A su alrededor se congregaban unas diez personas entre los que predominaban los hombres casados que disfrutaban de los placeres proporcionados por las amigas de Dorothy, él mismo había disfrutado de esos juegos que ocurría en las fiestas, pero se le antojaba aburrido.
En realidad, hacía ya unos meses que cualquier cosa que tuviera que ver con Dorothy le parecía de los más tedioso, no quería estar con ella, ni siquiera le gustaba, pero era un hombre y tenía sus necesidades y Dorothy siempre estaba dispuesta a satisfacerlo, la verdad era una especie de acuerdo que le beneficiaba, pero no le gustaba ella, había comenzado a aborrecer su compañía y hacía semanas que no la visitaba, había asistido a esa fiesta con la idea de decirle que no volvería a buscarla, le parecía más honrado decírselo a la cara y aguantar una escena, pero al menos se desharía de ella.
Era preferible pasar unas semanas de celibato hasta que encontrara otra mujer que le gustara que fuera más refrescante que ella.
Sospechaba que le problema era que Dorothy había comenzado a verlo como algo de su propiedad y él no sería jamás subyugado por ninguna mujer, era feliz soltero, la única que le atosigaba con el tema del matrimonio era su madre, pero como vivía en el campo debido al su estado delicado de salud, podía huir de ella cuando se encontraba muy agobiado ante su insistencia, además de que si pensara casarse Dorothy sería la última mujer que le presentaría a su madre, porque la odiaría al instante, pero quizá alguien como lady Amelia Phillips... Sacudió la cabeza contrariado, no entendía a que se debía ese pensamiento, pero no le prestaría mucha atención.
Lamentaba que su apellido despareciera con él, pero no lo suficiente.
—William, estas muy serio y tenso— susurró Dorothy apareciendo junto a él y agarrándolo del brazo- Podría relajarte... Sabes que soy muy buena en eso— musitó junto a su oido.
—¿Podemos hablar en privado?— le preguntó William seriamente apartando los brazos de la mujer de sí.
—Claro, podemos ir a mi habitación— ofreció la mujer sin comprender la actitud de William, pero algo le decía que lo que quisiera decirle no le iba a gustar.
Ambos subieron las grandes escaleras sin que los demás invitados se dieran cuenta, ya que estaban demasiado pendientes en sus propios placeres.
Entraron en la habitación y la mujer cerró la puerta.
—Qué pasa, estás muy raro desde hace semanas— dijo Dorothy con voz dura.
—Dorothy tenemos que dejar de vernos— dijo el duque sin más preámbulos.
—¿Cómo?— preguntó como si fuera incapaz de asimilarlo— No, no, no... Ya has dicho antes eso y siempre vuelves a mí.
—Esta vez no— dijo William, convencido de que hacía lo correcto.
—Pero no puede ser... ¿Es porque te vas a casar?-— preguntó la mujer desesperada.
—No, simplemente no quiero utilizarte, Dorothy y lamentablemente ya no me une a ti ningún lazo afectivo— William comenzaba a sentirse mal, pero era lo mejor.
—¿Cómo puedes decirme eso? ¡Yo te amo, William! No puedes dejarme así— Dorothy veía que se le escapaba de las manos y recurrió al llanto, mientras se arrodillaba ante él, abrazándole las piernas.
—Dorothy, por favor, ya basta,— le pidió William haciéndola ponerse en pie, sintiéndose avergonzado- Sabías que llegaría a su fin, solo lo hemos alargado demasiado, debí decir esto hace meses.
—No digas eso, por favor, dame otra oportunidad, yo...— comenzó a decir la mujer, sintiendo como la rabia comenzaba a crecer dentro de ella.
William había intentado dejarla varias veces pero siempre volvía, sin embargo algo le decía que esta vez era definitiva.
—Lo lamento de verdad, Dorothy, te deseo lo mejor— se despidió saliendo de la habitación.
William sabía que había sido demasiado frío con ella, pero era lo mejor. Bajó las escaleras y salió de la casa, dejando esa parte de su vida atrás, era demasiado viejo para esas juergas, debía comenzar a pensar en tener una querida, sería más cómodo.
***
Amelia intentaba no llorar mientras se despedían de Katherine y el pequeño Mark, porque Annie lloraba por las dos, sabía que era lo mejor pero no evitaba que le doliera. Katherine se había convertido en una persona muy importante en sus vidas en los últimos días.
Caroline ni siquiera se había dignado a bajar, cada día estaba más segura de que la mujer estaba completamente loca y eso la hacía mucho más peligrosa.
No sabía cómo iba a ser la vida ahora con las cuatro solas en aquella enorme mansión... Sin posibilidad alguna de escapar.
Ambas hermanas veían desaparecer el coche que se llevaba a Katherine y su bebé lejos de allí, junto a gente que la quería.
—Todo el mundo se marcha, Melly... Es la segunda vez que vemos un carruaje desparecer y nosotras seguimos aquí- suspiró Anne tristemente— Tú también te irás y me quedaré sola.
Amelia se agachó junto a su hermana y le colocó un mechón que se había salido de la trenza.
—Nunca, cielo, te prometo que la próxima vez que salga un coche de aquí iremos las dos en el interior... — afirmó Amelia segura de sus palabras, porque no había otra forma de que ella saliera de allí, si algún día esto ocurría.
Anne abrazó a su hermana mayor, mientras en el interior de la casa comenzaban a escucharse los gritos de su madre pidiendo más vino.
—¿Me ayudas a tender la ropa?— le preguntó Amelia a su hermana pequeña, para conseguir que olvidara algo de su pena durante unos momentos.
La niña asintió y ambas fueron a la cocina a por el cesto de la ropa recién lavaba para tenderla en el jardín.
Estaban a punto de terminar cuando salió Bertha a llamarlas:
—Amelia, tienes una visita, es lady Pamela Hays— comunicó la criada.
Amelia sonrió alegre, era la primera buena noticia de recibía en días, Pamela era su mejor amiga de siempre y la única que iba a visitarla sin temor a que la criticaran, se había mantenido fiel a ella, por lo que nada más escuchar la noticia de Bertha, fue junto a Anne hacia el salón.
Cuando llegaron a la entrada encontraron a lady Pamela, ambas amigas se abrazaron efusivamente, Anne también la saludó pero se aburría con las conversaciones y prefirió irse a jugar a su habitación.
—Qué pena, pensé que me daría tiempo a llegar y despedirme de lady Katherine— se quejó la joven quitándose los guantes y dejándolos sobre la mesilla.
El aspecto de lady Pamela era mucho mejor que ella dos chicas, era una elegante pelirroja con los ojos color claro y aspecto angelical, traía puesto un vestido color verde agua con pequeños adornos con encaje de seda blanco; aunque las tres pertenecían al mismo status social, los vestidos que ahora llevaban las jóvenes Phillips distaban mucho de los que vestían antaño, parecían más criadas que damas y era algo que a Pamela la apenaba de verdad, porque apreciaba mucho a Amelia y sus hermanas, era horroroso verse en una situación así por culpa de su hermano y su madre y más injusto que no pudieran poner remedio a esa situación.
—Ha sido muy triste, pero era lo mejor— dijo Amelia mientras le temblaba un poco la voz.
—Vosotras debéis salir de aquí cuanto antes también, Amelia... Estáis tan delgadas y pálidas, os vais a enfermar— dijo Pamela con pesar.
—No ocurrirá jamás, es imposible salir de aquí.
—Nada es imposible, tu déjamelo a mí, quizá te sorprendas...— dijo lady Pamela con una sonrisa— Confía en mí.
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Aquí está el nuevo capítulo, he decidido subirlo hoy ya que por mi trabajo me viene mucho mejor actualizar los domingos, espero que os guste teniendo en cuenta que estamos empezando y debemos situarnos en el momento en el que se encuentra cada personaje.
Quiero decir tambien que no exisitirá un libro llamado "Lady Katherine" sino que su historia irá avanzando a la vez que la de Amelia en este libro, por lo que no os preocupeis porque no me he olvidado de ella.
Y ya no me enrollo más jajaja, no olvideis comentar y votar ^^. Nos vemos en el próximo capítulo :)
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Lady Amelia © #2 DISPONIBLE EN AMAZON DESDE EL 22/07/2020
Fiksi SejarahEn el Londres del siglo XIX, lady Amelia Phillips sufre por el amor no correspondido del duque de Pendleton, además de tener que lidiar con su insoportable madre, se enfrenta al repudio social por culpa de su hermano mayor. Entonces ante ella se abr...