Capítulo 1: Expulsada.

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Nunca creí que me pudiera llegar a pasar esto. Sabía de alguna personas a las que les había ocurrido, pero nunca pensé que yo iba a ser una de ellas. Estoy parada frente al avión que me llevará al lugar donde tendré que cumplir mi castigo. Mi madre siempre me dijo que el peso de mi curiosidad algún día me llevaría por el mal camino y terminaría con mí expulsión. En el mundo de antes, la curiosidad estaba bien vista, pero ahora, donde nadie sabe verdaderamente como fueron las cosas, ser curioso es el peor crimen.

Nunca me tragué del todo lo que me decían los políticos. Todos hablaban de que, hace unos 200 años, hubo personas que mutaron. Se volvían malas para la misma humanidad. Causaron estragos y sufrimiento. Asi qué decidieron crear un muro. Los mutados se quedaban del lado de afuera, expuestos a todas las enfermedades y a todo peligro. Los privilejiados, osea los no mutados, se quedaban del otro lado del muro. El lado seguro. Donde no hay enfermedad. Donde no hay peligro. Donde todo el mundo está a salvo.

Nunca me convenció del todo esa historia. Cuando era niña, estaba jugando en el sótano de mi casa en ese entonces y encontré una caja al fondo de todo. La abrí, pensando que adentro habría más juguetes, pero lo que encontré me sorprendió . Estaba llena de libros con portadas de colores y también había algunos objetos. Dejé inmediatamente los libros de lado y me enfoque en lo que había en el interior de la caja. Encontre cosas inútiles como por ejemplo una chuchara y hasta un destornillador, pero más al fondo de la caja encontré algo que llamó mi atención inmediatamente. Era un collar. Tenía una cadena plateada y un dije en forma de árbol con todas sus hojas cortadas. Solo estaban las ramas peladas. Lo agarré y lo llevé a mi cuarto. Lo escondí abajo de una tabla de madera que estaba suelta.

Fuí creciendo y me había olvidado ya de ese colgante y de esa misteriosa caja. Pero cuándo cumplí los trece años, llegó el día de mudarnos. Estaba guardando todas mis pertenencias en una caja cuando de repente lo recordé. Fui corriendo a levantar la madera floja y ahí estaba. El collar del árbol con las ramas peladas. En ese mismo instante corrí al sótano. La caja seguía ahí. Agarré todos los libros y los escondí en mi equipaje rogando por que a mi madre no se le diera por revisar el sótano.

Una vez en mi nueva casa los leí. Todos los libros hablaban de la vida. Del cuerpo humano, de la evolución de los seres vivos. Cada página me intrigaba e interezaba más. Pero lo que más me llamó la atención fue un libro. Este hablaba de las mutaciones genéticas que pueden llegar a ocurrir en un futuro de la humanidad. Entre ellas se encontraban la inmunidad, la resistencia al frío, una vision que llegue a más de 10 km, y muchas más. Esas páginas del libro estaban todas subrrayadas con marcadores de colores y había anotaciones a los costado pero nunca pude entender lo que decían. Eran de un lenguaje que no conzco. Me las aprendí de memoria de tanta veces que las releí tratanto de encontrar su significado.

Ya cuando tenía quince años comenzaron los problemas. Me escapaba de mí casa a la noche para ir a observar al muro de cerca. Faltaba a clases solo para ir y estudiarlo. Tenía que esconderme entre los arbustos ya que cientos de guardias cubrían esa pared gigante. Pero una noche mi madre me pilló. Me siguió cuándo me escapé y me detuvo a unas calles del muro. En ese momento le dije que me escapaba de casa para verme con un chico. Ella se creyó mi historia, ya que después de todo, no era más que una adolecente. Así pasaron dos años. Fui creciendo y fuí adquiriendo conocimientos. Ya me sabía los horarios de los guardias y que días había menos controles. Asique un día, precisamente anoche, fuí con el objetivo de trepar el muro para ver que hay del otro lado. Como estaba hecho de piedras, escalar se me hizo más fácil de lo que creí. Cuando ya prácticamente me encontraba arriba una alarma sonó y una corriente electrica me invadió el cuerpo. Habían activado la elecetricidad. Alguien me habia visto. Involuntariamente me solté del muro y comence a caer de espaldas. Pero una red me atrapó. A penas puse un pie en el piso un policía me esposó las manos. En ese instante se calló el libro que estaba escondiendo a dentro de mi chaqueta. Era el libro que contenía toda la información sobre mutaciones genéticas. Un soldado se agachó y lo agarró, empezó a hojear cada una de las páginas. En su mirada se veía la preocupación de que yo tenga posesión de ese libro.

Mutados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora