Número de teléfono

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Cuando la maldición de Regina alcanzó todo el Bosque Encantado, todos llegaron a una misteriosa y nueva ciudad, llamada Storybrooke.
Cada persona tenía una nueva vida, completamente distinta de la que tenían en el bosque. Cada persona tenía una nueva memoria, no cabía la posibilidad de que alguien recordara algo, o eso pensaba Regina, la Alcaldesa del pueblo.
La reina paseaba por la ciudad, mirando a todos por encima del hombro. Ella era la única que lo recordaba todo, y saber que nadie podría romper el hechizo, le hacía sonreír con cierta malicia. A lo lejos vio a Charming y a Snow, dándose la mano a modo de presentación. Regina soltó varias carcajadas por lo bajo y continuó con el paseo.
Llegó a su pequeña mansión y se asomó por el pequeño balcón de su habitación, observando al pueblo. "Si yo no soy capaz de obtener mi final feliz, nadie lo hará." Pensó. "Y para que mi querida hermana lo tenga más complicado todavía, intentaré conquistar el corazón de su amada." Se relamió los labios.

Desde el punto de vista de Zelena, antes de que se lanzara la maldición fue a ver a Rumpelstiltski, el creador de la maldición, para ver si había alguna manera de evitar que le afectara el hechizo. Para su suerte, había una opción, en la que consistía en traerle al Dark One su objeto más preciado, para que pudiera ponerle unos polvos mágicos. Lo malo era que solo quedaban polvos para 1 persona, y sabiendo lo que podría pasar, Zelena se despidió de su amada, prometiéndole que volverían a estar juntas.
Zelena le entregó una caperuza de telas verdes de Miriam a Rumpelstiltski, y éste le echó los polvos.
La pelirroja había acabado su turno en el hospital, así que salió y fue en busca de Miriam, deseando poder tener la ocasión de hablar con ella, para comprobar hasta qué punto le había afectado el hechizo. Pasó por el colegio y sin prestar atención, chocó con ella, haciendo que varios papeles cayeran al suelo.
"¡Mis disculpas!" Miriam le ofreció la mano a la pelirroja, junto a una pequeña sonrisa. Zelena, al reconocer la voz, el enfado se disipó y cogió los papeles del suelo, ofreciéndoselos.
"La culpa es mía, Miriam, te pido perdón." Miriam guardó los papeles dentro de una carpeta.
"No digas bobadas." Sonrió levemente. "¿Has acabado por hoy?"
"Sí, y doy gracias de que no tengo que hacer turno de noche." Zelena soltó un pequeño suspiro. "¿Tienes prisa por ir a casa?" A lo que la profesora negó con la cabeza. "Perfecto, ¿quieres comer conmigo en Granny's? Así podemos conocernos un poco mejor."
"Me parece una idea estupenda, ¿vamos?" La pelirroja asintió con la cabeza y fueron juntas al bar.
Se sentaron una enfrente de la otra. Zelena no podía quitarle el ojo de encima, el pensar que hasta hace apenas unas horas estaban juntas y que ahora ni siquiera se acuerde de ella... Le dolía bastante, pero también es una oportunidad de hacer las cosas bien, por ella. Miriam pasó la mano cerca de su cara, para reclamar su atención. "¿Pasa algo? Te habías quedado embobada."
"Oh, perdona. Sé que puede sonar raro, pero tengo la sensación de que nos conocemos de hace mucho tiempo."
"Qué forma tan peculiar de ligar tienes." Miriam se rió durante unos segundos. "Es broma, ahora en serio. Yo también tengo esa sensación, pero nos conocimos hace unos meses en el colegio, ¿recuerdas?"
"Por supuesto, no lo he olvidado." Ruby se acercó a ellas, guiñando un ojo a las chicas.
"¿Ya sabéis que vais a tomar?" Dijo mientras que sacaba su pequeña libreta para apuntar.
"Yo quiero el menú del día, ¿y tú, Zelena?"
"También."
"Muy bien, en estar preparado lo traigo." La camarera se despidió y entró a la cocina. En esos momentos entró Regina a Granny's, mirando de reojo a la mesa donde se encontraban Zelena y Miriam. Se acercó a ellas, para romper el momento.
"Muy buenas, Miriam. Hola, Zelena." Miriam tragó un poco de saliva, la figura de la Alcaldesa imponía bastante, pero Zelena se dignó a contestarle, de la forma más fría posible. "Henry me ha comentado sobre la exposición creativa."
"Oh sí, gracias por recordármelo. Creo que si fueras con él podría mejorar vuestra relación."
"¿Insinúas que tenemos una mala relación?"
"No no... Pero..."
"Tranquila, la veré allí." Se despidió de ambas y se fue a su casa. Cuando la alcaldesa se marchó, la profesora soltó un pequeño suspiro, haciendo que la tensión disipase. Zelena llevó una mano a la de la contraria, comenzando a acariciarla para que se tranquilizase.
"Gracias."
"No las des." Ruby trajo sus pedidos, comenzando después a comer, hablando un poco de la forma de ser cada una. Cuando acabaron, Miriam fue a sacar la cartera, pero Zelena lo impidió. "No querida, antes nos chocamos por mi culpa, insisto."
"Fue culpa mía, insisto." Ambas se miraron fijamente, pero sin crear tensión entre ambas. "Pago yo, y así me asegura que quedemos otra vez." Zelena sonrió para sus adentros al oír su propuesta.
"Está bien, pero no te acostumbres a que pagues en mi presencia." Miriam sonrió levemente y pagó. Ambas se pusieron sus abrigos y salieron de allí, en dirección a casa de la profesora. Al llegar, Zelena se acercó un poco más a la otra, colocando un mechón detrás de su oreja. Miriam se sonrojó muy levemente, apartando la mirada.
"Gracias por acompañarme, toma, mi número de teléfono." Miriam le dio una tarjeta, con un pequeño corazón en una esquina. Zelena lo cogió con fuerza. "Siempre que quieras algo, me tienes por aquí."
"Nos veremos pronto." Se dieron un abrazo y la profesora entró en la casa. La bruja respiró profundamente, notando el pulso del corazón.
Tomó su camino para volver a casa, encontrándose con el señor Gold. Ambos se miraron de reojo, intentando Zelena descifrar si él recordaría algo o no, pero lo dejó estar por el momento.

Wicked always wins.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora