Obertura.

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La tarde cayó y las chicas, que habían hablado y comparado durante todo el día, caminando de un lado a otro en la universidad, habían decidido ir al departamento de Julia a embriagarse porque eso es lo que hacen las personas cuando se acaban de enterar que fueron engañadas, ¿no? Embriagarse y llorar hasta que te sientas mejor. Y luego sigues adelante.

Nina se sentía humillada. Todo lo que estaba pasando simplemente no le calaba. Estas cosas pasan en telenovelas, no en la vida, ¿verdad? Esperaba, con cierta desesperanza, que saliera de un momento a otro una cámara escondida y Julia dijera que estaba en algún programa televisivo de esos que todos detestan pero aún así ven. Sabía que no iba a pasar, pero no perdía la ilusión, vaga y muy mal fundamentada, de todo fuera una mentira.

Las cosas que Miguel le había dicho a Julia sobre ella eran increíbles. A ojos de Julia, Nina era una arpía que había engañado a Miguel con su mejor amigo, Kevin (quién jamás existió), y que luego de eso había dicho que estaba embarazada y que iba a abortar, sólo para sacarle dinero al juez Vega (el padre de Miguel) y que, supuestamente, después de obtener el dinero se marchó, no antes sin hacerle saber de la estafa.

Según Miguel, esa era la razón por la cuál él no la había llevado a conocer a su familia. Porque después de que Nina lo engañara por completo, él dejó de confiar en las chicas. Y Julia era la excepción pero aún era muy pronto en su relación para dar ese paso. El temible "mamá, papá, ella es mi novia".

Para Nina, sin embargo, Julia no había existido hasta este día. Y eso, sin duda, era mejor que enterarse de que la persona que te dice que te ama a diario, pudo decir cosas que a ella le resultaron extremadamente desagradables.

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Un par de horas habían pasado y la botella estaba a punto de acabarse. Ya habían llorado, Julia había maldecido toda la línea familiar del "infeliz-malnacido-pene-pequeño" (como ella lo había denominado gracias al alcohol y a la rabia) y Nina había dejado más que en claro que para ella seguiría siendo Miguel. Ya que Nina no insultaba con malas palabras. Nina no decía groserías. Las encontraba fuera de lugar e innecesarias. Incluso se rió un poco cuando Julia la molestó con eso de que "tienes una fobia a decir cosas que son realmente liberadoras".

(...)

—Estoy tan enojada. Podría matarlo si lo tuviera en frente.

—¿Por qué no lo hacemos?

—¿El qué?

—Matarlo. ¿Por qué no?

—Porque es un ser humano —Nina sabía que debía decir otra cosa, sabía que estaba mal. Pero estaba herida y enojada. Y traicionada. Y aunque lo negara, la idea ya había empezado a germinar en su cabeza.

—Se lo merece —Julia se limitó a encogerse de hombros y dar otro sorbo de vodka, sintiendo con una extraña satisfacción el ardor que el líquido dejaba al bajar por su garganta—. Aún no puedo creer las cosas tan horribles que me dijo de ti...

—¿Qué tan horribles?

—Nefastas.

—Vamos a hacerlo —la decisión en la voz de Nina era definitiva.

Y ambas chicas se echaron a reír. Cada una pensaba que la otra estaba bromeando. Y ninguna de las dos sabía que tan en serio todo el asunto realmente iba.

Cómo Asesinar A Tu Novio #HistoriasDeMuerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora