Negro

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Entonces la siguiente foto resultó estar en negro. Eso era todo: oscuridad. Pensando en una mala toma, pasé a la siguiente fotografía.

Negro.

Observando la foto negra, Anna se encogió de hombros.“Esto es muy extraño”.

Pasé de nuevo la foto y, de repente, todo estalló en color.

La adolescente de pelo rubio estaba allí de nuevo, tumbada en el suelo. Su melena, sin embargo, se veía color rubio fresa. Tardé un momento en darme cuenta de que, en realidad, estaba manchado de sangre. Tenía la cabeza torcida hacia un lado, al igual que el brazo derecho que estaba en un ángulo extraño. Sus ojos azules, que antes eran brillantes, estaban embotados y miraban al vacío. Estaba muerta.

Anna dejó escapar un grito.  Yo tiré el teléfono y escapé hacia el baño para vomitar. Pasaron unos minutos hasta que me pude recuperar y regresar. Anna estaba temblando en el sofá, mirando el teléfono que seguía tendido donde yo lo había tirado.

“¿Estás bien?”

Anna asintió. “¿Qué diablos es esto?, preguntó.

“No sé”, admití.

“Tenemos que averiguar quién es esta chica y si su novio hizo esto”.

Asentí con cautela y cogí el teléfono de nuevo. Suponía que las imágenes restantes podrían darnos más pistas.

Sin mirar demasiado, pasé de largo por el sangriento final de la adolescente. La siguiente foto estaba en negro. Y la siguiente. Y la siguiente. Mi impaciencia y ansiedad crecían con cada golpe en la pantalla.

El Teléfono De Los SuicidiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora