Wonderland

Capítulo 8.

| Narra Sara |

Me desperté de mi cuarto con un olor a fuego que provenía del prado que estaba al lado. Me levanto y miro por la ventana. Taylor estaba quemando a todos aquellos esqueletos que había en el granero.

— ¡Ten cuidado, eres capaz de quemar todo el prado!- Digo desde mi ventana.

— ¡Ja, ja, ja. ¡Qué graciosa!- Dijo ella mientras los seguía quemando.

Le dediqué una sonrisa, me volteé y me vestí, cogí mi cuchillo y pistola y bajé abajo.

— ¿Te ayudo?

— No gracias, ya casi acabo, ¿podrías ir al granero y traerme la pala?- Dijo Taylor. 

Yo solo asiento con la cabeza, me dirijo al granero, abro aquellas grandes puertas de color rojo ceniza.

Cojo la pala y cuando me giro para salir de allí, un zombie se encontraba entrando por la puerta.

Me quedo parada unos segundos mientras lo miro determinadamente; piel marrón sucia, con varias manchas de sangre, órganos cayendo de su boca. Solo pensar que eso, lo que se encontraba enfrente de mi antes era una persona feliz, con familia y amigos, me revolvía el estómago.

Cuando me di cuenta estaba solo a unos veinte centímetros de mi. 

— Sara...- Dijo Niko detrás del zombie.

Lo mata clavándole un cuchillo en el cráneo y cayendo al suelo después.

Niko y Cher corren hacia mi y me abrazan.

— ¿Qué hacéis aquí?

— Te estuvimos esperando donde dijimos la primera vez, al ver que no llegabas nos fuimos y día tras día nos adentramos al prado, y bueno, aquí estamos.- Dijo Cher ilusionada.

— Me alegro de veros.- Digo mientras los abrazaba.

— Oh, momento feliz.- Dijo Taylor mientras llegaba.

— Taylor, ellos son Cher y Niko. Cher y Niko, ella es Taylor.- Digo haciendo las presentaciones.

— Encantada.- Dijo Taylor mientras les sonreía.

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Entramos todos a la casa, de la nada empezó a llover. Esto era malo, cuando en Wonderland llovía en invierno eso significaba que solo quedaba una semana para que nevara. Y todavía no teníamos comida suficiente para alimentarnos.

— ¿Traéis comida?- Le dije a Cher y Niko.

— Sí. Por una carretera que queda a unos treinta kilómetros había una tienda de comida, la saqueamos todo y trajimos toda la comida.

— Sois nuestra salvación.- Dijo Taylor.- Ya pronto comenzara a nevar y no teníamos mucha comida. Por cierto, esta mañana encontré madera suficiente para el invierno, está todo en el sótano. 

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Después de comer cada uno se fue a su habitación, cada uno en una habitación diferente. Yo me quedé en el porche de la casa mirando al prado. Creo que es la primera vez que me siento como si los zombies no existieran. El crujido de las tablas de madera me saca de mis pensamientos. Taylor sale por la puerta con una taza de chocolate caliente.