Capítulo 1 - [Parte 3] - Heinrich von Stähl

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Era una fría tarde incluso para un alemán, que ya era decir. En la lejanía se podía observar las llanuras checoslovacas, impolutas y llenas de vida, rodeadas por un espeso bosque.

Por la ventana estaba asomado un oficial alemán de alto rango, que mantenía los brazos detrás de la espalda. Contemplaba en silencio el paisaje, que era sorprendente hasta para un hombre que había nacido en Colonia.

Pero como todo lo agradable, el silencio pacífico fue interrumpido por una serie desorganizada de golpes en la gruesa puerta de madera, que era típica en los castillos como este.

-Heil Hitler! Mein Komandant, aquí su nuevo Subteniente Nikolas- Tras salir las palabras de la boca del joven soldado, el oficial de mayor rango se dio la vuelta, suspiró, y se sentó en la silla de su despacho, que estaba un poco desgastada.

-Heil Hitler. Como bien sabrá, mi nombre es Heinrich, aunque usted nunca me llamará así.- Le dejó claro el oficial a la nueva adición para su Grupo de Asalto. -También sabrá que el anterior Subteniente cometió un ligero... error, así que tuvo que ser reemplazado.

-No sabía que se podían despedir a soldados de las SS, señor.- Dijo Nikolas, un tanto sorprendido pero manteniéndose firme ante su nuevo Mayor, que había vuelto a mirar por la ventana.

Sin demostrar ninguna emoción, Heinrich, lentamente, contestó. -No despiden a soldados. Aunque él hubiera preferido que fuera así.- Detenidamente, giró la mirada hacia el suboficial, y su cara inexpresiva se convirtió en una de entendimiento. -Disculpe mis modales, Subteniente, puede descansar.-

Nikolas, que se había mantenido rígido hasta ese momento, tomó una postura más relajada y echó un vistazo alrededor de la habitación, parándose para examinar la estantería con libros detenidamente. -Señor... ¿Cuáles son nuestras órdenes?.

Suspirando nuevamente, cambió la expresión de su cara a una de desinterés, y contestó. –Nos han mandado aquí mientras que dejan que la Wehrmacht se lleve todo el mérito por la toma de Francia.- Elevando un poco el tono de voz, se levantó y se acercó a su hombre. -Después de todo lo que hicimos, nos han mandado a un antiguo y putrefacto castillo en la cima de una colina checoslovaca a custodiar algo que ni siquiera nosotros podemos ver. ¿Sabe lo que significa eso? Después de haber reducido a Alsacia y a Lorena a los cimientos con los prototipos del Führer, ¡mandan a una de las unidades más exitosas de las SS a la retaguardia!- Pegando un grito, cogió a su hombre del cuello y lo estampó contra la estantería, provocando el derrumbamiento de un par de libros. Bajó el tono de voz, y le susurró. -Las únicas ordenes que tenemos son las de quedarnos aquí y la de no visitar el ala del castillo restringida.

Soltándolo de golpe, el soldado se dio un golpe contra el suelo y se puso rápidamente de pie. -Sí, señor.- Dijo antes de abandonar la sala.

Una vez más solo, Heinrich colocó uno de los libros y le echó un vistazo a otro. Era una de las copias originales de Mi Lucha, el libro escrito por el líder del nuevo imperio. Ese libro había sido su guía para la mayoría de las acciones que había tomado antes de la guerra y durante ella.

Dejando el peculiar libro sobre la mesa, fijó su mirada en la espesura del bosque, preguntándose cuando volvería a ver un poco de acción. No consideraba sus diversas escaramuzas y batallas en Francia como acción ya que el ejército francés no había podido infligir más de un centenar de bajas entre los hombres leales al caudillo alemán. Heinrich lo había considerado un mero pasatiempo.

Él quería ver acción de verdad. Quería ver sangre.

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⏰ Última actualización: Jul 20, 2016 ⏰

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