Me despierto una vez más con la pesadez de cada dia. Cansado, exhausto de seguir. Me levanto y decido desayunar; mates y tostadas con dulce de leche. Una vez satisfecho, yo, un adolescente de 18 años, decido trabajar en mi T.P para la facultad. Como algo mientras trabajo. La música me lleva mientras de repente me doy cuenta que terminé. Sorprendido, escribo mi nombre: "Tomás López" y guardo mi archivo en el pendrive para después imprimirlo.
Una vez guardado, decido ir al parque para disfrutar del día que, a pesar de gris, tenía ligereza y caramelo. Me visto de jean como si fuese a ver a alguien especial y salgo a pasear en ese sabor dulce del dia que me daba buen augurio. El rock nacional bien argentino lograba hacerme disfrutar de todo, sin que me importase el trabajito ese para la facu. De repente, un verso de Callejeros me saca una lágrima de esperanza; algo debía pasar.
Paseando no veía nada y tenia ganas de jugar un poco con los chicos de ahí. Gambeta tras gambeta me iban agarrando mas ganas de moverme, de bailar con la bocha, como si fuera la mujer de mis sueños. En el vals movido saqué lustre y emboqué un beso. Cuando ya estaba cansado, los saludé. Fui a imprimir mi archivo y con la fotocopia caminé a mi casa a descansar. Llegué, me hice un rico almuerzo y me eché una siestita reparadora.
¡Tremenda siesta! Me desperté re bien con ganas de volverme loco y tocar la guitarra todo el dia. De repente, aparece la foto de mi ex, se me sale una lágrima y el corazón se me encoje, y empieza a pesarme. Mi cabeza me dice: "Ey, loco, sí, vos, no te me caigas ahora boludo, dale maquinola, vos podes". Me recuperé y llamé a la piba que me consolaba durante mis episodios de tristeza. Ella vino, me consoló; cantó una canción que me hizo llorar, me dijo que ella iba a dejar lo mejor de sí para que yo sea feliz. Lo que fuese. Nunca nadie me había dado tanto amor. Creo que ahí sentí algo que me hizo sentir una admiración enorme por ella.
Su nombre, Martina, quedó clavado en lo profundo de mi corazón. Ella se apoyó en mí, y yo sabia que yo tenía que darle solo amor, para que ella vuelva a hacer brillar esa hermosa sonrisa, que tanto cautiva.
Cuando ella se fue, me quedé tocando la guitarra, canciones con el aire hermoso que brindaba esta mañana, melodías dulces, que acarician el corazón de quien las siente. Guardo la guitarra, me tiro en la cama y empiezo a hablar por el celu con Martu. Hablábamos sobre el viaje que íbamos a hacer a Tucumán. Ese viaje lo habíamos pactado cuando, con mi grupo de amigos, quisimos irnos de la rutina, del peso de lo mismo. Me puso muy contento hablar con ella, una sonrisa se dibujó en mi cara cuando nos despedimos. Ese "Te quiero" pasaba la pantalla y me hacía sentir ese amor que ella me tiene y que me hace a mí seguir en pie. Con determinación, seguí mi dia contento, pensando en ella. Hasta mi guitarra con mis melodías me hacia acordar a esa hermosa persona que tocó mi corazón.
Cuando quise darme cuenta que era tarde: tenia que cenar. Me pedí unas ricas empanadas y comí bien, tranquilo, tirado en la cama. Me fui a dormir ni bien terminé de lavarme los dientes, yo ya no daba mas. Me despierto, me fijo el celu que decía: «Mensaje de Martu». Miré el mensaje que decía: "¿Cómo amanecisteeee?". En ese momento, una sonrisa brotó desde las raíces de mi corazón y, como si corriera, se posó rápidamente sobre mi cara. Nada me hacia más feliz que ella. Me quedé sonriendo como un tonto durante un largo tiempo hasta que mi estomago hizo su queja de hambre. Fui hacia la cocina y me hice lo mismo: mates y tostaditas con dulce de leche. Cuando ya estaba satisfecho, escucho el timbre:
-¡Tomás! ¡Abrime que ya estoy, loco!- Era la dulce voz de Martu que me llenó el corazon. Nada me derretía mas el corazón que ella... Quizás una "napolitana" con fritas, pero creo que Martina todavía más.
Le abrí la puerta y le dije: -¡Eh! ¿Como andas?-
Charlamos un poco y, en un momento, la miré a los ojos y le hice saber con las palabras de mi mirada que la amaba. Ella sonrió nerviosa y se acercó a mí. Supe qué debía hacer. Quizás era Martina, esa bocha que yo pensaba, con ella quería bailar un vals, con ella yo quería sonreír como un loco enamorado. Con ella yo quería agarrarme de la mano y saber que me amaba. Gracias a Dios, ella quería exactamente lo mismo. La abracé, le dije palabras que prefiero queden ahí, en el misterio y ella con acurrucarse me hizo sentir en el corazón ese «Sí» que yo anhelaba desde hace mucho. Mientras transcurría el momento, escuché aquel verso de Callejeros que me hizo soltar mi lágrima de esperanza ayer.
"A tu suerte siempre réstale una duda; a esa duda: Una posibilidad. Si esa posibilidad se vuelve tan loca, esa es tu verdad."

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Metáforas de un bello amanecer
Cerita PendekMuchos cuentos cortos. De romance, humor, música, deporte, magia. Descubre tú este pequeño libro de mi autoría.