Salida

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Admitiré que me asusté mucho por esto, y tomé la decisión en una fracción de segundo. Recogí mi mochila, la llené con lo imprescindible, agarré los teléfonos, salí de casa y corrí hacia mi coche. Monté de un salto, cerré la puerta y salí a toda velocidad por la calle, todo ello sin apartar los ojos de los espejos retrovisores, para asegurarme de que nadie me seguía.

Conduje por la ciudad durante unas horas, dándole vueltas a la cabeza. Fuera quien fuera y la razón que tuviera para hacer esto, no iba a ser la víctima de una broma macabra.

Una vez que estuve segura de que nadie me seguía, me detuve y llamé a Anna. Le expliqué la situación y ella accedió a dejar que me refugiara en su casa.

"Yo te ayudaré a coger a ese tipo", dijo.

Unos 20 minutos después, llegué a su casa. "Ok, vamos a atraparlo", dije.

El Teléfono De Los SuicidiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora