Enterrada en Internet por varias semanas,anduve a la búsqueda de cifras, datos y explicaciones sobre la infidelidad femenina, con miras a demostrarme y convencerme y tranquilizarme, de que se trataba de algo de lo más común y corriente. Básicamente, a decir verdad, para exponer mi arriesgada versión según la cual un buen porcentaje de mujeres casadas nos enamorábamos de otro como si fuese el único. Y en semejante búsqueda, llegué a conseguir hasta un experto matrimonial, Willard F. Harley, que elaboró una guía para evitar que los miembros de una pareja saltaran a los brazos de un tercero por puro fastidio. Harley creó un método para que las conversaciones entre los matrimonios no fuesen tan aburridas. "Las conversación en la pareja es tan importante, que muchas personas se enamoran gracias a eso. Pero después del matrimonio, el diálogo puede volverse aburrido en el mejor de los casos o abusivo, en el peor". Entonces Harley hizo una lista de lo que llamó "Enemigos y Amigos de la Buena Conversación", larguísima por cierto.
"El primer amigo es usar la conversación para investigar, informar y comprender a su cónyuge. La pareja cree que se ha agotado todo lo que deben saber el uno sobre el otro y, por alguna razón, para la investigación... el primer enemigo es utilizar la conversación para llegar a un acuerdo donde solo yo salgo favorecido".
En Venezuela, ubicar cifras sobre el tema fue otro cantar. Porque si bien es cierto que psiquiatras y sexólogos llevan su propia evaluación del asunto -lo que reduciría la infidelidad femenina a las parejas que van a la consulta con problemas en la relación, conseguir datos globales se dificultó porque el tema nunca se había tocado a la hora de investigar tendencias sociales. Ni siquiera en las encuestadoras Keller y Asociados, Hinterlaces o Datanálisis, se habían hecho estudios dirigidos a llevar a porcentajes este particular perfil de nuestra vida amatoria. Solamente una consulta promovida por la Cámara de Comercio Venezolano Americana (Venancham), tocó la palabra infidelidad sin ubicarle sexo. La muestra recogió que 80 por ciento de los venezolanos consideraba que la infidelidad no era motivo para terminar una relación.
Busqué entonces otra manera más asertiva de acercarme a las estadísticas, esta vez proveniente de la sospecha: ubiqué a la Asociación de Detectives Privados de Venezuela (Asodetectives), cuyo presidente me dijo justo lo que yo esperaba escuchar:
-Cincuenta por ciento de las contrataciones para descubrir parejas infieles, proviene de esposos que suponen que su mujer los engaña.
Dice el detective que cada semana desfilan ante cada uno de los 25 despachos de investigación que representa su asociación en todo el país, dos o tres casos de contrataciones para investigar infidelidad, la mitad de los cuales proviene de maridos a quienes califica de "engañados". Es decir, un número importante de hombres a la semana acuden a distintos servicios de vigilancia en busca de pruebas contundentes para desenmascarar la conducta de sus esposas "y casi nunca se equivocan. Cuando nos contratan, es porque ya tienen suficientes datos en la mano".
-¿Cómo se percata un hombre de que su mujer anda con otro?
-Generalmente porque alguien le cuenta que vio a su esposa en tal o cual sitio. Pero no por la conducta de ellas. Las mujeres son muy discretas, los hombres son más descuidados.
Sostiene que las esposas aprovechan algunas horas del día, "cuando llevan a los hijos al colegio o van a la peluquería", para encontrarse con el amante: "Esto se da generalmente con parejas de clase alta... Son mujeres que arriesgan mucho porque tienen que conservar su estatus social, su buen nombre, cuidar los bienes matrimoniales, la salud mental de los hijos...".
También me topé con el planteamiento de la doctora Lucielle Ostertag, del Instituto Italiano de Ciencias Sociales, quien buscó investigar cuán dañina era la infidelidad para un matrimonio, pero modificó radicalmente su apreciación luego de obtener los resultados: "Los números demostraron que engañar al cónyuge es bueno para el matrimonio... después de mucho tiempo, las parejas inevitablemente se cansan uno del otro, pero si se introduce una diminuta variedad, un otro a corto plazo, el matrimonio se mantendrá saludable y fuerte por muchos años más. Eso sí, aclara: "no todo affaire extramarital es bueno. Las relaciones de largo plazo, con amante o el amante que se mantiene durante años, puede enfermar a la pareja y destruirla".
Por ello desarrolló una guía para quienes mantienen relaciones extramaritales pero no quieren destruir a su pareja:
* La regla de la Larga Distancia: cada vez que usted monte cachos fuera de su código de área, no se considerará como infidelidad.
* No cuente, no pregunte: Nunca le pregunte a su cónyuge sobre su infidelidad y jamás diga una palabra sobre las suyas. Mientras menos sepan ambos, mejor.
* Viva libre de culpa: Mientras los dos comprendan que ambos pueden ser infieles de manera igualitaria, ninguno de los dos se debe sentir culpable sobre lo que haya hecho.
* Nunca mantenga contacto posterior con un cacho que haya sido producto de una noche de pasión.
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Lo último que me faltaba (Confesiones de una esposa infiel)
RomanceEstamos ante una historia peligrosa. Muy peligrosa, un texto sobre la arista menos tolerada y explotada del amor: la infidelidad femenina. En una suerte de novela mezclada con reportaje periodístico, Lo último que me faltaba desgrana un enjambre de...