Nueva York

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El avión finalmente aterriza. Miro a Mia, quién no se ha despegado de la ventanilla en ningún momento del vuelo. Tiene una enorme sonrisa en su rostro y sus ojos reflejan una emoción inmensa dentro de ella, y ahora que ya estamos aquí, es aún más notoria.

Durante todo el vuelo no dejó de hablar ni de moverse. Es una niña muy inquieta, siempre lo ha sido. Tiene tanta energía dentro suyo que todo el día se la pasa corriendo y jugando por el departamento. Honestamente es agotador, pero ya estoy acostumbrada, además que es un aspecto de su personalidad que me encanta. 

Las azafatas nos indican que ya es seguro quitarnos los cinturones de seguridad y que ya podemos levantarnos de nuestros asientos, por lo que sacudo a Mia por su hombro para llamar su atención. Ella gira su pequeña cabeza y me mira.

-Ya llegamos Mia, es hora de bajar.- digo mientras le quito el cinturón.

-Y los abuelos? Dónde están?- me pregunta una vez que se levanta del asiento y la tomo en mis brazos.

-Nos están esperando afuera para llevarnos a casa.

Planto un suave beso en su cabeza luego de que ella la acomoda en mi hombro. Me estiro y saco mi bolso del compartimento para equipaje de mano y lo cuelgo en el hombro que tengo libre. Avanzo hasta la salida del avión con mi hija en brazos y cuando al final logramos salir, voy lo más rápido que puedo hacia el área donde se recogen las maletas.

Esperamos un buen rato a que salgan hasta que finalmente aparecen en la cinta de recogida. Bajo a Mia de mis brazos y ella se sujeta de la tela de mi pantalón como yo le dije para que no se aleje ni se pierda. Tomo ambas maletas y luego juntas, sin dejar que Mia se suelte en ningún momento, empezamos a caminar hacia la puerta de llegadas nacionales del aeropuerto.

Un oficial de seguridad que se encuentra ahí me ayuda a abrir la puerta ya que no tengo manos libres y la mantiene abierta para que ambas podamos pasar. Le agradezco el gesto y luego avanzo a través de la puerta. 

Hay mucha gente afuera, todos familiares o amigos de los demás pasajeros del vuelo, esperando para recibirlos y saludarlos. Busco con la mirada a mis padres pero no parecen estar por ningún lado. Observo con más atención hasta que los veo a la derecha de donde nos encontramos. Papá tiene un pequeño oso de peluche en la mano y mamá una caja de lo que parecen ser chocolates. Suelto una de las maletas y muevo la mano en forma de saludo para llamar su atención. Ellos me divisan y sonríen al vernos.

-Mia, ahí están los abuelos- me agacho a su altura y se los señalo- Ve con ellos.

Ella emite un suave gritito de emoción y comienza a correr en dirección a ellos. Papá se agacha y la recibe entre sus brazos cuando llega a su lado, y la alza y la gira en el aire mientras besa su cabeza. Luego se queda quieto y la acomoda mejor en sus brazos, y esta vez mamá se acerca a besarle una de sus mejillas. Yo me levanto y tomo las maletas avanzando directamente hacia ellos.  

Ver esa escena me parece realmente enternecedora. Cuando me imaginaba el momento en que iba a tener hijos y los iba a hacer abuelos, no me imaginaba que iba a ser a mis veintidós años, y menos aún que ellos iban a ser relativamente jóvenes igual, pero ahora que lo estoy viviendo no lo preferiría de otra manera.

-Hija, al fin llegan- dice mamá atrayéndome en un abrazo.-Las extrañábamos mucho.

-Nosotras también las extrañábamos- digo y dejo un suave beso en su mejilla.

Ahora papá me abraza, sin soltar en ningún momento a Mia de sus brazos, quien se encuentra realmente cómoda en estos. 

-Que lindo tenerlas en casa al fin- suspira y mira a su nieta- Mia, cuanto creciste este año?- dice jugando con su nariz.

Caminos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora