En el maravilloso país de Wonderland, los muertos arrasan sus calles, después de un terrible virus letal.
Un pequeño grupo de amigos se unen para sobrevivir a ese infierno, necesitan salir de allí para pedir ayudar pero... ¿cómo lo harán?
Varias...
Me encontraba con Fred y Madel en una pequeña tienda ubicada al rededor de muchos zombies, si, ¿no lo os esperabais, verdad? Bueno, nos encontrábamos allí por una sola razón; necesitábamos clavos. ¿Para qué? Pues muy fácil, para pegarlos a un bate de béisbol.
— Rai, date prisa, unos cuantos de ellos vienen hacia aquí, y... oye, tengo que decir que uno esta muy bien... pero que muy bien.- Dijo Madel en tono divertido.
Yo solo la ignore y Fred y yo seguimos buscando hasta que por fin encontramos una caja, cojo la pequeña caja que había y la equipo en la mochila, salimos de aquel lugar y unos cuantos zombies salieron de la nada impidiéndonos el paso hacia el coche que teníamos. Cogemos los cuchillos que llevamos cargados en los cinturones y bolsillos y empezamos a pelear contra ellos, ya desaciéndonos de ellos un zombie ataca a Madel por la espalda tirándola al suelo.
— ¡Madel no!- Grité atrayendo la atención de los demás zombies.
— ¡Iros joder!- Grito ella mientras intentaba no ser mordida.
Yo en estado de shock me quede quieta, esperando a que pasara algo, pero sabía que no pasaría nada. Unas manos me agarran de la cintura y me llevan hacia el coche, miro por la ventanilla como todos los zombies van a por Madel.
— Lo había visto venir, no hice nada... es mi culpa, va a morir.
— Hey, amor, ya esta, algún día tendría que pasar, ya lo sabes.
— Lo se, pero, ¡lo vi venir, podía haberlo evitado y ella podría estar aquí ahora mismo!- Cuando dije todo eso fue cuando me di cuenta que todas las lagrimas inundaban mis mejillas, me tapé la cara y ahogue un pequeño grito. Siento como el coche se para y unas manos rozan con las mías.
— Todo estará bien, puede salvarse.- Dice mientras me quita las manos de la cara cuidadosamente, me mira unos minutos y me da un dulce beso en los labios con sabor a ¨Yo estoy aquí, yo te protegeré, aunque me convierta en uno de ellos¨
Después de eso pasamos todo el recorrido en silencio sin nada que decirnos, sin nada de que hablar. Cuando llegamos pude visualizar en la entrada de nuestra casa una figura de una persona. ¿Un zombie quizás? No, para nada, era Madel.
— He tú, si tú, la chica del coche, ¿cuando pensabas venir a rescatarme?
— ¿Pero... cómo lo hiciste? Había mas de veinte zombies.- Dije alegre por saber que seguía con vida.
— Muy fácil, al clavar el cuchillo a aquel zombie le rajé la cabeza, haciendo que toda la sangre de el cayera a mí. Por eso estoy asín de suicida, ¿¡Qué no se ve y huele?! Bueno, después de eso ellos no me olían y pasaron de mi.
Me abalancé hacia ella y le di un gran abrazo, estaba contenta de saber que seguía con vida.
— Eres una pequeña guerrera.- Dije revolviendole el pelo como a una niña pequeña.
— Gracias mamá.- Dijo con cara de diversión.
Después todos entramos en la casa, cerramos las persianas y ventanas, apagamos las luces y prendemos unas pequeñas velas. Se estaba haciendo de noche, y eso era malo, apenas teníamos comida y cada vez había más zombies.
— Está bien, tenemos que hacer el menor ruido posible, cualquier sonido raro podría costarnos la vida. Cada uno hará turnos en la terraza. Al menor movimiento extraño que haya en la calle nos avisamos.- Dijo Fred tomando el control de toda la situación.
Él hizo la primera guardia. Mientras Madel y yo nos encontrábamos en la cocina haciendo la comida.
— Creo que deberíamos irnos mañana por la mañana, en cualquier momento podría venir una horda y matarnos, y no tenemos armas.- Dijo Madel mientras habría una lata de comida.
— Lo sé, se lo diremos ahora a Fred.
Cuando terminamos de preparar la cena nos dirigimos con Fred hacia la terraza, nos sentamos todos y comenzamos a comer en silencio.
— Mañana nos iremos, aquí corremos peligro, ví un pequeño grupo de zombies por el oeste, en cualquier momento podrían venir, hoy será nuestra ultima noche.- Dijo Fred mirando a algunos zombies los cuales andaban por la calle desorientados.
Le dolía decir esas palabras, lo sabíamos, esta es la casa donde el ha vivido toda su vida, y le cuesta tener que desacerse de esta casa.
Madel y yo nos quedamos viendo la una a la otra, ¿nos habría escuchado hablar en la cocina? No lo creo, o tal vez sí.
Después de comer cada uno se fue a dormir a sus respectivos lugares, al pasar una o dos horas Fred viene y me despierta para hacer guardia. Me levanto y voy a la terraza.
Bonita noche, salvo por aquellos zombies que hacen el idiota andando sin rumbo fijo. Al final de la calle me fijo en un pequeño perro que había, iba a ser mordido, rápidamente me levanto y voy hacia Madel y Fred.
— Chicos rápido, hay un perro y va a ser mordido.- Dije un tanto alterada.
— Es solo un perro, no pasa nada.- Dijo Madel aun soñolienta.
Yo solo gruñí en tono enojada. Cogí el bate y me dirigí hacia la puerta, la abrí y fui a por el perro. Maté a algunos zombies que se encontraban afuera. Cuando ya lo tuve en mis manos de nuevo corrí hacia la casa y entré velozmente. La puerta se cerro gracias a Fred que estaba allí.
— Idiota... no lo hagas más.- Me dijo mientras se sentaba en un pequeño sofá y se daba palmaditas en las rodillas para que el perro fuera a él. Este se escapó de mi agarre y fue corriendo como un niño pequeño a por un caramelo.— Buen perrito...- Dijo acariciándolo.
Madel se quedo contemplando esa escena con cara de morirse de ternura, yo solo la mira enojada, a lo que ella capto la indirecta. Me hizo un gesto con las manos queriendo decir ¨Es tú chico y tú perro, tranquila¨ Yo solo reí y volví a la terraza a hacer guardia.
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Primer capítulo, espero que sea de vuestro agrado. Dadle a like para más (ni que fuera YT pero bueno) y comenten que les parece.
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