Una noche de otoño, en aquellas donde corre el viento despacio y pasa por tu rostro dejando tu piel erizada pero sin dejarla completamente helada, parecía tener suerte el chico de ojos esmeralda ya que amaba la lluvia de estrellas fugaces.
— ¿Crees en los deseos? — pregunto el chico viendo el cielo estrellado.
— No lo se, depende — reí bajito
— ¿Depende? — se acomodo frente a mi mostrando intereses en lo que había dicho.
— Si, por ejemplo, si deseas algo coherente —el chico rió dejando ver un pequeño hoyuelo en su mejilla izquierda — algo que este a tu alcance, que creas que algún día se va a cumplir, de lo contrario, tu mismo te estas obligando a no creer en los deseos ya que uno no se te cumplió por ser imposible.
— Entiendo tu punto — me vió directo a los ojos y mi corazón se desvaneció, diablos, no hagan eso con las personas tímidas.
Él se acomodo donde estaba en un principio, al lado de mi. — ¿Tu crees en los deseos?
— Si — respondió seguro y enarque una ceja divertida — justo ahora pediré uno — sonrió y cerro sus ojos, observe cada detalle de su rostro guardando cada imperfección en mi mente. Los volvió a abrir y fijo su vista a las estrellas que iban de un lado a otro.
Se paró de pronto viendo aún el cielo, estaba pensando. — Deseo...
— Se piden a la cara — susurre y me volteo a ver extraño al ser interrumpido.
— ¿Qué? — pregunto confuso.
— Los deseos — suspire y baje la mirada — se piden a la cara y no a las estrellas.
Se acercó a mi.
— Te deseo a ti — dijo con un hilo de voz, que apenas logre percibir lo que dijo. Pero lo escuche.
Y es por eso que la estación de otoño es mi favorita, esa noche obtuve el beso más tierno, dulce e inocente que en la vida me podrán dar. De esos besos que recuerdas después de años y sigues sintiendo el mismo cosquilleo en tus manos como cuando lo diste.

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Secret Love Story
RomanceHablaba de una manera tan descomunal que... sentía que pedacitos de cielo caían de mi, con esa voz tan melódica y sonrisa narcisista. Con sus ojos perforadores de esmeralda y ese pequeño hoyuelo que asomaba cada vez que veía la luna salir. Así, de b...