La piel por un suspiro. El corazón por un latido. Caminar sin rumbo en un mundo perdido, derruido, corroído por un espíritu que nos aleja, que nos hace ajenos a nosotros mismos. Que nos hace de metal y plástico en vez de de carne y piel. A veces excitada por este ritmo frenético que tiene la vida, que nos impulsa a seguir, a luchar por cada bocanada de aire. Otras abatida, como una hoja a merced del viento. Maniatada ante lo inhumano y distante que es el mundo. ¿Cómo tapar el sol con un dedo siendo una pequeña mota en este universo? ¿Cómo respirar en un mundo en el que el aire quema? No nací para dejarme llevar por la corriente, no por falta de esfuerzo, sino porque mi naturaleza es más ambiciosa que toda esta desolación, que todo este mundo roto que boquea en su último aliento.
Me pregunto si en un futuro seremos capaces de ver más allá del oro, más a allá de la piel o de lo inmediato. Si decidiremos vivir con un corazón en la mano en vez de venderlo por trapos baratos...
Me pregunto si volveremos a ser humanos...