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Tabatha.

—Adrian. —Susurré entre besos, reclamando más de lo que nunca fue mío.

Gruñiste. Temblé. Sentía mis mejillas ardiendo, mis pulmones luchaban por encontrar oxígeno. Me estabas matando, Adrian, y yo quería más. Me encontré deseando tus manos en todo mi cuerpo, cubriendo cada centímetro con caricias.

—Adrian... —Pedí pegando mi vientre a tu cuerpo—. Me estás matando —gemí cuando tu mano subió por mi costado, debajo del vestido, y acarició mi pecho por encima del sujetador del bikini. Tus largos dedos se abrieron paso por mi espalda y tiraron del lazo—. ¡Ay!

Retiraste el sujetador, luego el vestido. Y así quedamos iguales, con el pecho desnudo. No me dio tiempo de cubrirme. No tenías manos para sujetarme, quedar en pie no fue fácil, no duramos. Para cuando terminaste el trabajo con tu boca... ya estábamos tendidos en el suelo, calientes, con el corazón agitado y presas de la lujuria.

La princesa que soñó con un unicornio (DU #0.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora