Capitulo 2: Realidad

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En la escuela, nos enseñaban que, cuándo construyeron el muro, el lado mutado sufrió grandes catástrofes naturales. Las fuertes tormentas y tornados que hubieron, causaron una devastación total. Pero lo que tengo frente a mí no era nada como lo que describían.

En donde me encuentro no quedan más que cenizas. No hay ni un árbol, solo rocas gigantes. A lo lejos logro ver lo que espero sea un bosque. Está más que claro que lo causó tanto estrago y destrucción no fueron las tormentas. Ni siquiera un tornado puede ocasionar esto. Acá fueron lanzadas bombas. Cientos de bombas. En la zona en la que me encuentro no corre una vida. Sinceramente no se que esperaba, pero definitivamente no esto.

Comienzo a caminar sin saber exactamente muy bien a donde ir. El aire es pesado. Golpea contra mí una brisa fresca. Un día, escuchando una conversación de mi madre con sus amigas, escuché que el clima aquí es distinto. Hace demasiado calor durante el día pero las noches son heladas. Miro al cielo, deduzco que será no más de las doce del mediodía. Tengo todavía suficiente tiempo para encontrar algún lugar en el cuál pasar la noche, pero no se si llegaré al bosque a tiempo.

Empiezo a caminar rápido. Miro todo a mi al rededor y respiro agitádamente. A cualquier mínimo movimiento me altero y miro hacia los costados. Pero es inútil. Aquí no hay nada.

Entonces empiezo a pensar. ¿Que es lo que espero encontrarme aquí?. Nunca había pensado esto. Me imaginaba un lugar verde, con árboles cortados y todo, pero este lugar es la nada misma. Y las personas mutadas... toda mi vida las pensé como personas con cuerpos raros, tres ojos y esas cosas pero ahora que lo pienso mejor dudo. En el libro describían que las mutaciones generaban pequeños cambios físicos. No tan drásticos como algunos piensan. Si es que adquirieron mejor vista sus ojos serían solo mucho más claros que lo normal. Los que ven bien de lejos tendrían ojos celestes muy claros y los que pueden observar hasta la cosa más pequeña de cerca serían marrones pardos. Si hubieran adquirido velocidad sobrehumana tendrían cuerpo más ligero y delgado . Los que adquirieron resistencia al frío tienen una piel de un color más blanca que lo normal. Y los que adquirieron inmunidad...

Creo que serían normales. En el libro no describían ningún cambio físico en estas personas. Sus ojos no tendrían un color extraño, su cuerpo no sería tan liviano, su piel sería de su color natural. Solo que dentro de ellos sus células evolucionaron.

No tengo idea de si queda alguno en este lugar. Ni donde viven. Si lo hacen solos o en comunidad. Si su cerebro es humano o ,con el tiempo, se volvió como un cerebro de animal dispuesto solo a cazar.

El miedo se apodera de mí como nunca antes lo había hecho. Nunca medí esto. Nunca pensé de verdad lo que hacia. Nunca lo hago y eso siempre me trajo problemas.

En un acto de locura empiezo a correr. Corro, corro y corro. No se por cuanto tiempo lo hago exactamente pero mis piernas comienzan a cansarse. Delante de mí se empieza a acercar el bosque, pero todavía se encuentra demasiado lejos. Mi boca se empieza a secar y mi estómago a crujir. Una persona puede sobrevivir días sin ingerir alimentos pero agua...

Debo encontrar un lago. Un arroyo. Algo. Mi pies ya duelen. Nunca había corrido tanto, ni siquiera en las clases de atletismo a las que asistía en la escuela. En el lado bueno la exigencia física no existía. Las personas se mantienen delgadas por tratamientos y esas cosas.

Miro hacia el cielo y veo que se está llenando de nubes. Conozco ese color gris oscuro, casi negro. Se acerca una tormenta. Una fea y eléctrica tormenta. A unos cuantos pasos logro divisar unas rocas que se unen formando una especie de cueva. Hago un último esfuerzo para correr hacia allí.

