Bailemos

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Regina estaba preparando la cena para la noche especial que tenía en mente junto a la profesora. Lo tenía todo organizado: unas velas aromáticas, un buen vino, pétalos de rosa... Quería hoy avanzar a pasos agigantados con Miriam, por lo que debía de estar todo perfecto, para ella. Al estar preparada su famosa lasaña y la mesa en condiciones, fue a prepararse. Se puso un vestido negro ajustado junto a unos tacones. Se pintó los labios de un rojo carmesí y en estar preparada, decidió esperar en el sofá, a que su invitada llegara.

Miriam se encontraba casi lista para salir de casa, tan solo le faltaba acabar de arreglarse y ya podría irse. Acabó de maquillarse y en estar preparada, respiró profundamente y salió de casa, perdida en sus pensamientos.
Cuando llegó a la casa de la alcaldesa, respiró profundamente de nuevo y llamó a la puerta.
Regina, al oír el timbre se levantó de seguida y fue a la puerta, abriéndola al ver por la mirilla que se trataba de su invitada.
"Buenas tardes, Alcaldesa."
"Llámame Regina, por favor." Se puso a un lado, invitando a la otra a entrar. Cuando lo hizo, cerró la puerta, guiándola después a la mesa. "Lamento decirte que Henry está en la cama durmiendo, se encontraba mal del estómago, así que tendremos que cenar a solas."
"De acuerdo, espero que Henry se recupere pronto." Se sentaron una en frente de la otra, y Regina abrió la botella de vino, sirviendo para las dos. Miriam observó los detalles de la mesa, viendo que Regina quería tener una cena romántica. Cada una cogió su copa e hicieron un brindis.
"Por nosotras." Bebieron un poco del vino y dejaron la copa en la mesa.
"Muchas gracias por haberme invitado a tu casa y haberme hecho un hueco en tu apretada agenda."
"Es un placer compartir cena contigo, Henry me ha hablado muy bien de ti."
"Henry es un niño muy especial para todos los profesores, le tenemos mucho aprecio." Regina sonrió de lado y bebió un poco más de vino.
"Me halaga oír esas palabras." Se levantó y sacó la lasaña y la puso en la mesa, sirviendo a las dos. Miriam la probó y se quedó con los ojos abiertos de par en par.
"Es la mejor lasaña que he probado jamás, me tienes que pasar la receta." La Alcaldesa se relamió los labios.
"Tiene un ingrediente secreto, no lo puedo decir, pero siempre serás bien recibida para comerla." Comenzaron a comer, mientras que se lanzaban alguna que otra mirada.
Finalizada la cena, Regina invitó a su invitada a bailar.
"Oh, yo no sé bailar muy bien, Regina."
"Yo te enseño." La reina cogió las manos de la otra y la atrajo hacia ella, quedando a escasos milímetros de los labios. Miriam se sonrojó levemente y apartó la mirada. Regina encendió la música y comenzaron a bailar, pasando la alcaldesa una mano por la cintura de la otra. "Para decir que bailas mal lo estás haciendo muy bien."
"Gracias, tú parece que lleves mucho tiempo de práctica."
"Si tú supieras..." Sonrió ladinamente, mientras que cada vez se iba acercando más a la otra, quedando a nada de besarse, pero Miriam se apartó, completamente roja.
"Creo... Que debería irme."
"Oh querida, no deberías huir de mí." Regina acarició su mejilla con ternura, viendo como la otra se iba poniendo más nerviosa. "Espero volver a verla pronto, querida."
"Que duerma bien, y salude a Henry de mi parte." Miriam recogió sus cosas y se fue de allí, completamente roja.

Miriam, de camino a casa, se encontró a Zelena, que estaba tirando la basura. La pelirroja, al verla, se mordió el labio, con fuerza.
"Hola Miriam, estás muy guapa."
"Gracias Zelena, a ti ese camisón te favorece muchísimo."
"¿Qué tal la cena con la Alcaldesa?"
"Intentó besarme, pero me aparté. Por lo demás bien."
"¿Siempre ha sido así de insistente contigo?"
"Que yo recuerde... Sí." Zelena gruñó por lo bajo, viendo que tendría que rendir cuentas con su hermana en un futuro no muy lejano.
"¿Quieres pasar a casa?" Sugirió la pelirroja, acariciando el hombro de la contraria.
"No quiero ser una molestia, pero te lo agradezco." Zelena se acercó a ella, cogiendo las manos de la contraria.
"No digas eso, tú nunca vas a ser una molestia." Miriam se sonrojó levemente y sonrió con ternura.
"Eres un cielo." La bruja la arrastró a su casa, haciendo que se sentara en el sofá. "Tienes una casa muy bonita."
"Muchas gracias, ¿quieres algo de beber?"
"No, gracias." La pelirroja se sentó a su lado, sonriendo con ternura.
"¿Quieres quedarte a dormir? Ya es tarde y no quisiera que te pasara nada."
"No no no, no quiero molestar."
"Ya te he dicho que no molestas, cabezona. Voy a por tu pijama, no huyas eh."
"Jamás querría huir de ti." Susurró la chica. Zelena se mordió el labio y cogió de su habitación un camisón verde, uno de sus favoritos. Volvió al comedor y se lo entregó.
"Espero que sea de tu talla."
"Seguro que sí, ¿dónde está el cuarto de aseo?"
"Al fondo a la izquierda." Miriam cogió el camisón y fue a cambiarse. Zelena, mientras tanto, se quedó en el comedor , intentando comprobar si en aquel reino ella podía usar la magia, al igual que su hermana. Apuntó con la mano a la chimenea, y, tras varios intentos, se encendió. Sonrió de lado al ver que conservaba parte de sus poderes. En esos momentos Miriam salió del cuarto de aseo, y la pelirroja no pudo evitar quedarse boquiabierta al verla, ese camisón le quedaba como anillo al dedo.
"¿Ocurre algo?"
"Nada nada, ven, que he encendido la hoguera para que no pasemos frío." Ambas se sentaron en el sofá, acurrucándose para estar más juntas.
"Sé que puede sonar muy raro, pero tengo la sensación de que esto ya lo hemos hecho antes."
"Tal vez lo hayamos hecho, en otra vida, quién sabe." Zelena soltó un suspiro y abrazó a su contraria. Miriam apoyó la cabeza en su hombro y cerró los ojos, quedando sin poder evitarlo dormida. La pelirroja sonrió a más no poder y besó su mejilla, acariciándosela después. "Te prometo que te haré recordar todo, tan solo dame tiempo." Susurró en su oído. Apagó la chimenea y se quedó dormida.

Wicked always wins.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora