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Emma.

Cuando nos fuimos a tu habitación en la casa de Franco, te dije lo que ya sabías, lo que creías no sabía nadie, lo que nadie podía saber que sucedió en el tercer piso y la única confesión de la madre de Tabatha.

¿Te acuerdas de la última plática que tuve con tu madre madrina durante Semana Santa? Tú estabas regando sus árboles y flores en el jardín, a mí me detuvo y pidió que habláramos un rato. Con eso pude torcer tu brazo.

Y fuiste mío de nuevo.

***
Me imagino a Emma como una de esas niñas mimadas de pequeñas que dicen:

"Es mi juguete y no comparto mis juguetes"

La princesa que soñó con un unicornio (DU #0.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora