Tenía 5 años, y mis padres quisieron que yo me adentrara en el movimiento scout. En realidad me llevaban ya que no me podía quedar solo en la casa, debido a que mi hermana iba y mis padres también.
A mi me encantaba ir, era muy divertido, pasaba el tiempo y era simplemente genial. Hacía actividad con la manada, la rama más pequeña en mi grupo scout, ya que era para niños de 7 a 11 años. Iba todos los sábados y siempre volvía con una enorme sonrisa en mi rostro.
Pero un día, no recuerdo el porque, dejé de ir. Ya apenas recordaba el grupo scout y no recordaba lo bien que lo pasaba ahí. Los sabados se habían convertido en días de mirar tele y jugar computadora y quizás alguna vez salía de casa.