La primera conversación

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"Hey" es su respuesta. Esta vez al estar más cansado debido a los bailes no he tenido fuerzas para siquiera sentir algo. Pero sí he de decir que me he emocionado un poco, es una persona que a primera vista me ha atraído físicamente. He estado un par de meses metido en las redes sociales intentando perder la desconfianza en mí mismo -no me sirve para perder la timidez, claramente, pero me puede ayudar a soltarme un poco más, para poder entablecer una conversación decente-. Siempre he seguido una especie de técnica para conversar: saludo amistoso, le pregunto su nombre, cómo se encuentra, la edad, dónde vive y luego delibero si me apetece seguir hablando o no. Si decido seguir pues continúo con cualquier chorrada sin sentido o incluso pregunto por sus gustos o qué va a hacer en las próximas horas. Tenga o no tenga información sobre la persona.
Empiezo mi técnica. Su nombre, Austin. Se encuentra bien aunque algo cansado pues se ha levantado hace poco, tiene 17 años y vive en América, cuando le insisto me detalla que vive en North Carolina. Es genial, vive en América y en la costa más cercana a España, pero aún así queda un poco lejos para que algún día podamos vernos-. Hablamos mucho tiempo, de vanalidades tan varias que ni siquiera me acuerdo; solo llego a alcanzar que me reí mucho y me lo pasé muy bien hablando con él. Me cae bien y noto que yo también le caigo bien puesto que lo noto tranquilo y relajado hablando, no chatea de forma seca o tajante,así dando a entender que le ha hecho gracia que entablásemos conversación. Sin darnos cuenta nos hemos hundido en una conversación que hemos tenido que cortar porque yo empezaba a tener sueño. Extrañado, miro la hora en un reloj de pared de coca-cola que tiene mi hermana colgado, y me sorprendo al ver que son casi las 12:30 de la noche... ¡Hemos estado hablando poco más de seis horas seguidas! Está claro que lo hemos pasado muy bien y las horas han pasado volando.
-Me acabo de dar cuenta de que llevamos hablando unas seis horas hahaha -le comento.
-Sí haha -ríe conmigo-, creo que al hablar tanto se nos ha ido la noción del tiempo. Yo me lo ha pasado bien -confiesa.
-Yo también me he divertido mucho hablando contigo -respondo con un toque pícaro e inocente.
Él me responde con un simple pero bonito a mi motivo de ver ":D". No creo que me esté precipitando al pensar que hayan podido saltar alguna que otra chispa durante nuestos mensajes.
-Aquí son las doce y media de la noche, la verdad es que tengo un poco de sueño y me gustaría ir a dormir -explico.
-Ah vale vale, duerme bien. ¿Hablamos mañana?
-Sí, por supuesto, como quieras -respondo sorprendido debido a la proposición.
-Bueno, pues buenas noches, Rafa.
-Buenas noches, Austin.
Bloqueo el móvil cuando veo que ha leído el mensaje, que es en seguida, y guardo el móvil bajo la almohada como hago siempre. Esta noche mi hermana no duerme en casa, así que me he permitido el lujo de quedarme aquí. Se me escapa una sonrisa y cierro los ojos, como viene a ser normal no me doy cuenta de que he caído en un profundo sueño -pero no, no soñé con él.

9 a.m. Como viene siendo habitual, mi cuerpo está acostumbrado gracias al colegio a levantarse a una hora temprana, más si me he acostado temprano; aunque por otra parte es un frío domingo de enero, cuando solo apetece estar durmiendo la mona. Hace una buena mañana para tomar el sol incluso estando a una media de 10°C, los rayos de sol que entran por la ventana tienen pinta de dar ese calorcito que siempre apetece incluso en verano. Después de estar un par de minutos contemplando uno de los mejores días de todo el invierno y de intentar asimilar unos cuantos rayos de sol me acuerdo de Austin. Corriendo saco el móvil de debajo de la almohada y lo desbloqueo para ver si me ha escrito un adorable mensaje de buenos días.
   -Ugh -digo decepcionado-, no me acordaba de la diferencia horaria, ahora son allí... -me cuesta pensar, me acabo de levantar- las tres de la mañana.
Vuelvo a bloquear el móvil y me doy cuenta de que estoy demasiado decepcionado. Está claro que este chico me ha llamado mucho la atención y cada vez va en aumento. No dejo de repetirme una y otra vez: "Vive en América, solo amigos, no estás buscando ningún romance o rollete, recuerda". Pobre yo, pensando que puedo decidir o controlar lo que pueda llegar a sentir, el corazón simplemente empieza a llenarse de sentimientos incontrolablemente y sin avisar. Bueno, yo igualmente lo voy a intentar, a ver si por un casual consigo controlarme.

Sin darme cuenta, ya llevamos tres semanas hablando a diario y nada es diferente al primer día, me encanta hablar con él y lo pasamos muy bien, no nos hemos cansado el uno del otro, de hablar todos los días e intentar conocernos mutuamente, lo que llevamos conocido del otro nos gusta, o eso siento yo.
Todos los días me levanto a las 7 a.m. -bueno, me levanta mi padre, siempre por si acaso-, me tomo el desayuno que me organiza mi padre para que yo me lo prepare, puesto que muerto de sueño en plan zombie de videojuego no sería capaz de coger la bandeja con todos los elementos necesarios para preparame el desayuno. En cuanto termino me voy a la ducha para evitar quedarme dormido en el sofá. Salgo de la ducha con un aire más relajado y despierto puesto que una ducha calentita siempre despierta mucho el ánimo, me dispongo a vestirme y arreglarme, momentos en los que puedo ver y saludar a mi hermana pequeña, junto a quien voy al colegio andando todos los días. Preparo la mochila, ya que por la noche o se me olvida hacerlo o simplemente estoy demasiado cansado para ello. Le pido a Blanca que se aligere -siempre soy yo el que termina antes-, a lo que me responde con su típico "¡Ya voooy!" -lo que suele significar que aún le faltan cinco minutos- y me siento a esperar. Salimos hacia el colegio, cuyo trayecto me paso escuchando las barbaridades varias de mi hermana sobre sus amigos, escuchando mi música favorita con un único auricular en el oído -para prestarle la atención suficiente-. Pero últimamente no recuerdo muy bien lo que me cuenta, me estoy pasando el camino pensando en algo que hace unas semanas no tenía en mente: Austin. Solo pienso en lo adorable que fue ayer y lo adorable que será el día de hoy.
A la par que avanza la mañana intento captar momentos graciosos o curiosos que pueda compartir con él, y también pienso cuál puede ser su reacción ante ello. Está claro que ya no me lo puedo sacar de la cabeza incluso cuando él está en pleno sueño. A veces me imagino lo que sería la estampa perfecta: Austin dormido, tapado pero sin camiseta -le encanta dormir sin camiseta-. Me lo imagino con los ojos cerrados y la cara de un angelito, el angelito más guapo de Estados Unidos.
¿Me habré pillado ya por él? Eso parece; la conexión ha sido indudablemente fuerte desde el principio.
Cuando él se despierta para realizar, imagino, la misma rutina que yo -o al menos algo parecido-, yo estoy a punto de salir del colegio, por lo que ya espero hasta el camino de vuelta -que voy andando yo solo por una calle distinta a la del camino de ida.
   -Menos mal que tengo mi música -pienso-. Y mi Austin... -me detengo en seco y me doy cuenta de lo que acabo de decir... "Mi Austin"-. Nah, es solo una pequeña muestra de afecto, no le daré importancia -retomo mi caminata-. Hablando del rey de Roma, voy a hablar con él.
Iniciamos la conversación como otra cualquiera, y seguimos hablando durante horas, solo nos detenemos cuando a mí me toca comer -croquetas y dos filetes medianos de pollo- y cuando a él le toca atender en clases de Inglés y de Matemáticas, ya que al pobre le cuestan un poco. En su escuela por lo visto está permitido utilizar el móvil durante las clases, lo que nos permiten hablar mucho más de lo que al principio me había imaginado, lo que me concedió una gran alegría. Por la tarde no es muy distinto, sino al revés; seguimos hablando durante horas aunque nos detenemos un poco debido a que ahora me toca estudiar Historia de España, la cual tengo un poco atravesada -mi psicóloga me ha explicado que, de forma aprendida, descargo todas mis tristezas y problemas a la hora de estudiar esta asignatura, ya que la primera vez me "sentó bien"-. Después de mi sesión de estudio seguimos hablando más y más hasta que es mi hora de dormir. Casi diez horas al día nos pegamos hablando y ninguno está cansado del otro. Me siento vivo otra vez. Es la primera vez que me siento vivo a decir verdad, mi vida no ha sido un camino de rosas; mi autoestima ha sido siempre muy baja y eso me ha afectado en mi vida social y familiar. Hace poco sufrí la que va a ser proclamada como la peor experiencia de mi vida, al menos por el momento. Y es que ser abandonado cuando te entregaste duele mucho. Por fin vuelvo a ver el cielo más azul que gris, aunque matices y sombras de gris sigue habiendo.

Diario de un enamoramientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora