Capitulo 4: ¿Quien eres tú?

16 3 1
                                    

El dolor que sentía en mi muñecas fue la causa de que me despertara. Las sogas que las mantienen atadas están demasiado apretadas. Un momento...

¿Sogas?

Abro los ojos inmediatamente y me encuentro con que estoy en el mismo lugar donde me quede dormida, pero la diferencia es que mis manos y pies están atados fuertemente por sogas. Empiezo a mirar hacia todos los lados buscando al causante de todo esto.

A lo lejos veo a bestia, él está tranquilamente dormido sin percatarse de lo que ocurre a su alrededor. Veo que mis cosas están todas salidas de mi mochila y esparcidas en el suelo. El mapa esta abierto. Comienzo a mover lentamente mis manos para liberarme de la cuerda que las mantiene juntas pero el dolor es tan fuerte que no puedo seguir. Mis muñecas deben de estar a carne viva.

Se siente un ruido detrás mío. Me giro hacia bestia, pero el perro sigue dormido como si nada hubiese pasado. Me comienzo a alarmar ya que el perro parece no tener reacción. Otro ruido nuevamente hace que todo dentro mio se sacuda con terror. Comienzo a respirar agitadamente. Los ruidos siguen y cada vez se escuchan más cerca. Ahora puedo ver a bestia despertando de su profundo sueño. Los ojos del perro miran detrás de mi y luego se vuelven a posar en mis ojos. Se queda viéndome unos segundos pero luego se limita a recostarse nuevamente en el suelo y seguir durmiendo.

¿En serio bestia? Pense que nos íbamos a apoyar mutuamente.

-Perro estúpido- Sale de mis labios inconscientemente pero otra vos suena de detrás mio.

-La estúpida aquí eres tu- la voz que me habló es gruesa y grave. Se nota que no es de un niño pero tampoco de un hombre muy mayor.

Me quedo paralizada sin saber muy bien que hacer. Los ruidos vuelven pero esta vez puedo sentir como unos pesados pasos me rodean y se paran frente a mi. Lentamente levanto mi cabeza para ver quien tengo enfrente.

Se nota, por su cuerpo, que es un chico un poco mayor que yo. Lleva una musculosa blanca y unos pantalones negros. No puedo ver su rostro, ya que lo lleva escondido con una capucha negra que tiene agujeros en los ojos y la boca.

-¿Quien eres?- la pregunta sale de mis labios antes de que yo pueda detenerla. Veo sus ojos verdes estudiarme muy cuidadosamente.

-Creo que la pregunta aquí seria quien eres tú- su voz sonó seria y firme. Causaba algo de pánico en mí pero tenía que mantener la compostura.

-Yo te pregunté primero- intento decirlo lo más duro posible pero al parecer no funciona ya que su risa invade mis oídos.

-Cariño, la que está atada eres tú, así que yo tengo el poder sobre ti.- su voz tiene un tono de burla. Me quedo callada y lo miro fijamente demostrándole que no le tengo miedo y que no me intimida.

-Como veo que no vas a hablar voy a deducirlo yo mismo. Por lo que veo, no eres de mi tribu. Si lo fueras ya te hubieras disculpado por tu falta de respeto. Pero tampoco eres de los verdes ya que ,si lo fueras, hubieras sido mas inteligente y no te habrías quedado a pasar la noche en este preciso lugar. Tampoco presentas ninguna característica que demuestre una mutación en ti. Por lo tanto, solo queda una opción. Eres una expulsada.-

Me tenso a penas termina de decir eso. Sus palabras no hacen más que alarmarme y asustarme. Hay varias cosas que no entiendo de todo lo que dijo pero la palabra "tribu" ya había sido nombrada en la carta de el misterioso R. Al darse cuenta que había acertado sonríe.

-Pero no eres una expulsada muy común ¿sabes?. Tuve el poco placer de cruzarme con expulsados antes, más bien con sus cadáveres. Ninguno sobrevive más de un día. Pero por lo que pude deducir al ver tus cosas este es tu tercer día aquí ¿no? Hay que aclarar que eres la primera expulsada que veo con un mapa en donde están marcadas las dos ubicaciones exactas de las tribus. Ademas de que tienes abrigo extra. Por no decir que hay frutos secos.- Termina de hablar y me mira fijamente. Él desconfía de mi.

Mutados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora