Gaby y Alan

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Me acabo de despertar y ya se que será un día largo, hoy tengo una cita en el odontologo y a mi madre se le ocurrió pedirle a mi primo Alan que me acompañará, no era mi primo favorito siempre que estabanos juntos buscaba la forma de hacerme quedar mal o ridiculizarme frente a la gente.

Mire la hora, aun me quedaba dos horas para llegar a la cita medica. Primero fui a tomar el desayuno, salude a mi madre y luego volví para alistar la ropa con la que saldría; cuando termine hacer lo anterior me dispuse a ducharme, en el baño cotidianamente me demore una hora, me demoraba más jugando con mi cuerpo que duchandome y haciendo otras cosas.

Como de costumbre empecé a masturbarme lentamente con el dildo antes de entrar a la ducha, ya en la ducha abrí la llave un poco para que el agua corriera sobre mi, eso me ponía un poco mas excitada.

Pase el dildo por encima de mi vagina, en ocasiones introduciendolo para así tocar mi clitoris; ya después un rato deseaba tenerlo adentro y así lo hice. Después de estar diez minutos moviendo el dildo dentro de mi, sacándolo y metiendo lo llegue al orgasmo.

Después de esto termine de bañarme y salí a vestirme, unas bragas rosas con puntos negros y un brazier similar, una falda negra que me quedaba por encima de las rodillas, unos converse negros y una blusa escotada rosa.

Recogí mis cosas y salí para ir donde me esperaba Alan, el no era la gran cosa tenía lentes y una perforación en la oreja, pero lo que hacía que llamaba la atención de el es que tiene un cuerpo precioso de hacer mucho ejercicio. Aunque a mi eso me daba igual, solo pensaba que era mi primo odioso y ya.

Llegue por el caminando, cuando llegue el me estaba esperando afuera, no lo sabía pero el había conseguido una moto y estaba sentado en ella, una moto preciosa se color rojo metal, me entrego el casco me lo coloque, arrancó y nos dirijimos al consultorio. Llegamos 10 minutos antes, y desde que llegue a su casa hasta aquí no habíamos hablado ni un poco, y era mejor así o eso suponía.

- Oye primita escuche que te quitarán los frenillos
-Si, no lo recuerdo
-Tu madre dijo que para eso tenías esa cita, es por la única razón por la que te quise acompañar para verte sufrir cuando te los quiten
-Idiota, no duele cuando los quitan
-¿no?
-No, idiota no me verás sufrir
-Entonces me voy a casa, adiós.

Estaba en lo sierto era mejor ni hablar con el, justo cuando el dijo adiós me llamaron para entrar. No me importaba si se iba el idiota ese, yo encontraría la forma de llegar a casa.

Después de casi una hora ahí adentro, por fin estaba sin esos horrendos aparatos en mi boca, salí del consultorio pensando si irme a casa caminando o si cojer autobús, lo mas sorprendente es que el idiota de Alan estaba allí afuera esperándome sentado en su moto.

-No qué te ibas a ir torpe
-Lo hice pero mi madre me obligó a volver
-Para que te fuiste a tu casa
-Por que no tenia más dónde ir, ahora vamos te llevare a tu casa
-Crees que me subiré, me ibas a dejar ir sola y ahora piensas que me subiré en eso
-Si
-Pues no idiota, yo tengo orgullo.

Lo deje con la palabra en la boca, empecé a caminar, pero el idiota me alcanzó, ahora que lo pensaba podía dejar mi orgullo de lado, tenia demasiada pereza para caminar. Le arrebate el casco y me monte, al llegar a casa me baje de la moto; y luego el hizo lo mismo.

-Que haces torpe
-Entraré a saludar a mi tía, o es que no puedo
-Si fuera por mi, no
-Pero no lo decides tu, y al menos deberías agradecerme que te acompañe.
-Agradecer que, si querías dejarme allá.

Dije eso ya entre a mi casa para que no dijera nada más, Alan odiaba que lo dejarán hablando solo y eso era algo que yo siempre le hacía. Al entrar llame a mi madre pero esta no contesto, supongo que habría salido con una de sus amigas ya que tenía vacaciones; no sabia si mi primo había entrado o no y no me importaba sólo se que escuche la puerta cerrarse.

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