Uno.

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Catherine bajó del coche de su mejor amiga y la esperó. Habían pasado tres meses desde el fatídico accidente que aún le costaba maniobrar el bastón. Sintió el apoyo del brazo de ella y comenzó a caminar. Sabía que las cosas eran distintas. Distintas en modo que sería observada por mucho tiempo. Siendo el objetivo de burla y murmullos a su espalda. Sería duro aceptar su vida de nuevo. Sintió como su corazón comenzó a golpetearle fuerte el pecho y se detuvo obligando a su amiga a hacerlo también. Su tiempo de depresión había pasado pronto. Tres meses con helado y sus mejores amigos habían sido el paraíso. Para ellos nada había cambiado.

Para ella sí.

Pero ahí estaba. El golpeteo en su pecho se lo decía. La conexión inmediata que había sentido con su primer novio. Su primer gran amor, se hacía presente de nuevo. Lo cual era imposible. Sin más, dio dos pasos. El golpeteo seguía ahí. Tres más y éstos se fueron. Él estaba ahí y le gustaba saberlo. Siempre estaría ahí. Como se lo prometió. Aunque fuera sólo en alma, ahí estaba.

Siguieron avanzando hasta donde se imaginó eran sus casilleros. Sintió como el hueco en el brazo se profundizaba hasta que la tomaron por la cintura y la giraron. Sintió como sus pies se despegaron del piso.

— ¡Cat! Qué alegría tenerte de nuevo aquí. Me hacías falta —dijo depositándola de nuevo en el suelo

—Me alegra saber que alguien me extrañó por aquí —contestó a su mejor amigo, Mark.

— ¿Extrañarte? —Bufó— claro que no, bebé. Me pasé todos estos meses contigo claro que no te extrañaba.

—pero acabas de...

—Sin peros señorita, es mi turno de escoltarla al aula de nuestra primera clase juntos en mucho tiempo, Amber —dijo Mark dirigiéndose a la chica rubia a un lado de ellos— muchas gracias por traerla aquí.

—Es mi mejor amiga, idiota. ¿Cómo la iba a dejar a tu merced con todas esas chicas tras de ti? —Contestó Amber con sorna.

Tras decirle adiós, Mark tomó a Catherine de la mano y la colocó alrededor de su codo para comenzar a caminar. Al llegar al aula, un silencio abrumador se había extendido y los cotilleos empezaron de nuevo. Catherine apretó el brazo de Mark para darse valor a seguir su día normal.

A la tercera clase de ese día Mark y ella tuvieron que separarse. Era la única clase en la que le tocaba estar sola. Separada de Amber y Mark. Se armó de valor y busco a tientas un lugar vacío.

—Siéntate aquí —escuchó como le llamaban.

— ¿Dónde estás? —Respondió ella, para poder seguir su voz.

—Dos pasos atrás y uno a la derecha —le contestaron e hizo lo que le dijeron. Dos pasos atrás, uno a la derecha y había encontrado un lugar que ocupar— soy Alex.

—Soy Catherine —contestó mientras se sentaba en la butaca.

—Mucho gusto Catherine.

—Muy bien muchachos, guarden silencio y escuchen —Escuchó como la profesora comenzaba a hablar y los demás guardaban silencio. Escuchó la tiza que se deslizaba por el pizarrón y prestó atención— Soy la profesora Livenhook, sí, es extraño, pero así me apellido y tendrán que respetarlo como yo respetaré el suyo. Pero si se les hace complicada la pronunciación, pueden decirme "Profesora Hook" todo es a su disposición. Ahora comenzaremos con las presentaciones —se escucharon ruidos de cansancio y la profesora los hizo callar— sin protestas. Ya saben lo que hay que decir. Nombre, edad y algún pasatiempo. Empezaremos por aquí.

De pronto se empezaron a escuchar las presentaciones. Una por una. Contó al menos 35 voces diferentes. Ninguna parecida, por lo que pensó que sería fácil distinguirlas cuando le hablaran. Alex tocó el hombro de Catherine indicándole que era su turno. Se inclinó hacia delante intentando no moverse mucho para no caer. Se aclaró la voz y comenzó.

Miradas ProfundasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora