Reina y plebeya

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Miriam fue la primera en despertar, algo dolorida por haber dormido en el suelo. Cuando vio que Zelena seguía allí durmiendo, no pudo evitar sonreír. Besó su frente y se levantó, para preparar el desayuno para ambas. Preparó dos chocolates calientes y tortitas. En estar todo preparado fue a despertar a la pelirroja, moviéndola con delicadeza.
"Zelena... despierta" La chica gruñó por lo bajo y se dio la vuelta, aún dormida. "Que dormilona eres" Sonrió y volvió a intentarlo, esta vez teniendo éxito.
"¿Ya es de día?" Se frotó los ojos y miró a su profesora favorita. "Ojalá despertar así todos los días" Ambas se levantaron del suelo y fueron a desayunar. Mientras que comían fueron recordando la noche anterior, con una sonrisa cada una en la cara.
"¿Hoy tienes que trabajar?" Preguntó Miriam.
"Sí... por desgracia."
"Bueno... pues ya nos veremos otro día, ¿no?"
"Ni lo dudes" Volvieron a sonreír y comenzaron a acariciarse las manos. Recogieron todo y se despidieron.
Miriam al ser fin de semana tenía el día libre, así que dedicó parte de su mañana en limpiar la casa, ponerlo todo en orden...

Regina se estaba poniendo guapa para su amada, al saber que hoy daría un gran paso. Respiró profundamente y salió de casa, en dirección hacia la de la profesora.
Antes de llamar a la puerta preparó el frasco. Llamó y cuando abrió la puerta... tiró el hechizo. La chica, justo antes de que cayera al suelo Regina la cogió en brazos, sonriendo de lado. 'Ya eres mía' Pensó. Se arrodilló, comenzando a acariciar su mejilla, hasta que finalmente despertó. Miriam miró algo confundida a la Alcaldesa, ¿qué hacía aquí y que había pasado?
"¿Regina?"
"Shh... tranquila. Acabas de desmayarte, pero te cogí a tiempo para que no te hicieras daño. ¿Te sientes mejor como para levantarte?" La chica asintió con la cabeza. Se levantó con cuidado, gracias a Regina. Entraron, cerraron la puerta y se sentaron en el sofá. "¿Mejor?"
"Sí... pero no entiendo cómo ha pasado, no recuerdo nada... pero te agradezco de que estuvieras allí." Le sonrió con dulzura. La Alcaldesa cogió su mano, comenzando a acariciarla con delicadeza.
"Debéis de estar agotada, déjame que cuide de ti." La chica negó con la cabeza.
"No quiero ser una molestia para ti, Regina..."
"No lo eres en absoluto" Puso una mano en su mejilla, comenzando a acariciarla. Después fue acercando sus labios, dándole un beso en su frente, dejando la marca del pinta labios. "Será un honor cuidar de ti. Ahora túmbate en la cama, que de lo demás me ocupo yo." Y eso hizo, se fue a la cama y la otra se sentó a su lado.

Zelena no podía quitarse de la cabeza la gran noche que tuvo junto a su profesora favorita. Deseaba tanto poder recuperarla... pero ya quedaba menos para que la poción estuviera hecha, o al menos eso esperaba.
Mientras que trabajaba no paraba en recordar los buenos tiempos en los que ella y Miriam eran felices en el Bosque Encantado: 0 preocupaciones, pasaban todo el día juntas... lo echaba mucho de menos. Tenía pensado sorprenderla con un ramo de flores, sabe perfectamente que le encantará.
"Miriam... ojalá pudiera hacerte recordar todo lo que hemos vivido" Soltó un suspiro y continuó trabajando.

En casa estaban haciendo muy buenas amigas Regina y Miriam. La chica le parecería que la Alcaldesa era una buenísima persona, así que decidió dejar los prejuicios atrás y darle una oportunidad. La reina sabía que todo iba en la buena dirección, ahora lo que le tocaba hacer era quitarse del medio a su hermana.
"Ahora que eres mía... he de quitarla del medio" pensó.
"Regina, ¿seguro que quieres quedarte conmigo?"
"Lo quiero más que nada. Voy a preparar la comida, tú descansa." Se levantó y fue a La Cocina, sonriendo de lado. Miriam se sentía completamente agotada, así que cerró los ojos, para descansar un poco.

Zelena nada más acabar su turno fue corriendo a la floristería, comprando las rosas más bonitas que habían. Iba caminando a paso acelerado, deseaba verla ya.
Tocó el timbre y escondió las flores en su espalda, para que nada más abriera las daría. Pero para su sorpresa abrió la puerta Regina, causando tensión entre ellas dos. La hermana menor sonrió de lado.
"¿Qué haces aquí, Regina?"
"Fue a ver a Miriam esta mañana y se desmayó. No la quería dejar sola, así que aquí estoy, cuidándola. Tú eres la que no pinta nada aquí."
"Piérdete." Chocó con ella a posta y entró a casa, entrando en la habitación donde estaba su amada. La encontró profundamente dormida, y no pudo evitar sonreír, parecía un ángel. Dejó las flores en un jarrón con agua y se sentó a su lado, no quería abandonarla. Regina estaba muy furiosa de que su hermana lo estuviera estropeándolo todo.
"Querida, no se que buscas con ella, pero deberías rendirte, se merece a alguien mejor que tú, como por ejemplo..." se aclaró la garganta. "Yo. Tú eres una vulgar plebeya, en cambio yo soy la reina del lugar."
"¿Sí? Pues deberías temernos, pues buscaremos la república" Se miraron a los ojos, podían transmitir y recibir el odio de cada una. Pero tuvieron que dejar la pelea, pues Miriam se despertó. Al ver a su pelirroja favorita no pudo evitar abrazarla con fuerza, se alegraba mucho de verla. Regina gruñó por lo bajo y fue a continuar la comida. "¿Viste las flores? No son tan bonitas como tú, pero... te las mereces."
"Son preciosas, aunque se cierta pelirroja que lo es aún más." Volvieron a abrazarse. Zelena fue a poner las flores en un jarrón con agua y volvió, tumbándose a su lado.
"¿Te encuentras mejor?"
"Sí, no sé porqué me desmayé, no estaba mareada ni nada..."
"No te preocupes, estoy aquí para cuidarte"

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⏰ Última actualización: May 29, 2017 ⏰

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