Sus grandes y característicos ojos de tonalidad verde manzana viajan rápidamente del pizarrón hacia el reloj sobre este colgado en la pared.
Treinta segundos, no restaban más que treinta segundos.
Su pequeña mano continúa escribiendo apuntes con desenfreno sobre lo que relata el maestro canoso que no detiene sus pasos aleatorios por el gran salón de clases, teniendo muy en cuenta que el educador no explicará el tema en cuestión por segunda vez.
Muerde su labio inferior al mismo tiempo que una fría y delgada gota de sudor recorre parte de su angustiado rostro angelical durante su cuenta regresiva.
Tres, dos, uno.
El sonido del timbre anunciando el fin de las clases en la prestigiosa primaria a la que asiste llega de un solo golpe a los tímpanos de Akiyama Kaori. De manera inmediata e instintiva, el brillo hasta ese entonces oculto en los ojos verdes de la infante se revela al momento de soltar el lápiz y dirigirse con curiosidad e ilusión hacia el asiento tras ella, esperando encontrarse con su vecino de banco.
Tal y como temía, el asiento detrás del suyo ya se encuentra vacío.
«Otra vez...» Piensa la niña de diez años soltando un pequeño suspiro cargado de frustración.
Ahí, es cuando la carrera comienza.
La castaña se levanta de su asiento, coloca su mochila en su espalda y envuelve las correas de ésta en sus manos antes de salir apresurada del salón, en busca de su escurridizo objetivo.
Corre –inconsciente de su lentitud– por los pasillos tal y como si alguien estuviera persiguiéndola. Cada cierto tiempo, impacta contra algún otro estudiante que transita con tranquilidad en su misma dirección. Se detiene un par de veces en algún punto del corredor y observa por la ventana de la cuarta planta para ver si logra encontrar con la mirada una llamativa cabellera roja por entre los niños en dirección a la salida en las afueras.
Por más que analiza el patio delantero a través del cristal, no puede encontrar aquel punto rojo por ningún lado; sin embargo, no es una opción para ella rendirse todavía.
«Aún debe estar en la escuela...» Es lo que cree.
Pasados unos cuantos minutos, baja las escaleras en trote. Kaori sólo quiere y piensa en encontrarlo, pero sus esperanzas disminuyen a medida que el establecimiento empieza a vaciarse en menos de un cuarto de hora.
Ya casi no se topa con nadie por los corredores, a excepción de los maestros y demás auxiliares. Realmente duda que el pelirrojo se haya quedado para gastarle alguna otra broma a la autoridad. Hacer travesuras al comienzo de la semana no es parte del estilo característico del llamado punto rojo. A él los días lunes lo agotan más que cualquier otro, Kaori lo sabe, se ha dado cuenta de ello.
Analizando las escasas probabilidades que tiene de encontrarlo, la niña baja la cabeza y opta por marcharse, dando pasos pesados durante el trayecto y obligándose a olvidarlo por el resto del día.
Sale del establecimiento bajo el cielo anaranjado del atardecer, reflejando evidente decepción en su semblante. Golpea una piedra con sus pies mientras cruza por el patio delantero en dirección a la salida en las afueras.
Entretanto piensa en lo que cenará esa noche, sus pasos se detienen en seco a tan solo tres metros de la salida.
Sus oídos no la engañan, pasos ajenos se escuchan tras ella.
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STALKERS │ Assassination Classroom 「Akabane Karma」
Fanfiction❝Años luz, es la distancia que hay entre tú y yo.❞ ━NO se aceptan copias ni adaptaciones. ━Propiedad de personajes: Yūsei Matsui. Excepción: Akiyama Kaori.