Capítulo III

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El impacto había dejado aturdido a Niles, y apenas fue suficiente para distraer a Miller. Con la entrada de la luz, la sala recobró en aquel brillo blanco el color y la vida, y la niebla se había disipado considerablemente. El oscuro conjuro que se había invocado se desvaneció y Niles estaba libre nuevamente, aunque inconsciente.

- Un mago, ¿eh? Interesante. -Espetó Miller. -Bien, supongo que siempre hay lugar para un alma más en el Inframundo...

-Lamento decepcionarte, pero no te llevarás a nadie hoy. -Cerró el libro que llevaba en la mano y éste se desvaneció en un haz de luz anaranjado, dando lugar a otro que se materializó en un instante.

- ¿Ha cambiado de libro? -Pensó.

-Es un claro cielo azul el de afuera... Pero unos cuántos rayos no estarían de más.

El libro dejó al descubierto numerosas páginas que iban pasando con gran rapidez, y el joven las leyó una por una a una velocidad equiparada. Alzó su otro brazo con sus dedos índice y medio extendidos y luego lo bajó apuntando hacia su oponente. Un círculo resplandeciendo en dorado con símbolos y jeroglíficos surgió debajo de sus pies, y de los extremos de sus dedos disparó un potente rayo amarillo que asimiló la forma de una lanza durante el trayecto y perforó en el pecho de Miller de punta a punta. Su cuerpo cayó con un fuerte estruendo al suelo, dejando a la vista un hueco debajo de la tela desgarrada de su túnica. El joven de cabellos verdes tomó a Niles y emprendió su retirada, interrumpida por la risa de Miller.

- ¿De veras crees que podrías matarme con eso? -Se incorporó lentamente. -Un humano común y corriente hubiera muerto, pero como ves, ya no soy humano. Todos los órganos de mi pecho han sido congelados y reemplazados por otros hace mucho tiempo. No son algo que puedas destruir tan fácilmente. -Se deshizo completamente de su túnica, arrojándola al suelo, y dejo ver sus órganos latentes y ennegrecidos, rodeados por un aura negra.

-Esto se está poniendo feo... -Murmuró el joven.

-No es que tenga algo contra ti, pero debo devolverte el favor por hacerme disfrutar de mi tiempo, hace años ansío ver una magia como la que usas. ¿Sabes? Esto en serio podría haber sido más sencillo si me hubieras entregado a aquel mocoso de hielo, pero al parecer prefieres la muerte. -Extendió un brazo e invocó una guadaña forjada con un oscuro acero y una hoja plateada que destellaba con las figuras de numerosas almas lamentándose en un color sangre.

-Como si fuera a entregar a un amigo tan fácilmente. -Volvió a cambiar su libro. Ésta vez hizo aparecer uno de tapa verde con curvas plateadas en forma de cortes. -Lo siento, pero no tengo tiempo para quedarme ésta vez.

Extendió su brazo con la mano abierta de par en par, y un círculo con símbolos y jeroglíficos volvió a formarse bajo sus pies, ésta vez de color verde.

-¡Ventus Magia: Typhon!

Al pronunciar el conjuro, un fuerte viento huracanado arremetió con fuerza contra su enemigo, quien hizo un intento en vano de cubrirse y fue lanzado contra la pared. Luego el mago se elevó y salió con Niles en brazos por el cráter que había formado al llegar. En pleno vuelo, divisó a una compañera a unos metros por encima suyo, quien también con habilidades de vuelo se apresuró a su encuentro.

- ¡Robin! ¿Están bien?

-Sí, no te preocupes, Eileen.

- ¡No escaparán! -Se oyó la voz de Miller a lo lejos.

Un proyectil surcó a toda velocidad el espacio entre Robin y Miller, golpeándolo en el pecho y haciéndolo trastabillar en el aire y dejando caer a Niles.

- ¡Niles! -Eileen se apresuró a rescatarlo antes de que cayera al agua. -Te tengo. -Murmuró. - ¡Robin! ¿Estás bien?

- ¡Sí! ¡Vuelve con los otros, yo me encargo de éste!

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