Cap.4- De vuelta a mi

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De momento, los años los veía pasarse rápido, los árboles que estaban a las orillas del río que pasaba cerca de casa ya habían cambiado sus hojas por mucho tiempo, no le hallaba la importancia de cuantos años habrán pasado, no me gustaba celebrar mi cumpleaños, menos navidad, nada de festividades familiares, todo había perdido el sentido para mí.

Cada vez veía menos a Vivian en casa, las maestras se quedaban hasta cierta hora del día y se retiraban, sentía cada vez la casa más sola. Algunas veces iba a leer a las orillas del rio o ir a un súper que queda a las afueras de la villa, hacia las compras para sobrevivir en casa, algunas veces veía a muchos niños con sus uniformes de colegio, saltando y jugando en compañía, a ratos me hacían sentir tan sola.

Luego de las compras de aquel día Vivian se encontraba en casa después de unas semanas de ausencia, tenía un sobre en la mano, me abrazo y prosiguió a decir – Hola pequeña, te extrañe-, era uno de los abrazos más cálidos que me había entregado, la abrace igual.

– Casi no llegas me tenías preocupada- me dijo mientras se separaba de mí, - ya sabes las compras- le dije mientras dejaba las bolsas sobre el mesón de la cocina. – Hey peque tengo que decirte algo- me decía mientras me seguía a la cocina, -dime- le dije sin mirarla.

Vivian: –Bueno en realidad son dos cosas, primero conseguí trabajo en la ciudad, vamos a mudarnos y segundo, te he inscrito en una academia de baile-

Yo: -..Espera que?, baile? Estas loca? Yo soy una tabla con piernas no se bailar-

Vivian: - Por eso te inscribí, necesitas poner sazón a ese cuerpo de porcelana. Además, como te sorprendes por una academia y no por la mudanza?-

Yo: -Mudarse no es malo, bailar si-

Vivian: - ya princesa ya te inscribí, te aguantas jajaja-

La mire de reojo y termine aceptando la dichosa academia, claro la escuela había terminado, así que no le puse mucho problema. La casa del pueblo la dejamos como una casa de descanso, si bien no nos mudamos tan adentro de la ciudad, sino un poco a sus límites, Vivian entendía que no me gustaba mucho los ruidos, la casa tenía un gran terreno, era amplia para que dos personas vivieran allí, la convencí de que me dejara tener mascotas, así tendría más responsabilidad y no me sentiría tan sola cuando ella no este. Efectivamente acepto, fuimos a un refugio de animales, adoptamos dos cachorros de cruce de siberianos con pastor alemán, eran hermosos no sé por qué no los querían, por el lado de ella adopto dos gaticos, la señora nos dijo que nadie los quería porque era del tipo de gatos que no saltaba, a mí me parecía tierno, ella firmo papeles y nos avisaron sobre el seguimiento de adopción, yo me sentía feliz, tenía alguien a quien cuidar.

Los perros eran macho y hembra, el macho se llamaba Kohaku y la hembra se llamaba Aika, los gaticos resultaron ser machos los dos, así que Vivian los llamo Cahio y Drako. Si, los nombres eran un poco extraños pero eran hermosos. Me sentía bien, ya tenía algo que hacer en el día.

A finales de año fui con Vivian a recorrer toda la ciudad, sus teatros, sus centros comerciales y la academia de baile, las clases comenzaban en Enero del siguiente año así que tenía un mes más de "descanso" y ella me seguiría pagando maestros particulares ya que aún ninguna de las dos estaba convencida de una escuela.

Como siempre lo que eran las festividades de finales de año no las celebrábamos, quizás una cena o una salida al campo era lo mucho que hacíamos. Finalmente se acabó el año, sentía a Vivian un poco distante, estaba triste, yo lo sabía, pero ella negaba y negaba cada vez que le preguntaba, así que intentaba no preguntarle mucho, en realidad no quería incomodarla.

Bienvenido mundo social, he llegado, un nuevo año comenzó, yo tenía 14 años así que tenía mis momentos de hiperactividad, en las mañanas comenzaría con mis maestros particulares y en la tarde estaría en la academia, descansaba los fines de semana, donde me hacía cargo de los cachorros, los sacaba a pasear o simplemente ocupábamos todo el terreno de casa que teníamos, no entiendo porque tan grande!, en fin todo comenzaba a cambiar en mi vida.

Llegue el primer día a la academia, estaba en nivel 0, veía como otros chicos bailaban perfectamente y eso me hacía sentir un poco rebajada; tras el accidente no podía moverme casi, no puedo hacer ciertas cosas pero para bailar estoy bien, comenzamos en lo más básico: la salsa, no podía si quiera mover mis caderas, si bien el chico con quien bailaba estaba peor, me divertía un poco. Entonces fue donde comenzó de nuevo mi facilidad de integrarme, de ser social y conseguir nuevos amigos, fue cuando de nuevo a mi llego la confianza como persona, por fin tenía otros motivos para sonreír, si bien cada noche volvía a mi caja de recuerdos, veía las fotos con mis padres, tomaba el collar y pedía de cierta manera de que aquella chica de ojos azules me la fuera a encontrar algún día. 

¡La Pluma Perdida!! (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora