La célebre doctora Shere Hite, conocida mundialmente por el informe sobre sexualidad femenina que lleva su apellido, sostiene que la infidelidad femenina tiene sus causas muy definidas:
Casi todas las mujeres que son infieles, se sienten aisladas, solas y con baja autoestima.
El 60 por ciento de ellas creen que el mantener relaciones fuera de la pareja es una forma de disfrutar y reafirmar la propia identidad, es tener a una persona que te aprecia de un modo especial.
Un 21 por ciento de las mujeres piensa que el motivo de sus aventuras amorosas es falta de sexualidad o la escasez de ella en el hogar.
Los asuntos amorosos son especialmente atrayentes como experimentación sexual para aquellas mujeres que llegan vírgenes al matrimonio.
El 7 por ciento de las mujeres tienen affaires porque sus parejas lo han tenido primero y eso las enfurece.
Hite afirma que solo una de cada cuatro mujeres que tiene amoríos acaba siendo descubierta por su marido. "Los hombres piensan que solo engañan ellos y son probablemente muy ingenuos y arrogantes. Tendrán que estar más atentos".
Teresita es una de las que no ha sido descubiertas: 52 años, un hijo, aconseja tener un sitio neutro, de ser posible. "Estamos tan enamorados que hasta compramos un apartamento para los dos y nos fajamos a amoblarlo y decorarlo como si fuéramos unos recién casados. Ni su esposa ni el mío nos han descubierto, nunca. El truco, según me ha contado él, es que se ha empeñado en ser un marido modelo. Es amable, cariñoso con ella y con los hijos, llega temprano a casa, es responsable con las cuentas, se van de vacaciones juntos. Y yo hago lo mismo, aunque a veces me cuesta más. Me resulta muy difícil derrotar los celos pero logro balancearme de solo imaginar que mi esposo pueda estar haciendo lo mismo. Yo sé que suena horrible, pero es algo que no controlo, que me sobrepasa. Me consuelo pensando que mientras ninguno se entere, no le hacemos daño a nadie".
Pero a la hora de mentiras menos sofisticadas, la recopilación entre muchas de las entrevistadas arrojó otras estrategias bien pensadas:
"Yo estaciono el carro en un centro comercial grande. De allí tomo un taxi hasta el sitio donde me voy a encontrar con él. Si ni siquiera yo logro conseguir mi propio carro dentro del estacionamiento de un mall, ¿cómo lo va a conseguir mi esposo?", relata Marisela al confesar su táctica para desaparecer de su pareja. "Además, suponte que mi esposo logre encontrar el carro, ¿cómo me va a conseguir allá dentro?". Según ella, el operativo tiene el valor agregado de que puede hacer unas compras al regreso y demostrar, bolsas en mano, que estuvo en el mall.
"Cuando mi esposo me pregunta de dónde vengo le invento que fui al médico, a una consulta fastidiosísima, bien sea una terapia de rehabilitación o que me quemaron las varices. Y me fajo a contárselo con detalles. Más nunca me preguntará qué hice o de dónde vengo. Las visitas al odontólogo también son aburridísimas de escuchar", Ana María, abogada, dos hijos.
La mayoría coincide en que se debe confiar en el absoluto despiste masculino a la hora de los detalles: si el esposo le pregunta de dónde sacó esa ropa interior súper sexy, contestan de inmediato: "Pero si esto es viejísimo. ¿No te acuerdas que me lo compré en Aruba?".
"Cuando me voy a ver con mi amante en un sitio público (un bar, una fuente de soda) llego de primerita y hago un estudio de la situación. Si por alguna casualidad consigo a alguien conocido, le suelto de inmediato: ¿Tú no has visto a mi esposo?, porque quedamos en vernos aquí y nada que aparece... siempre me hace lo mismo... Entonces me siento y hago como si lo estuviese esperando y al ratito me voy... por su puesto, el otro ya está avisado de que algo así puede ocurrir", Carmen Teresa, analista de sistemas, hijos adolescentes.
"Chama, una vez el tipo me besó tan fuerte que me hinchó la boca, se me puso morada y todo. Entonces me maquillé los labios rojo intenso -parecía un payaso-, y cuando mi esposo llegó del trabajo, me le lancé encima y le caí a besos con la excusa de ¡tan bonito que se veía con su periodiquito en la mano!... Al ratote, le dije: Pana, me besaste durísimo, mira cómo se me puso la boca", Andreina, 34 años.
Lo cierto es que finalicé el reportaje central con una novedosa y tajante sentencia:
"Protegido, excusado, vilipendiado o sancionado, al menos en el mundo occidental, el adulterio femenino ha avanzado un larguísimo trecho desde Letra Púrpura (donde Nathaniel Hawthorne, en 1850, relata la historia de Hester Prynne, una mujer acusada de adulterio condenada a llevar en su pecho una letra "A", de adúltera) y, como hemos visto, algunas mujeres pueden amar a dos hombres a la vez... y no estar locas.
Pero a ultima hora decidí complementar el texto principal del reportaje con un recuadro que enriquecía la información, dirigido a convencer a los lectores de mi hipótesis inicial, es decir, que la infidelidad femenina se transformaba siempre en una historia romántica e inolvidable. Y para demostrarlo, escribí un cuento de amor donde narraba el típico encontronazo entre un hombre y una mujer que llegaron a ser demasiado amigos. Lo titulé "Tan Decente El Escritor" y narré como una noche de sexo fue el regalo de despedida de esa dama para su amigo escritor que decidía regresar a su país de origen.
Mas vale que no.
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Lo último que me faltaba (Confesiones de una esposa infiel)
RomanceEstamos ante una historia peligrosa. Muy peligrosa, un texto sobre la arista menos tolerada y explotada del amor: la infidelidad femenina. En una suerte de novela mezclada con reportaje periodístico, Lo último que me faltaba desgrana un enjambre de...