Capítulo uno.

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Seguía un sendero de piedras preciosas, un lugar jamás visto ante sus ojos; ella quería perderse y olvidar. Sólo corría, desolada y con una lluvia de lágrimas saliéndole por sus iris acaramelados. Mientras avanzaba en aquél lugar, supo que no llegaría a nada. Tropezó y quedó inmune, quedando hecha un manojo de nervios y con el corazón hecho trizas. Cerró los ojos, no quería volver a la realidad.

Robin continuaba su búsqueda, no deseaba llenarle el corazón de rencor y mucho menos de dolor... Él corría a los lugares que le venían a la mente, seguía pensando en cómo podría repararla, aún después de haberla lastimado. Ya comenzaba a sentir un terrible dolor punzante que comprimía su pequeño corazón.

La noche cada vez, era más callada; pero él, seguía caminando. La desesperación recorría su torrente sanguíneo, las venas de sus brazos comenzaban a saltársele, desordenaba cada vez más su cabello. El terrible arrepentimiento lo carcomía sin ningún control.






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Desperté viendo piedras rodearme, en seguida me paré y comencé a distinguir una resbaladilla verde y unos columpios azules.
Sacudí mis piernas de la arena, seguí observando [esto parece un...parque]. Di unos pasos y me senté en el columpio de color azul. Di inicio a mi balanceo; empujándome de atrás hacia adelante, haciendo correr el aire por mis mejillas, todo es ensordecedor. No hay ruido, sólo silencio en la oscuridad. [¿Cómo es posible?¿Por qué...él?] Pensaba y pensaba; en eso, dirigí mi vista al roble frente a mí. Empecé a sentir un aura proveniente de ahí [¿Será que alguien me esté vigilando?].

-Parece que no estoy sola...- enarqué la ceja derecha, esperando alguna respuesta. Entonces, volteé a ver de nuevo al árbol [¿Estoy paranoica, entonces?].

-Disculpe, señorita...- dijo alguien con timidez. En eso, sobresale entre la luz de la luna, una figura de humano.

-¿Podrías hacerme el honor de estar aquí conmigo, columpiándose?- dije parando mi andar y dando palmadas al columpio de al lado.

-Llevo tiempo cuidándola...- y se acerca un niño; con piel morena, cabello azabache y con ojos tan grisáceos que tienen una nubosidad perfecta. Dejando de lado, a sus labios pequeños y rosados y que finalmente son acompañados de una sonrisa resplandeciente, -No estaría mal estar acompañándola- se posó en el columpio de al lado.
Es un pequeñín muy bonito.

-¿Por qué un niño como usted, está aquí solo?- solté dulcemente, intentando conversar con él.

No soltó ni pico.

-Oh claro, no es de mi importancia...- suspiré chocando mis tenis uno con el otro [espero que la tristeza me inunde así cuando sin previo aviso el mar choca con la arena].

Agaché mi cabeza.
[El suelo no es algo que vea comúnmente...].

-¿Le puedo hacer unas preguntas?- dijo hacia mí y tocó mi hombro con su mano.

Cogí su mano entre las mías y le asentí, -Por supuesto, ¿qué deseas que te responda?- sonreí sincera, tratando de inspirarle paz y tranquilidad.

Suspiró relajado,-¿Cuál es su nombre...?- me miró con la luz de la luna reflejada en sus ojos grises, -¿Y por qué tiene el cabello rosa?- y volvió al silencio apaciguador.

-Mi nombre es Hanna y mi cabellera es así, porque me lo teñí...- solté su mano y agarré un mechón de mi cabello, -de rosa, ya que me recuerda a la vida- suspiré [esa es la verdad].

-Oh, ¿y por qué...- el niño fue interrumpido por una muy conocida voz.

-¡Hanna! ¡Hanna, te he buscado por todas partes!- exclamó hacia mi dirección un chico, volteé y en su mirada veo el sentimiento de preocupación.
Es él, ¿cómo es posible? Es un descarado.

Respiré con todas las fuerzas, conteniendo aire en mis pulmones, -Rob-...- y luego, fui interrumpida por otra voz más varonil.

-Michael, es hora- dijo aquella voz, que no logré reconocer.

-Bueno ya me voy, adiós- salió corriendo hacia el boulevard y se perdió entre los postes de luz.
[Cielos; bendito martirio el mío, fue muy desafortunado verlo ir].

-Adiós...- moví las manos en señal de despedida; tal vez, nunca lo vuelva a ver.
Y entonces, recordé el ahora. Sentí un furia inaudita al mirar a ésta persona frente a mí.
¿Por qué de todas las personas, él? Me hizo daño, al punto de quedarme en el asfalto dormida y el corazón a mil. [Él, él mi dolor de mis pesares].

-Ven, es hora de irnos- dijo firme, agarrando mi brazo de sopetón y haciéndome parar, al instante le escupí:

-¡No Robin, pedazo de idiota!- dije totalmente furiosa ante su tacto violento [Es la primera vez que me toca de ésta manera y la última...].

-Por favor Hanna, es muy tarde y no quiero que te pase algo malo- soltó preocupado; tomó entre sus manos, sus greñas jalándolas con frenesí.

En eso empecé a llorar, apenas fue audible lo que dije -¡Eso debiste pensar antes de meterte con esa estúpida!- fui a la resbaladilla; me senté en ella y coloqué mis manos en mi cara, mis lágrimas ya corrían rebeldes a mis mejillas -Por favor lárgate, ya no hay nada...- solté, llorando.

-Quiero solucionar nuestro problema Hanna...- dijo suplicándome; se arrodilló frente a mí, posando ambas manos en mis rodillas.

-No hay nada que decir, mejor vete- indagué de forma seria. Mientras, me limpié mis pómulos a causa de la pequeña lluvia de mis ojos.

-No lo voy a hacer, tienes que venir conmigo- dijo mostrándome su cara de arrepentimiento y tocando con su pulgar una de mis mejillas.

-Déjalo por la paz, Robin- [No hagas esto más difícil, tengo qué olvidarte].

-Haré pucheros- contestó con un tono de niño pequeño y mirándome fijamente.

Esos ojos; con los que un día inevitablemente me enamoré de él, de esos bellísimos ojos verdes, que me tranquilizaban.

Tiré un largo suspiro a la noche embriagadora [hoy es hoy y mañana será otro puto día].

-Aceptaré, sí. Pero me llevarás cargando- dije finalmente, cesando el mar de lágrimas que me hacen ver vulnerable.

-Sí esa es la cuota, me obligo a pagarla- contestó tranquilamente, provocándome paz, [haciéndome temblar con las cuerdas vocales que conforman su bella voz].
Se puso frente a mí y subí a sus brazos, llevándome como si fuese su princesa.
Nos mantuvimos así, en completo silencio, mientras las luciérnagas iluminan nuestra llegada a mi hogar.

A los pocos minutos de ver el amanecer, fui bajando levemente mis párpados, dejándome caer en un sueño profundo, [es cierto, caí en los brazos de Morfeo].

















///
-Ojalá y todo fuese diferente...- soltó un suspiro. -Buenas noches, princesa- terminó por decir, Robin.

-Y a partir de mañana ya no lo seré- respondió ella, al tiempo volvió a quedar dormida.











N/A: ¿Qué tal? Hola, ¡Bienvenidos vuestros aventureros! Vengo a representar está historia siendo la autora y pues que su tour sea muy comodino, gracias y adiós💜.

¡Hola Hanna!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora