Todo había empezado un veintidós de Noviembre, lo recordaba perfectamente porque ese era el día de su cumpleaños. Elizabeth Whitley cumplía dieciocho años. Su pelo era moreno y sus grandes ojos color castaño encerraban una gran tristeza. A pesar de su edad, su estatura era pequeña y su rostro guardaba cierto aire infantil.
Se levantó de la cama animada, bajó al comedor esperando que toda la familia la felicitase por su mayoría de edad...pero allí no había nadie. Sólo estaba Whiskas, un gato albino de color perla. Todos los días eran igual, ni siquiera sabía porqué esperaba que fuese a cambiar algo. Cogió una manzana y se dirigió a la universidad, la primera clase era Anatomía humana.
Tan pronto como terminó el profesor Mayo de impartir la clase, Elizabeth se refugió en la biblioteca. Le gustaba el olor a libro que habitaba allí, el silencio, la soledad y sobretodo, que alguien sí se alegraba de su presencia: Inés, la bibliotecaria. Después de tantos meses encerrada en aquel edificio, se habían hecho amigas y Elizabeth se desahogaba con ella. Su familia la quería, cómo no lo iba a hacer, pero todos estaban ocupados trabajando para poder sostener a la familia, ya que tenían pocos recursos económicos. Ella lo agradecía, pues hacían un gran esfuerzo para poder pagar sus estudios puesto que la beca que adquiría no cubría todos los gastos académicos. Aún así, siempre se sentía sola.
De repente, observó como un joven alto, moreno y de ojos verdes cruzaba la puerta para sentarse a leer un libro. Intercambiaron una furtiva mirada, pero ambos miraron hacia otro lado avergonzados.
Pasaron dos semanas y Elizabeth no volvió a verlo. Todo seguía igual, la monotonía gobernaba su vida. Hasta que en el autobús que cogía para llegar a su casa pudo reconocer al muchacho. El asiento del lado estaba vacío, pero era demasiado tímida para sentarse con él, así que lo hizo detrás. Desde esa posición pudo ver una carpeta que señalaba lo que estaba estudiando: Administración y dirección de empresas.
- Otro niño rico que quiere heredar la empresa de sus padres y tiene la vida resuelta - pensó Elizabeth.
Normalmente no juzgaba a las personas, pero le fastidiaba que cierta gente tuviese una vida tan fácil solo por ser "el hijo de". Conectó los auriculares y se sumergió en su mundo.
- Hola. ¿Está ocupado? Me llamo Erik. - dijo una voz.
Elizabeth se giró asustada y pudo ver como ÉL se había sentado a su lado.
- Tú..¿no estabas sentado delante?
- Sí, pero después de verte leyendo a Agatha Christie en la biblioteca y de encontrarte en un autobús gracias al destino, no me perdonaría no presentarme. Así que comienzo de nuevo. Hola, mi nombre es Erik y soy tu nuevo compañero de autobús.
- Vaya, pues hola... Yo soy Elizabeth y esta es mi parada - dijo con una risa contagiosa.
- Así que quieres escapar de mi...
- Solo escapo de un psicópata que me vigila en la biblioteca.
- Oh, vaya, es eso... Me gusta mirar qué libros lee la gente y me sorprendió que te gustase mi escritora favorita.
- No me gusta...Me da la vida. - dijo bajándose del autobús.
ESTÁS LEYENDO
Nada es lo que parece
RomanceUna historia de amor y aventura que cambiará tu forma de ver la vida. Elizabeth es una chica valiente, estudiosa y con un físico espectacular. Conocerá a Erik, quien guarda un gran secreto. Pero quizás no es el único que encierra un gran misterio e...