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La medicina es una ciencia de la incertidumbre y un arte de la probabilidad.
William Osler.  


 Han pasado cinco días desde aquel fatídico accidente, en el cual perdieron la vida unas dieciocho personas, dejando noventa heridos. Recuerdo en aquel momento en que el Dr. Manuel Ceballos, mi alumno que es pediatra y el Dr. Leonardo Escobar cirujano pediátrico tuvieron que hacer todo lo posible porque se moviera la ala del avión accidentado para recibir al bebé de una de las víctimas.

 No había tiempo que perder. Unos segundos más y la criatura pudo haber muerto debido a que la madre ya no le suministraba oxigeno o los nutrientes necesarios por el cordón umbilical, ya que esta ha muerto. Cuando llegaron a urgencias el cadáver de la mujer tenía el rostro cubierto con una manta, la caja torácica muy lesionada y sangrado vaginal.

 —Necesitamos un quirófano —explicó el Dr. Escobar desde que la ambulancia arribó en el hospital.

 —Mujer muerta con un bebé dentro de aproximadamente 29 semanas de embarazo —decía el Dr. Ceballos. Se dirigen al quirófano cinco para proceder con la extracción de la criatura por cesárea. Les sigo por si necesitan manos extras mientras les digo a mis internos que se sigan haciendo cargo de la sala de urgencias.

 No tuvieron que hacer una epidural, ni conectar un catéter en la vejiga como es lo habitual.

 —Bisturí 10 —pidió el Dr. Escobar con el cual hizo una incisión de Pfannenstiel muy por encima del hueso púbico. Después de cortar la piel, separó la grasa y la cortó en sentido transversal, la aponeurosis, que es una fuerte capa que sujeta los músculos abdominales y los intestinos.

 El peritoneo, una fina bolsa donde se acumulan los órganos abdominales la desgarró suavemente con sus dedos, y así fue como accedieron al útero. Este se abrió con un corte transversal por una zona llamada segmento, que se encuentra entre el cuello y el cuerpo del útero para sacar al bebé. El Dr. Ceballos fue quien extrajo al niño del vientre para que luego el Dr. Escobar lo llevara a cuidados intensivos donde lo entró en una incubadora.

 Cinco horas más tarde el Dr. Manuel Ceballos tuvo que viajar a su país Venezuela. El Dr. Hugo Aguilar Villa regresó a su vida de cirujano plástico mientras que el Dr. Leonardo Escobar no se fue del Hospital Central Universitario de Santiago (HOCUS) hasta que el bebé se recuperó del todo y vino su padre desde Japón para llevárselo.

 Me encuentro en el segundo nivel del hospital mirando hacia el crepúsculo que expone la mañana, hablando con el señor Patricio quien acaba de comprar el 30% del hospital tras haberse sacado la lotería.

 —Hijo, como sabes... ya estoy viejo y mis acciones en el hospital están a tu nombre.

 —No debió molestarse señor... usted sabe que mi cariño hacía usted va más allá de cualquier cosa material.

 —Es que no tenemos hijo, y ya estamos viejo mi señora y yo, por eso vamos a viajar por el mundo en los días que nos quedan y es una forma de agradecerte todo lo que durante tu llegada desde que eras estudiante hasta que te hiciste médico hiciste por nosotros —cuando escuché sus palabras las lágrimas bajaban por mi rostro. Por eso es que siempre digo que el mundo gira y quien está abajo hoy, mañana puede estar arriba. Por eso es que debemos de tratar a todas las personas igual.

 —No llores hijo.
Estoy orgulloso de ti —volvió a decirme antes de marcharse, dejándome una carpeta con su testamento en caso de que no regrese con vida tras recorrer el mundo y su infinidad. La despedida fue dura y nunca imaginé que una persona como el señor Patricio se convirtiera en otro padre para mí.

Anatomía de HENRYWhere stories live. Discover now