Lo habéis quemado todo, cada resquicio de mi alma y ahora ya no queda nada. Tras las dentelladas los huesos del sueño de una niña. Cenizas que se difuminan en el viento. Os lo habéis comido todo hasta dejarme sin aliento. Mentiras, rechazos, reproches, apatía, engaños, dejadez, negación y más desgana, uno a uno los puñales en mi cuerpo. Y del futuro que dibujó una niña ya no quedan ni los restos. Pinceladas de color, de casas, de ilusión, de sonrisas melladas, de puestas de sol. Y ahora ya no queda nada. Sueños copiados que creí me llenarían el corazón. Pero esas historias son para los afortunados que encontraron el equilibrio antes de acumular mil heridas que les impidan ser quien son.
Pero entre zancadas perdidas encontré mi camino, sin rosas, el de mis verdaderos sueños, el de mi destino.