La cueva no es demasiado grande. Pero al menos me protegerá hasta que acabe la tormenta. Por primera vez en muchas horas me siento protegida y a salvo. Aunque sea solo por un corto período se tiempo.

Ya dentro de mi cueva me siento. Lanzo un suspiro de alivio al liberar mis pies de esas incomodas y dolorosas botas. La lluvia no tarda en comenzar. Al principio lenta, pero cada vez más fuerte. Una idea pasa por mi mente al instante que veo las gotas cayendo sobre la fría tierra. Agarro la mochila que se me dió y tiro todo al suelo. Rápido logro divisar una botella de plástico. La abro con la esperanza que haya algo de agua pero está vacía. La coloco fuera de la tienda esperando que se llene con el agua de lluvia. La botella no es ni tan grande ni tan pequeña, pero su tamaño es suficiente para al menos almacenar el agua que necesitaré por los próximos dos días. Luego de asegurarme de que esta este algo enterrada en el lodo para así evitar que se vuele con los fuertes vientos , me concentro en las demás cosas.

Encuentro una bolsa que contiene algo de frutos secos y de pan. Mi cara se ilumina de alegría. Si como un poco por día me puede llegar a durar como cuatro días, solo debo ser cuidadosa con la cantidad que ingiero.

Encuentro una soga que no entiendo bien para que me servirá. Una remera negra idéntica a la que llevo puesta y ,además, ropa interior limpia.

También hay un papel plegado. Lo abro y me encuentro con algo que sinceramente no me esperaba. Un mapa. Lo empiezo a ver y veo que tiene puntos marcados con rojo. El primero es un punto en el medio. Segundos después logro entender que ese es el lugar en que me dejaron. Luego de esto, ya por la zona en la que está en bosque, hay dos puntos. Pero con mucha lejanía uno del otro. Me quedo estudiando el mapa hasta poder descifrar en donde me encuentro yo. Cuándo por fin me encuentro veo que estoy a unos tres días del punto que se encuentra más a la derecha. Algo me dice que tengo que dirigirme ahí.

La tormenta sigue golpeando con fuerza la tierra y al parecer durará el resto del día y toda la noche así que mañana a la mañana emprenderé el viaje.

Empiezo a guardar todo en la mochila de nuevo pero cuando despliego la campera que hasta ese momento se encontraba doblada, se cae al suelo un pequeño cofre de color negro.

Lo tomo en mis manos y lo abro. Adentro esta el collar que encontré cuando era pequeña. Lo saco del cofre y trazo los bordes del árbol sin hojas que cuelga de una cadena plateada. No entiendo como llego esto aquí. Cuando me llevaron a la comisaria me despojaron de todas mis prendas ,el collar se encontraba en uno de los bolsillos de mi chaqueta. Me lo coloco en el cuello y vuelvo la vista al pequeño cofre. Hay un papel doblado. Lo agarro y lo abro. Me toma segundos darme cuenta que se trata de una carta.

Saludos, señorita Lydia. Esperamos que se encuentre bien. No nos presentaremos para ocultar nuestra identidad pero al menos nos gustaría decirle algo de nuestros planes. Le dimos un mapa. Usted se encuentra en el punto del medio. Nos encargamos que la dejaran en ese preciso lugar ya que le sería más fácil caminar hacia cualquiera de las dos tribus. Le mandamos ropa limpia y algunos alimentos; los suficientes como para que pueda subsistir por lo menos una semana si ingiere raciones demasiado pequeñas. Supongo que en este momento se estará preguntando por que la estamos ayudando pero eso no es algo que podramos revelarle... Al menos no por ahora. Le deseamos mucha suerte. En especial cuando llegue a alguna de las tribus. Ahí las cosas son muy diferentes a lo que usted conoce hasta este momento.
                                                            -R

La Carta me deja mas confundida de lo que ya estaba. ¿Tribus? ¿ Quien será R?. No entiendo como puede ser que me estén ayudando a subsistir en el lugar que debería ser mi muerte. Muchas preguntas hacen que mi cabeza este a punto de explotar pero hay una que no me deja tranquila desde que terminé de leer esa carta.

¿Yo fui enviada aquí por alguna razón?

Mutados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora