El despertar

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Elizabeth estaba desconcertada y aturdida en esa cabaña del bosque, la misma en la que tantos buenos momentos vivió. Habían pasado dos horas desde que se tumbó en el viejo colchón, acompañando a su movimiento una nube de polvo.
La cabaña era vieja, los improvisados muebles estaban sucios, al igual que los cristales a través de los cuales ya no se podía distinguir el exterior. Pero había algo especial en ese lugar, algo mágico que calmaba a Elizabeth, que la hacía sentirse segura en su pequeño mundo de madera.
Las lágrimas recorrían sus mejillas, sabían a polvo, a tierra, a un corazón que estalla al igual que un vaso de cristal arrojado desde el último piso de un rascacielos.
Era capaz de notar un peso sobre su pecho que le oprimía los pulmones y no le dejaba respirar con facilidad.
El sentimiento de frustración la superaba...Todo estaba en peligro y no era capaz de hacer nada para ayudar a Erik, quien la necesitaba más que nunca.

Nada es lo que pareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora