La primera carta.

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Querido tú...

¿Alguna vez alguien te había amado de esta forma?

Supongo que te habían querido abrazar antes, te habían anhelado. Observado desde la lejanía comprendiendo el arte que habitaba en ella. Bello, lo bello es profundo y se irradia desde adentro. Dejando pequeñas marcas en tu camino, huellas que contenían tu rastro esperando por mí.

Un fantasma que aparecía con tu recuerdo.

El cielo parecía comprenderme, habitaba allí ese pensamiento de ti. Me acariciaba con la brisa y me hacía ver que sea donde sea que estuvieras los dos bailábamos debajo de él. Me mostró los colores en el atardecer y sabía que la espera pronto culminaría.

A veces la noche me regalaba un vistazo de ti, quizá te encontrara por allí.

Tu cama complementa el terminar de tus desvelos, cuando el agotamiento se profundiza caes a los brazos de Morfeo y ella apacigua tu envoltura. Algunas lágrimas y rastros de dos almas que se complementaron terrenalmente la han cubierto y dejado su marca sobre ella.

La puerta que bendice la bienvenida y se entristece al marchar.

El espejo reflejaba dos siluetas y miradas en conjunto. Una de ellas con el reflejo de la otra.

Mi corazón palpitante y lleno de hilos dorados que complementaban sus roturas, cicatrices y una marca que brillaba cerca del indicio locutor de la misma.

Una sonrisa interruptora de las constelaciones de estrellas que se encendían fugaz y radiante en el cosmos.

Los recuerdos formaban parte de un largo mar, cada gota complementaba el volumen del mismo recorría calmado y se perdía más allá hasta que alguno necesitara salir por la ventana del alma.

Las sirenas tejían en la naturaleza sueños, junto a la musa, mí musa. Tú.

No podíamos estar juntos, nos hacíamos daño y heríamos cada parte de nuestro mundo. Lo destruíamos, pero habitábamos en él. Ninguno quería marcharse, pero quedarse era masoquismo mientras nuestras miradas se quebraban en el laberinto.

Como los rieles de un tren, juntos pero nunca unidos.

El que habría marcado mi vida en la eternidad, y su ausencia se saciaba de letras y desdichas.

Querido tú...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora