II. En tus sueños

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La joven vampiresa seguía sentada en la banca del parque, su figura era alumbrada por la luz nocturna de la Luna llena, después de que se había cruzado con su maestro, Alucard. Lo Amaba su maestro pero ella no se sentía lo suficientemente valiente para contárselo, tenía un poco de miedo porque lo que había visto era el beso que se habían dado su jefa y su maestro, eso la debilitaba y la lastimaba por dentro.

La de cabellos rubios miraba una fuente que estaba un poco lejos, un grito espantaba a los animales que habitan en lo profundo del bosque. No fue solo un grito más bien un aullido, algo la ponía en alerta, una silueta se movía muy ágilmente entre los arbustos era difícil de que ella pudiera buscar un punto fijo para disparar al nuevo enemigo, por ahora tampoco se sentía la presencia del vampiro. Solamente un olor extraño podía detectar, el olor era el mismo que el de un perro común.

-Esa cosa se mueve muy rápido-susurro Victoria mirando por todas partes y apuntado con su arma. La joven vampiresa observa bien entre los arbustos y ve unos ojos amarillentos, hasta que luego sale corriendo para atacar.

-¡Es un hombre lobo! – grito la rubia algo asustada, no se esperaba que era un hombre lobo creía que estaban muertos, pero no al final una nueva bestia que va a atacar Londres. Le disparaba pero la bestia los esquivaba con facilidad, media 1,76 el pelaje era negro, sus garras casi lastiman a la chica policía un ruido que provenía del otro lado del parque, los aullidos lo llamaban y se olvida de su pelea e sale huyendo del lugar.

-Su especie lo están llamando-susurro Seras mirando como la bestia se alejaba. –Que día tan loco-

La mujer policía vuelve a la mansión Hellsing, para poder descansar. –"Chica policía que me estas ocultando dime"...- le habla Alucard en la mente de la joven.

-Maestro...

La mujer policía entra a su cuarto y se sienta en su cama,- Ese lobo era fuerte... Mi maestro se enojara-dijo ella inclinando su cabeza. Apoyaba su cabeza en la almohada para poder dormir, Alucard caminaba por el pasillo, había notado que la draculina se quedo completamente dormida era una oportunidad para que descubra el secreto de su aprendiz.

-Es mejor que entre...Pero esta vez que será en sus sueños-susurro Alucard sonriendo de lado. Atravesaba las paredes y se sienta al lado de la joven que estaba durmiendo, ponía la mano derecha en la cabeza de Seras y luego el cerraba sus ojos así el entraba al sueño...

*Sueño de Seras Victoria*

La de cabellos rubios caminaba por el pasillo y miraba por la puerta que estaba un poco abierta, la escena de Alucard besando a su jefa.

-Maestro... Otra vez se repite esto-dijo Victoria un poco enojada.

En ese momento el vampiro dejaba de besar a Sir Integra y se dirige hacia la puerta, -Alucard...No lo vuelvas a hacer-pidió su amo molesta.

-No lo volveré a hacer, pero debo solucionar otra cosa-dijo el vampiro desapareciendo, Victoria estaba corriendo, las gotas de sus lagrimas caían al suelo, hasta que un momento su maestro aparece al frente de ella.

-Maestro...-murmuró la joven, desviando la vista.

-Así que esto me ocultabas, me viste besando a mi amo-dijo el vampiro en tono serio. Ella asentía con la cabeza, -Ahora tienes algo que decirme Seras Victoria-insinúa este sonriendo de lado.

-Si...maestro.

-Dime.

La de cabellos rubios se ruborizaba, porque su maestro fue capaz de descubrir su secreto y de preguntarle en sus propios sueños, interrumpiendo uno de sus recuerdos más dolorosos para ella, Alucard se acercaba cada vez más y más, la toma de la barbilla y le limpiaba las lagrimas.

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