Capítulo II

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Estaba sentado en el primer pupitre pegado a la compuerta de entrada en la fila derecha, distanciado a escasos centímetros de la pared. No se había molestado aún en conocer a sus compañeros de curso, por lo que se permaneció meditabundo y enfocado en los detalles de la sala; los tapizados blancos y la interfaz digital del monitor que se utilizaba para copiar los apuntes de las clases les recordaba a las instalaciones médicas en las que había pasado los últimos años y a los numerosos doctores que lo estaban tratando desde entonces. La única diferencia era el paisaje que se encerraba detrás de la ventana: Contemplaba con detalle el azul del brillante firmamento que, aun siendo cortado por la ruta de circulación de los vehículos voladores, se reflejaba sobre el agua cristalina del océano. Los humanos le tenemos miedo y rechazo a lo que no conocemos, a lo que no podemos comprender o dominar. El mundo cambió. Las palabras se habían instalado en su mente en un intento de ensimismarlo nuevamente en la profundidad de sus pensamientos, pero su incursión fue interrumpida cuando la primera profesora entró al salón acompañada de un hombre alto y rubio que vestía un elegante traje blanco.

-Buenos días, alumnos, y bienvenidos a su primer día del cuarto año. Les pido que hagan el favor de guardar de silencio. -Se introdujo con una voz tan formal como su apariencia.

Gradualmente, el resto de los jóvenes que se encontraban en el salón fue posponiendo su conversación, mientras que Niles volteaba la cabeza con desgano hacia las dos autoridades.

-La señorita aquí presente es Flavia Kirkwood, y será su profesora de Historia los dos primeros períodos de los lunes. -Señaló con su mano izquierda a la mujer que estaba parada a su lado, con el cabello negro recortado por los hombros, una camisa negra de motivos florales blancos que combinaba con su falda beige. Sus tacos negros de cuero resaltaban su baja estatura comparada con la de aquel hombre.

-Saludos a todos. Al igual que su director de curso, les doy la bienvenida a su cuarto año en nuestra universidad, y aprovecho la ocasión para recibirlos como su profesora de historia por segundo año consecutivo, y como primer año para los alumnos nuevos. -Acto seguido, se sentó en su asiento correspondiente y el director del curso se marchó cerrando la compuerta. -Bien, comencemos por comprobar la lista de este año...

Pronunció uno tras otro los nombres de los chicos y chicas del curso. Se detuvo en el primer apellido nuevo.

- ¿Niles Vallwrath?

-Aquí, profesora. -Levantó la mano.

-No te había visto por aquí antes. Eres nuevo, ¿verdad?

-Sí.

- ¿Te molestaría presentarte?

Se quedó callado, dudando mientras todas las miradas lo acosaban con incomodidad desde todos los ángulos del salón.

-Mi nombre es Niles. Tengo 17 años, y pasé los últimos diez viviendo en el Centro De Atención Médica Allman. -Apenas pronunció ese nombre, los murmullos entre los demás alumnos comenzaron a dar vueltas por el salón, rompiendo el poco silencio que quedaba.

- ¿En el Allman?

-Sí. Sé que es donde tratan a los pacientes con estado neurológico delicado, pero no es mi caso.

-Debe estar tan loco que ni él lo sabe. -Se burló uno. Algunos jóvenes se rieron de su comentario. Niles lo pasó por alto completamente, aunque no pudo evitar que su enojo se hiciera aún mayor.

- ¡Michael! -Le gritó la profesora. -Es una falta de respeto hacia tu compañero. Hablarás conmigo después de la clase. Por favor, Niles, continúa.

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