Siete

4 1 2
                                    


Henry no había notado lo tarde que se había hecho mientras esperaba saber noticias de su amiga. El padre de ésta los había exhortado a irse cuando se les hiciera conveniente ya que él se quedaría a pasar la noche ahí. Alexia acepto pero Henry no sabía que era mejor. Así que mientras decidía que hacer se dirigió a comprar dos lattes. Su padre ese día no estaría en la ciudad por lo que no le preocupaba si llegaba a dormir o no. Terminó de pagar y se encaminó a la sala de espera donde aguardaba el señor Woods. Cuando lo vio, notó que hablaba un poco bajo con otros dos chicos. Reconoció a la distancia el rostro de Amber pero al chico que la acompañaba no lo recordaba. Era alto y poco moreno. Vestía unos jeans un poco ajustados y una playera verde que no hacía más que resaltar su color de piel. Se dirigió hacia ellos sin prestar mucha importancia. Tocó el hombro del señor y le tendió un café.

—Gracias, hijo.

—Por nada, señor. —asintió para nadie en particular mientras comenzaba a alejarse para tomar asiento.

Checó su móvil para saber la hora cuando dos mensajes destellaron en la pantalla.

De: Papá

Estaré fuera por una semana, se han complicado algunas cosas. Nada de fiestas.

Y:

De: Mia

¡Hey! ¿Cómo has estado? Vuelvo a la ciudad por un tiempo así que me gustaría verte. Millones de cosas que contarte. Besos:*

Era ilógico. Después de tanto tiempo se le hacía imposible volver a ver a Mia. Pero, a pesar de las cuestiones que se le presentaban en la mente necesitaba preguntarle algunas cosas que antes no se había atrevido a hacer. Necesitaba dejar de preguntar para buscar las respuestas que necesitaba. Ignoró ambos mensajes y se dedicó a tomar su cappuccino. Al final ni siquiera había visto la hora sólo se quedó ahí, pensando.

Alrededor de las cinco de la mañana, sus ojos comenzaron a cerrarse. Decidido a no quedarse dormido, se levantó de su asiento y se dirigió a las afueras del hospital. Caminó hasta la máquina expendedora de café y compró uno. Volteó hacia el cielo notando que el sol tomaba su paso rumbo al amanecer de otro día. Cuando entró, ya un poco más despabilado de aquel sueño, vio como el señor Woods hablaba con un médico y sin dudar se dirigía hacia allí.

—Muchas gracias, Doctor —dijo el señor Woods mientras estrechaba la mano del doctor.

— ¿Alguna novedad? —preguntó Henry al irse el doctor.

—Sí, le dan el alta en dos horas —contestó el señor mientras su rostro formaba una sonrisa —Tengo que ir a casa a recoger algo de ropa para Catherine.

—Claro señor.

— ¿Te importaría aguardar aquí hasta que regrese? Por si se requiere algo más para la salida de ella.

—No se preocupe señor, aquí lo espero.

—Muchas gracias, hijo.

El señor Woods se dirigió a la salida dejando a Henry ahí solo. «Hijo» la palabra se repitió de nuevo en la mente de Henry. Hacía algún tiempo que no era llamado así pero se preguntó porque el padre de su amiga lo había llamado así. Según tenía entendido que ese calificativo se le otorgaba al novio o a algún hijo de algún amigo cercano o simplemente por la confianza que se otorgaba. Aun pensando en eso, volvió a su asiento a esperar a que pasaran esas dos horas. Pronto comenzó a ver como el hospital se iba llenando de gente, supo por ello que la hora de visita había comenzado. Se levantó de su lugar para otorgárselo a una señora con un bebé en brazos, miró el reloj percatándose que apenas había pasado una hora, el papá de Catherine se tardaría un poco más por lo que se dirigió al módulo de información.

Miradas ProfundasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora