Capítulo 3

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Sara

Observo divertida la conversación que están teniendo mis hermanos y Dani.

- Definitivamente el fifa 15 es mejor- dice David.

- De eso nada- le contradice Dani- el 14 tiene mejores jugadas.

- ¿Pero habéis visto el de este año?- pregunta Alex desesperado- tiene unos gráficos que flipas

Suelto, sin poder evitarlo, una carcajada, y los tres se me quedan mirando.

- Parecéis niños pequeños- digo volviendo a reírme.

Me miran mal con caras similares lo que me provoca otra carcajada.

- ¿Pero a qué viene tanta risa?- pregunta mi madre sonriente entrando por la cocina.

- Si no tenía suficiente con dos tontos, ahora son tres- digo fingiendo estar molesta soltando un suspiro- lo que me faltaba.

- Oye- se queja David.

Mi madre se ríe y niega con la cabeza- que chiquillos. Por cierto, ya han traído vuestras motos.

Ruedo los ojos y miro a mis hermanos a los que se le forma una sonrisa en la cara que no se puede dar por desapercibida.

Estos, junto a Dani, se levantan de los taburetes de la cocina y se dirigen a la entrada.

- Están guapísimas- dice Dani observándolas.

Aún me acuerdo cuando nos estaba enseñando el resto de la casa y hemos llegado al garaje.

Mis hermanos se han puesto como locos al ver que Dani también tenía una moto parecida a las suyas.

Creo que han congeniado muy bien. Tienen gustos similares los tres y creo que en un futuro se van a convertir en grandes amigos.

Aunque aún queda por saber cómo es Jesús.

¿Será más mayor o más pequeño?-
Me pregunto dudando.

La verdad es que no he visto ninguna foto suya por la casa.

Qué raro.

Borro ese pensamiento de mi cabeza. Seguro que hay pero no las he visto- intento convencerme.

Me dirijo a la zona de la piscina dejándoles hablar sobre motos.

Doy vueltas por ella intentando no caerme y pensando en todo un poco.

La casa. Me he quedado flipando. Tiene de todo, hasta gimnasio y piscina.

Juan debe de ganar bastante dinero para poder permitirse esto.

Estoy en mi mundo cuando oigo la voz de mi madre desde la casa.

Me dirijo a dentro a través de las puertas correderas que dan a la piscina y llegó al salón donde Dani, David y Alex juegan a la play mientras mi madre y Juan hablan sentados en un sillón.

A mí madre le va venir muy bien esto de cambiar de aires- pienso feliz

(...)

Voy caminando observando cada detalle del pueblo, ya que es nuevo para mí.

Nosotros vivíamos en Sevilla centro, y Juan y sus hijos en un pueblo a media hora de allí.

Al principio también fue un inconveniente para mí esto de trasladarnos, pero puesto que ellos tenían mejor casa y Juan trabaja por aquí cerca, acabamos por mudarnos nosotros.

Y esto supone cambiar también de instituto.

Divisó a unos metros la que se supone que será la pequeña tienda que me ha indicado Juan.

No quedaba sal y como nadie se ha ofrecido a acercarse, he decidido ir yo y de paso ver un poco el pueblo.

Está cerca de casa por lo que no tengo problema de perderme y a parte, me han dado indicaciones antes de salir.

Entro y puedo ver cómo es una pequeña tienda, en la que se encuentra una señora bastante mayor tras él mostrador. Posiblemente sea la típica tienda de barrio en la que conocen a casi todos los clientes.

- Hola- saludó con una sonrisa.

- Buenas tardes flor- me contesta ella.

Me pasó por varios pasillos hasta encontrar la sal y me dirijo a la caja.

- ¿Cuánto es?- preguntó depositándola en el mostrador.

- 3,50- me señala metiendo mi compra en una bolsa- tú eres nueva por aquí, ¿no?- pregunta frunciendo el ceño.

Yo asiento sonriente

- Nos acabamos de mudar a casa de Juan y sus hijos.

Esta asiente conforme dándome la bolsa- unos chicos fantásticos los gemelos.

De repente me quedo a cuadros, ¿¡¿gemelos?!? ¿He oído bien? Lo que me faltaba. Si no tenía suficiente con dos chicos de mi edad viviendo en mi casa, súmale dos. Me voy a volver loca.

Salgo de la tienda despidiéndome.

Con razón no había visto ninguna foto de Jesús por la casa. Claro que la hay pero no me he dado cuenta de que era él, me creía que era Dani- pienso martirizándome por lo estúpida que he sido.

Va a ser todo un reto vivir con cuatro adolescente bajo el mismo techo.

¿No bastaba con dos? (Gemeliers) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora