mentira." masculló Louis, mordiendo una de las galletas que Harry tenía escondidas muy al fondo de su mochila, donde Louis se había puesto a rebuscar hacía un rato. Harry, al darse cuenta, le arrebató el paquete de un manotazo. "¡Hey! Me privan de mis alimentos aquí. Policía, vengan a rescatarme."
"Es porque no queremos que te dé diarrea. A menos que tú lo quieras." Harry le miró con ambas cejas alzadas, y como Louis parecía querer decir alguna de sus gracias, sacudió la cabeza prontamente. "Mejor no me respondas." Louis se rió. "¿Por qué dices que es mentira?"