Parte II: Ejecución.

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1. Fecha y locación.

Nina se las había arreglado para disimular su disgusto y había convencido a Miguel de ir a un "fin de semana romántico" en un hotel en las montañas, dónde ofrecían spa, comida gourmet y excelentes cócteles. El diseño era perfecto para su plan. Se trataban de cabañas de dos plantas en las que cada planta era una suite. Julia se las había arreglado para "ocupar" la cabaña de abajo de la que Nina había rentado a nombre de un Isaac Lasserre. Y había rentado para ella (bajo el nombre de Jade Villazan) justo la que quedaba detrás. Así podría ir y venir entre ambas cabañas sin que alguien le prestara la menor atención.

Era el quince de Julio de dos mil dieciséis. Y tenían la suerte de que eran las once de la noche y estaba lloviendo a cántaros.

2. Coartadas.

Julia había sido lo suficientemente cuidadosa como para utilizar una identificación falsa para registrarse en el hotel, y de llegar el día antes que Nina y el "IMPP"* para recluirse en su cabaña y diagnosticar el área, buscando brechas en el plan. Debían ser cuidadosas e inteligentes. Nina sería la principal sospechosa y debían, a toda costa, alejar la sospecha de ella. Para efectos sociales, Julia se encontraba en una conferencia motivacional al otro lado de la ciudad. Incluso había asistido en días previos y se había tomado fotografías que el día del asesinato colgaría en su Instagram, y esa sería la mejor coartada para ella. La situacional. Nadie puede estar en dos lugares a la vez. Julia haría el check out mientras toda la locura se desataba. Incluso atestiguaría ante la policía de ser necesario.

3. Arma.

Cuando Miguel salió de la ducha con sólo una toalla blanca con el logo del hotel y sus lentes de pasta, empañados por el vapor del agua caliente con la que él se había bañado, Nina se le acercó con una sonrisa y un par de cócteles en las manos, ofreciéndole uno. El tintineo de las graciosas copas al brindar se escuchó por toda la habitación, aún por encima del sonido de la lluvia, que azotaba la fachada de la acogedora cabañita.

—Por nosotros y por un fin de semana maravilloso —dijo Miguel.

—Por que esta sea una noche —sonrió Nina y luego lamió sus labios—... Inolvidable.

Y ambos procedieron a beber el contenido.

Dos de la mañana. Un Miguel Vega profundamente dormido, producto de la cantidad exorbitante de pastillas para dormir que su novia había puesto en su copita, y una Nina ansiosa esperaban en la oscura habitación por Julia, quién, notando que habían cámaras de seguridad en los pasillos de entrada a las cabañas, había sido extracuidadosa, y se las había apañado para burlar la cámara de su cabaña, dejando la televisión encendida para dar la impresión de que ella estaba mirándola, de hecho, incluso se había retrasado viendo video-tutoriales para aprender a abrir una puerta con un gachito de cabello y con una tarjeta, sólo en caso de que el gacho no funcionara. Pero el gancho funcionó.

Su figura estaba oculta bajo con unos pantalones varias tallas más grandes que ella y una inmensa chaqueta negra con capucha. Su rostro no era visible porque llevaba un pañuelo de motociclista tapando su nariz y su boca. Guantes en sus manos. Botas de excursión en sus pies. Bajo la capucha, llevaba el cabello recogido y un gorro ajustado que no permitía que un sólo cabello se escapara y pudiera delartarla.

La puerta cedió, Julia entró en el recinto con mucho cuidado, gateando sigilosamente, montando un show impecable ante las cámaras. Nina fue a su encuentro y cuando esta cerró la puerta, Julia sacó de la pequeña cangurera que traía oculta bajo la chaqueta un gorro y un par de guantes adicionales, además del cuchillo que ambas habían decidido que sería el cuerpo del delito.

Una vez que Julia se marchó, Nina se tomó un par de pastillas para dormir, ya que esa sería parte de su coartada.

4. Pantalla.

Seis con trece de la mañana. Nina corrió por el pasillo de la cabaña, dejando que su cuerpo se resbalara por el piso que había sido mojado por la lluvia de la noche anterior. Dejó la puerta de la habitación abierta. Bajo las escaleritas gritando que necesitaba ayuda y el personal de limpieza de las areas verdes del hotel acudió a su llamado, confundido.

—¡ALGUIEN LO HA MATADO!

En menos de lo canta un gallo, el personal de administración se dió por enterado y habían llamado a la policía. Era una forma inusual y bizarra de empezar el día y el gerente del hotel solicitaba que se mantuviera la mayor discreción posible, no era aceptable que teniendo el sistema de seguridad que tenían hubiera pasado algo así. ¡Y el hijo del Juez del Condado! ¿Pueden imaginarse la mala publicidad que eso traerá?

El oficial Lucas Ramírez bajó de su auto, de mal humor por el frío que estaba haciendo y caminó hasta la cabaña. El equipo forense ya había llegado y habían anillado alrededor de la cabaña. El personal del hotel estaba desperdigado por la zona, curioseando. La mujer cuyo nombre él no recordaba pero que era la cabecilla del departamento forense se acercó para ponerlo al corriente.

—Miguel Vega de veintidós años -sin inmutarse-. Lo apuñalaron doce veces. La novia lo encontró muerto en la mañana. Pasó a eso de las dos de la madrugada. Quizás a las dos treinta. No hay huellas, no hay señales de lucha.

—La novia pudo haber sido...

—Lo pensé, pero son heridas desiguales. Unas son completamente superficiales y otras llegaron hasta el hueso —El oficial frunció el ceño—. Es como si hubiera sido atacado por personas diferentes. O como si el asesino se hubiera cansado y luego hubiera vuelto a empezar. Además, la chica dice que tomó somníferos anoche.

—La novia pudo haber sido —el oficial repitió su afirmando.

—La puerta fue forzada desde afuera, así que eso le da el beneficio de la duda. También hice la solicitud de una copia de la cinta de seguridad, deberían entregarla en un par de horas —el oficial asintió, en aprobacion.

—Iré a hablar con ella —anunció.

Cuando emprendió la marcha, la mujer lo tomó del brazo, deteniéndolo.

—Hay algo más... El tipito era el hijo del Juez Vega, así que no me sorprendería que esto no fuera responsabilidad del chico, sino del padre.

—Lo tendré en cuenta.

El hombre se acercó a la menuda chica de cabello castaño claro cubierta con una manta vinotinto que lloraba sentada en un banco de plástico. Por la información que tenía, era la novia del fallecido, y quién no sólo había encontrado el cuerpo, sino que había dormido durante horas con él.

—Soy el oficial Lucas Ramírez —tendió una mano a la joven— ¿Cómo se siente?

La chica ni volteó a verlo.

—¿Señorita? —preguntó, y se agachó, quedando frente a ella— Tengo unas preguntas que hacerle.

La chica parpadeó, como saliendo de un trance, y asintió.

—Claro —su voz se hallaba ronca.

—¿Cuál es su nombre?

5. Despiste.

Con el rostro pálido uno de los jardineros se acercó al gerente quién en un principio le respondió de mala gana que lo que fuera podía esperar. Pero el hombre de avanzada edad le dijo algo que todos pensaron que le daría luces sobre el misterio que rodeaba la muerte de Miguel Vega.

Se trataba de una bolsa de basura que contenía ropa ensangrentada (un pantalón de hombre y una chaqueta negra con capucha) zapatos llenos de barro y el arma homicida: un cuchillo dentado afilado con empuñadura negra, lleno de sangre. Por supuesto, esto era importante. Era la ropa del perpetrador.

Era la ropa que coincidía perfectamente con la figura desgarbada que aparecía en el video de grabación.

¿Dónde estaba esta persona? No había pistas sobre su paradero (o de su existencia) más allá que la cinta de seguridad (que no mostraba su rostro) y la ropa (que no arrojaba pistas sobre su identidad). Era como si la tierra se lo hubiese tragado.

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*IMPP: "Infeliz-malnacido-pene-pequeño"

Cómo Asesinar A Tu Novio #HistoriasDeMuerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora