Capítulo cinco.

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Titiritan las estrellas mientras la noche se hace presente ante una fría helada.
Respiré hondo: —Oh no— dije saliendo de la escuela hacía el estacionamiento, [huele húmedo, como si fuese a llover en tan pocos segundos].

Parpadeé y limpié una gota de mi rostro: —Hablé muy rápido—suspiré fuertemente.

Después de haber tenido clases extras —como cada jueves— me encontré con el cabello humedecido por las gotas.
Corrí como pude, con la mochila en la espalda, hasta qué...
—Mi amor— escuché esa voz tan varonil, que me hizo rodar los ojos al instante.

—Robin, deja de molestarme—solté seria, cruzándome de brazos.

—Deja qué te explique...¡hip!— y con eso, quede estática ante el sonido del hipo que se trae.

Robin volvió, ese que no cambiaría su actitud por ninguna chica.

Es el viejo Robin.

Solté una lágrima, [qué suerte que la lluvia cubre mi tristeza entre las gotas].

—Muñeca, ¿no quieres un beso?— dijo, en eso me agarro de la cintura acercándome mucho más a él, queriendo juntar nuestros labios.

—No Robin, ¡basta!— solté, le di una cachetada y me alejé lo más que pude de allí. [la lluvia, comenzó haciéndome efecto en mi cuerpo, maldición].

Corrí y corrí, unas cuántas veces estornudé pero no importaba, sólo...quiero llegar a mi apartamento.

Al estar fuera de la entrada de mí departamento sentí pisar algo, quité mí pie y cogí un papel lleno de lodo.

—Ups—.

Al entrar lo dejé secar en el ventilador, [quiero saber qué es].
Dejé mi chamarra sobre el colgador, fui directamente a mi bañador, me quité la ropa mojada y la tiré sobre el cesto de la ropa sucia. Abrí el grifo del agua caliente y me fundí en mis inquietudes.
[¿Cómo es que el Robin que tanto amaba se allá ido de la nada?
¿Cómo se dejó volver a caer?
¿Cómo se le olvidó esa promesa que me hizo? ¿Cómo?]

Me senté en las losetas blancas de mi baño, llorando, llorando como nunca lo había hecho.
Me dolía, era él el que me dolía.
Me abracé, supe que mí vida se estaba yendo como el agua, por la tubería.





///
Fui a la cocina, aún la noche lloraba desgarradoramente por la ventana.
[¿Qué es lo que pasa?]

Me acerqué al sobre arrugado lleno de tierra por doquier, lo tome entre mis manos yéndome a la mesa y sentándome en la silla de madera. Rompí por un lado el sobre sacando de ahí, un papel doblado en tres, lo cogí y me encontré con una escritura cursiva y con colores de pluma desvanecidos a causa del agua. Achicharré mis ojos para poder leer bien lo que dice:

"Hola Hanna, te escribo está carta para qué sepas que aquí estoy. , en vida estoy. Entre la sombra que proyectas me encuentro, dónde e estado desde hacía mucho tiempo. Intentando poder llegar a ti. A dónde estás, . En la luz, joder eres la luz. Eres eso que brilla tan precioso y sin necesidad de opacar a nadie.

Por Dios, ¿por qué la vida es tan cruel contigo?

Has vivido, lo que cualquiera no debería de vivir en su jodida vida y ni siquiera en las próximas que se puedan tener. Has llegado, muy muy lejos. Quisiera por lo menos felicitarte y darte un abrazo por gran valentía y determinación, por qué apesar de tener muchos problemas sigues aquí para enfrentarlos. Y lo tengo que decir, pero eso amo de ti. Te amo a ti.

¡Hola Hanna!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora